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Ane Abalde y Ane Rodríguez: Dos mujeres con arte

Ane Rodríguez y Ane Abalde // Koru

Son de la misma generación y dirigen las principales salas de exposición de Donostia. Hablamos con ellas

Ane Rodríguez (izda.) y Ane Abalde (dcha.) // Koru
Son de la misma generación y dirigen las principales salas de exposición de Donostia. Las juntamos para que hablen de arte, de feminismo, de las teclas que hay que tocar para captar al público joven y hasta de la omnipresente Rosalía

Hoy es lunes y la exposición “La idea en un signo” de la sala Kubo-Kutxa de San Sebastián debería estar cerrada al público. De hecho, así es. Sin embargo, su directora, Ane Abalde, y la directora cultural de Tabakalera, Ane Rodríguez, se han citado en la sala para una rápida sesión de fotos. A su alrededor, se despliegan un montón de piezas de arte tradicional africano y arte contemporáneo de la colección Sánchez-Ubiría. Puede que más allá de los círculos culturales no llame demasiado la atención, pero este encuentro tiene miga. Miga cultural, se entiende. Ane Abalde (Donostia, 1980) es la directora de las salas de exposiciones de Kutxa Fundazioa, es decir, Kubo-Kutxa y Artegunea, ésta última ubicada en Tabakalera y dedicada a la fotografía; Ane Rodríguez (Hernani, 1978) lleva el timón de la programación elaborada por Tabakalera, incluida una sala de exposiciones de arte contemporáneo. Aquí es donde ambas convergen y están obligadas a entenderse.

En San Sebastián no tenemos un gran museo. Esto no es Bilbao (Guggenheim, Bellas Artes), Vitoria-Gasteiz (Artium) o Santander, ahora que se ha subido al carro con el Centro Botín. Con permiso del museo San Telmo y Koldo Mitxelena Kulturunea, aguardando en standby a redefinir su futuro, de estas dos mujeres dependen las grandes exposiciones de Gipuzkoa. Una retrospectiva de Eloy de la Iglesia, una muestra representativa del pop-art norteamericano y la obra experimental de la artista Rosa Barba son solo algunos ejemplos recientes.

¿Por qué dijisteis sí a dirigir Tabakalera y las salas de exposiciones de Kutxa Fundazioa?

Ane Abalde: Llevaba 10 años de coordinadora de exposiciones, así que el hecho de pasar a dirección ha sido fruto de un proceso bastante natural.
Ane Rodríguez: Por reto y por desarrollo profesional. Parecía una buena oportunidad poner en marcha un proyecto que en otros sitios había visto que estaba funcionando. El Matadero o el CCCB eran lugares inspiracionales. Te metes en estas cosas porque también piensas en lo que te gustaría tener en tu ciudad.

¿Qué hacíais antes de estar aquí?

Abalde: Hice un master en Barcelona y antes de entrar a Kutxa Fundazioa he trabajado en el Guggenheim, Artium y Manifesta (la bienal europea de arte que se celebró en Donostia en 2004).
Rodríguez: Vengo de trabajar en el equipo de programación de Matadero. En el MUSAC de León fui coordinadora general y adjunta a la dirección y también estuve en ARCO cuatro años llevando galerías internacionales, programas y comisariados. Y antes de eso en Manifesta.

Las «anes», en la sala Kubo-Kutxa // Koru

¡Ahí os conocisteis! ¿Os hicisteis amigas o erais simplemente compañeras de trabajo?

Abalde: No profundizamos demasiado.
Rodríguez: No. Yo entonces vivía en Londres. Vine para Manifesta y luego me volví a Londres.
Abalde: Además, tú estabas en la sede que estaba en Pasaia y yo estaba en el Kursaal con el montaje. Había varias sedes.

¿No os volvisteis a ver hasta que te nombraron directora de Tabakalera?

Rodríguez: Así es. Habían pasado unos 8 años, desde lo de Manifesta.
Abalde: A mí me hizo ilusión verla en los medios de comunicación y volver a tenerla en la ciudad.
Rodríguez: Yo llevaba mucho tiempo fuera de Donostia y ver que en instituciones con las que vas a colaborar hay gente que conoces es un punto de partida muy positivo.

¿Os reunís habitualmente?

Abalde: Hemos empezado a reunirnos hace más o menos un año. Una vez había pasado la vorágine de la puesta en marcha de Tabakalera (abrió en septiembre de 2016), decidimos que era buena idea hablar de la programación en común y explorar líneas de colaboración, que es algo que hemos empezado a hacer con las exposiciones de Rosa Barba y Eloy de la Iglesia.
Rodríguez: También lo estamos haciendo a nivel ciudad: con Susana Soto (directora del museo San Telmo) y con Koldo Mitxelena, cuando defina hacia dónde va la sala de exposiciones. Tener una visión global es muy importante. Se entiende mucho mejor si todos trabajamos conjuntamente y explicamos por qué cada uno hace lo que hace.

Hablemos de arte

¿Qué se puede ver en vuestras exposiciones?

Abalde: En la sala Kubo presentamos exposiciones de arte contemporáneo desde mediados del siglo XX con dos líneas generales, una de artistas vascos y otra del exterior. Al ser una obra social, uno de nuestros objetivos es acercarnos al público general. Cuando abrimos Artegunea en Tabakalera queríamos replicar el mismo modelo del Kubo pero centrándonos en la fotografía. Tenemos una fototeca muy importante ubicada en Tabakalera y nos parecía muy natural hacer algo así.
Rodríguez: No hay una línea caprichosa que hayamos elegido al tuntún. Lo que se decidió en su momento fue reforzar la carrera de artistas individuales que puedan ser extranjeros o locales, como Itziar Okariz o Rosa Barba. Gente que nos tiene que colocar en un contexto internacional y que obviamente tiene que ver con lo que se hace en Tabakalera. En el caso de Rosa Barba, por ejemplo, se le da importancia a lo audiovisual. La nuestra no es una sala de exposiciones al uso. Desde el propio proyecto de Tabakalera hacemos hincapié en los creadores mediante las residencias artísticas. Queremos apoyar a los profesionales del sector que necesitan visibilizar su producción.

Hablando sobre arte entre cuadros // Koru

Al no contar con un gran museo, ¿Donostia se ha quedado fuera de juego en el mundillo del arte?

Rodríguez: Deberíamos hablar más en clave de país que de ciudad. En Gasteiz está el Artium como museo de arte vasco, que es algo que ya existe. No tendría sentido replicar algo así. En Donostia deberíamos salvaguardar todas las salas y museos que existen y entre todas hacer una programación que sea referencial, que creo que ya lo está siendo.
Abalde: El hecho de que surja Tabakalera viene a cubrir un hueco que cuando desapareció Arteleku se notó. Que en Bilbao esté la facultad de Bellas Artes hace que haya una migración importante de artistas.

¿Los contenidos en una ciudad pequeña no pueden ser tan atrevidos como en una gran ciudad donde, por una cuestión aritmética, hay un público más especializado?

Rodríguez: No tenemos que tener miedo a plantear propuestas experimentales y arriesgadas. Es un lujo tener la oportunidad de abrirnos a unas disciplinas que no son tan populares. Si en Donostia solo hubiese una sala dedicada al arte contemporáneo, Tabakalera tendría que tener otro tipo de programación. Ahora bien, hay cinco salas en esta ciudad.
Abalde: El caso de Donostia es ejemplar. Pero no solo en el arte. Ocurre también en la música donde la oferta es muy variada. Lo bueno es que entre todos cubrimos un abanico muy amplio de posibilidades y vamos creando públicos que nos los vamos pasando unos a otros. Si nosotros ganamos público será bueno para el resto y, al revés, cuanto más público tengan ellos mejor para nosotros.

Arte & feminismo

¿En el mundo del arte hay más o menos machirulos que en resto?

Rodríguez: Como en cualquier ámbito profesional. Pero yo añadiría otra cosa: por ser joven también te penalizan.
Abalde: Totalmente. En mi equipo somos todas mujeres. He llegado a ir a una reunión con una persona que es mayor que yo y se dirigían a ella como si fuese la directora.
Rodríguez: La mayoría de profesionales que trabajan en el ámbito cultural son mujeres. ¿Pero qué es lo que pasa? Que en los puestos directivos no ocurre lo mismo.

En el caso de Tabakalera, el equipo directivo es 100% femenino.

Rodríguez: Sí, pero es algo que está tardando en llegar. En el Artium acaban de nombrar a una nueva directora, Beatriz Herráez; las nuevas directoras de centros artísticos de Madrid son también mujeres; Judith Carrera en el CCCB…
Abalde: El mundo cultural y artístico tiene una base tan femenina que teníamos que llegar a los puestos directivos. Durante muchos años no ha habido casi direcciones femeninas y era algo que no reflejaba la realidad. Llega un momento en el que iba a cantar mucho.
Rodríguez: La historia del arte hasta ahora se ha escrito casi en masculino. Hay iniciativas como las de las Guerrilla Girls en la que su línea de trabajo es sacar los colores a las colecciones de los museos con respecto a la proporción de hombres y mujeres. Hay casos muy llamativos en este sentido.
Abalde: Se está produciendo una reivindicación general de muchas mujeres artistas que se han ido quedando en el camino y no han ocupado el lugar que merecían en las colecciones y exposiciones.

Las mujeres han protagonizado muchas de vuestras exposiciones. ¿Es algo deliberado o simplemente ha salido así?

Rodríguez: En nuestro caso ha salido así. El rigor y la calidad se pueden encontrar en hombres y mujeres, aunque es verdad que en nuestro programa ha habido más mujeres que hombres. Quizás tiene que ver con el interés que muestra el equipo actual en ciertas artistas.
Abalde: Nuestro caso es diferente. Tabakalera trabaja la contemporaneidad pura, donde la mujer tiene más visibilidad, pero nosotros nos dedicamos a periodos anteriores en los que las carreras de los hombres eran mucho más visibles. Tratamos de ser observantes, hacemos esa tarea de vigilancia.
Rodríguez: En Artegunea habéis rescatado figuras importantes de la fotografía femenina como Berenice Abbott, por ejemplo.
Abalde: Sí. Hay que ser un poco conscientes, porque la mayoría de las cosas que nos llegan son masculinas. Evidentemente, el factor calidad tiene que estar ahí, que es lo que nos rige a todos.

El idioma de la gente joven

¿Cuál es la edad media de las vuestras salas de exposiciones?

Rodríguez: El perfil más habitual es el de una mujer de una franja entre 35-50 años.
Abalde: En nuestro caso la diferencia entre salas es muy grande. En Kubo es de 50-60 años, aunque en la exposición de pop art el perfil haya cambiado mucho. Depende mucho de lo que estés ofreciendo. En Artegunea estamos hablando de un público menor de 40 años en muchos de los casos.

Ya casi parece que jóvenes somos nosotros, alguien que ronda los 40 años…

Rodríguez: Yo ya no me considero joven, ¿eh? (risas)

¿Por qué a la gente joven le cuesta entrar a las salas de arte? ¿Qué estamos haciendo mal?

Rodríguez: Es que no es solo en una sala de arte, también ocurre en una sala de cine. Los hábitos de consumo han cambiado y a nosotras nos preocupa o nos ocupa, no lo sé. Es un tema que está sobre la mesa y para enfocar este trabajo resulta básico hablar con ellos. Hay que saber qué les interesa para desarrollar las estrategias de acercamiento adecuadas. Cuando son niños absorben todo como esponjas, pero una vez que se desprenden de la mano de sus padres es cuando se pierde el contacto.

¿No estamos entendiendo su lenguaje?

Abalde: Hay una falta de comunicación, es evidente. Pero la cuestión aquí es crear contenidos culturales para que ellos los consuman directamente o conseguir la manera de que vengan a tu centro, que son dos cosas totalmente distintas. Nuestro trabajo es crear una exposición que sea visitable, algo físico. Vas probando cosas, pero creo que nadie ha dado con la tecla adecuada.

El caso es que el interés está ahí: el otro día una amiga de 26 años me decía que no había parado de recomendar la exposición de Eloy de la Iglesia

Rodríguez: Hay que saber encender ese interés. Si dices Eloy de la Iglesia puede que no sepan de quién estamos hablando.
Abalde: Pero si le das una imagen, contenido audiovisual, etc. les puede atraer. Estoy segura de que el arte contemporáneo les interesa porque es parte de su vida, habla de temas que son suyos y que están latentes.

Sé que el de la música es un mundo aparte, pero ahí está el caso de Rosalía: arte puro que llega a millones de jóvenes

Rodríguez: Se ha convertido en un fenómeno viral. Para conectar con los jóvenes la fórmula más inmediata es la de las redes sociales y ahí es donde también tenemos que dirigirnos.

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