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Eduardo Ranedo

OPINIÓN: El Primavera de Oporto (una crónica de Eduardo Ranedo)

Una vez llegados, oficialmente, al verano y abierta la veda de la época de festivales, echamos la vista atrás apenas una semana para recordar «el mejor plan festivalero del año«, el del NOS Primavera Sound portugués. Nos lo relata Eduardo Ranedo, veterano crítico de rock and roll, habitual de la revista Ruta 66 y, en la actualidad, del diario El País


Una vez llegados, oficialmente, al verano y abierta la veda de la época de festivales, echamos la vista atrás apenas una semana para recordar «el mejor plan festivalero del año«, el del NOS Primavera Sound portugués. Nos lo relata Eduardo Ranedo, veterano crítico de rock and roll, habitual de la revista Ruta 66 y, en la actualidad, del diario El País


 

edu ranedo fotoperfil bifm


Eduardo Ranedo (Bilbao, 1968), abogado economista y Máster en Derecho Tributario por la Universidad de Deusto. Veterano crítico de Rock and roll, una de las firmas más conocidas de la revista Ruta 66, en la actualidad también puede ser leído en las páginas de El País. Coleccionista compulsivo de libros, películas y, sobre todo, discos de vinilo, en bi fm se ha encargado del programa Modelo Antiguo.

 

 

Llegadas estas fechas y metidos de lleno en el arranque de la época de festivales, indefenso ante el pertinaz bombardeo publicitario ya cansino a estas alturas, me siento extraño. Incluso un poco melancólico. Al menos con los años he identificado el motivo: Todo es culpa del regreso a casa después del NOS Primavera Sound portugués. Es el mejor plan festivalero del año y ningún otro -ni siquiera un Azkena Rock con momentos especialmente afortunados en su todavía caliente última edición (lee aquí nuestra crónica)- será capaz de calmar la desazón hasta que allá por junio del año que viene vuelva a coger la carretera hacia allí.

 

nos primavera sound 2016 cartel bifmHace apenas una semana terminó su quinta edición. Probablemente, y vistas las cifras oficiales –creíbles- de asistencia de público, la de su consagración. Durante años hemos bromeado en petit comité con el hecho de mantener un «perfil bajo«, de no cantar demasiado a lo loco las bonanzas del festival para que no se llenara de gente y se nos terminara el chollo. Bien, pues ya es tarde. Definitivamente, se han enterado de que Oporto es el lugar al que hay que ir. La buena noticia es que, incluso con algunas apreturas, seguimos estando bien allí.

 

Fuimos por primera vez en 2012, ilusionados y curiosos por cómo podía resultar un proyecto que nacía con la misma vocación que su hermano mayor de Barcelona pero con algunos matices que prometían mucho. Desde entonces no hemos fallado. El cuidado y elegancia que Portugal pone siempre en estas cosas nos daban confianza. El hecho de que parecía haberse diseñado un crecimiento controlado, cuya previsible talla mayor distaba mucho del volumen que ya tenía el Primavera Sound original, también. Para mí, que me había borrado de Barcelona harto de aglomeraciones y caminatas interminables, la alternativa de Porto, mucho más liviana, era una tentación irresistible que no decepcionó. Encontramos un cartel manejable –más pequeño, sí, y con ausencias, también- que permitía ser visto casi en su integridad si uno se empeña, un entorno magnífico como es el Parque da Cidade –donde solo la lluvia puede deslucir- y un sonido excepcional –la gran asignatura pendiente de los festivales españoles- en sus cuatro escenarios. Lo que no me esperaba es el tipo de público que encontré, serio y disciplinado, que a estas alturas forma parte de la marca y en general está muy por la labor de ver conciertos. Y no tanto de caer en la disipación y molicie. Qué novedad.

 

Y luego, claro, estaba la ciudad. Inexplicablemente, no la conocía. Tampoco su oferta hotelera y gastronómica, de selecta para arriba y económicamente todavía accesible. Con todo más o menos al lado, y esa atmósfera que te hace olvidarte a los cinco minutos de que estás en un país extranjero. Yo, que cruzo a San Juan de Luz y creo estar en otra galaxia, agradezco estas cosas.

 

Esta última edición 2016 ha sido quizá la menos resultona en lo musical, con algunas severas decepciones (como Algiers, que parecen aún bisoños como para reproducir en escena todo lo que su impecable disco prometía, o Air, entregados a un molesto solipsismo) y unos cuantos nombres fuera de forma o momento. Pero uno aprende a relativizar estas cosas, a sabiendas de que el partido es largo y que más nos vale reservar el premio a la carrera completa y no solo para alguno de sus hitos. Y además, qué coño, vimos varios conciertos de muchísimo nivel que justificaron –tampoco es que hiciera mucha falta…- el viaje hasta allí. Seleccionaré cuatro que me parecieron especialmente afortunados.

 

algiers ps2016 porto eduardoranedo bifmAlgiers, into the woods // Eduardo Ranedo

 

Dos ya el jueves, día en el que Deerhunter ofrecieron la primera gran noticia del festival. Acierte más o menos, Bradford Cox se ha ganado el derecho a ser seguido, y visto el plan que trajo a Oporto con mucha más razón. Con una puesta en escena amabilísima, melódicamente irreprochable y tirando de un repertorio muy accesible, generaron un buen rollo contagioso que metió a la gente en su show sin que se diera ni cuenta. Y no es que tampoco se dejaran en la gatera sus requiebros y frikadas, que bien que las pusieron sobre las tablas. Un rato después me convencieron completamente Parquet Courts -un grupo con el que conecto mucho por su raigambre neoyorkina, pero que me desconcierta en su irregularidad- gracias a un bolo aplastante y sin tregua en el que se mostraron muy dotados a la hora de digerir influencias mucho más variadas de lo previsible, modélicos en actitud y acertados en un repertorio que nos pasó por el morro al rock del CBGB, por supuesto, pero también a Wire, a Captain Beefheart y hasta a Zappa. Poca broma, nos llevaron muy arriba.

 

Ya mediado el viernes nos quedamos con las ganas de poder dedicar más tiempo al concierto de Floating Points, a quienes no conocía y me engancharon con un arranque tan ensoñador como adictivo, con impactantes visuales y una electrónica accesible que jugueteaba con el jazz, pero la coincidencia parcial con PJ Harvey hacía irreversible la mudanza. Y en buena hora. Con una formación de lujo y una cuidada escenografía cuyos granulados claroscuros te metían en un mundo misterioso y un pelín desasosegante, terminé con la sensación de haber asistido a uno de esos conciertos realmente valiosos. Domando a una súper-banda privándola de cualquier exceso hasta someterla, convirtiéndola en un sofisticado manto sobre el que lucir una voz más seductora que nunca, Harvey acreditó que –ya da igual que con guitarra, con piano o como ahora, con saxo- su nivel es el máximo, y está a punto de derribar de un golpe cualquier límite que se le ponga por delante. Y algún nombre clave de la historia del rock incluido. Sigue creando y mejorando, y su último disco –que ya era magnífico- sale muy reforzado por una apuesta en directo que puede llevarte al éxtasis.

 

car seat headrest ps2016 porto eduardoranedo bifmLa frescura de Car Seat Headrest // Eduardo Ranedo

 

El sábado quizá fue el día que dejó las peores sensaciones, pero también hubo mucho bueno y entre ello destacó la frescura y rotundidad de Car Seat Headrest, proyecto de Will Toledo que –vista la intensidad con que se vivió desde el público- parece haber calado hondo en Portugal, un país muy anglófilo que te hace creer que su cultura musical es de verdad. Lo cierto es que dieron un concierto increíble, con toda esa frescura y a la vez solvencia que muestran los grupos en estado de gracia. Su pop muestra hechuras muy interesantes y la banda golpeó duro recordando a muchos de los grandes del indie clásico. Algunos de los cuales no tenían un compositor como Toledo, ojo.

 

Iremos a Oporto el año que viene. De hecho, que falte menos para regresar es la única buena noticia que ha traído el volver de allí.

 

nos primavera sound 2016 publico hugolima bifmObrigado, Porto // Hugo Lima

 

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