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Joseba Vegas

Por qué tengo pendiente una nueva visita a Eskorbuto en el cementerio de Santurtzi

Nací y crecí en la Margen Izquierda del Nervión durante los jodidos años 80, la época dorada del «Rock Radikal Vasco» y de bandas como Eskorbuto, santurtziarras como yo. Mi vida se desarrolló alrededor del cementerio de Kabiezes, donde están enterrados Iosu y Juanma, quienes van a seguir ahí, cuando parecía lo contrario. Toca volver

Nací y crecí en la Margen Izquierda del Nervión durante los jodidos años 80, la época dorada del «Rock Radikal Vasco» y de bandas como Eskorbuto, santurtziarras como yo. Mi vida se desarrolló alrededor del cementerio de Kabiezes, donde están enterrados Iosu y Juanma, quienes van a seguir ahí, cuando parecía lo contrario. Toca volver

 

El cementerio de Santurce está en la parte alta del municipio, lindando con Portugalete, en el barrio de Kabiezes. De ahí soy yo y ahí es donde viví los primeros 28 años de mi vida, por lo que un altísimo porcentaje de mis experiencias vitales tuvieron lugar en esa zona y, curiosamente, en torno al camposanto en cuestión.

 

En su lado sur está «la campa del depósito«, donde iba con mis padres a jugar a la pelota driblando cacas de vaca. En su lado oeste, el campo de fútbol de la «Peña Salinas» (en honor a Julio y Patxi, claro -hoy es la «Peña Athletic«-), el cual utilizábamos como patio de recreo al carecer de él nuestro colegio (el cercano Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús -que, a pesar de ser privado, era muy muy de barrio obrero, en todos los sentidos-).

 

eskorbuto cementerio_bifmAnexo a ese campo de arena había otro campo, de hierba, el del Gazteak, equipo «rival» del cual yo fui jugador en mis tiempos adolescentes. Esa etapa balompédica coincidió con los años de instituto, Axular era el nuestro, el cual estaba (y está) situado frente a la cara norte del cementerio, paralelamente a él. Así, recuerdo estar preparándome para Selectividad y quedar entre absorto y horrorizado viendo desde la ventana de clase cómo extraían despojos de varios de los nichos situados justo enfrente. Desde luego, se le quitaban a uno las ganas de estudiar, siendo tan consciente de lo que nos deparaba el futuro, esa cosa desconocida e imprevisible por la que se suponía que había que luchar.

 

Yo llevo a gala eso de ser santurtziarra, eso de ser de la Margen Izquierda del Nervión, eso de haber nacido en los jodidos 80 en un lugar tan jodido como la Margen Izquierda del Nervión en los años 80. Me enorgullezco de ello porque, sinceramente, era una puta mierda… pero ya no lo es (o no tanto, joder, menos mal). Resulta reconfortante ver que aquello del «No future» que cantaban los punks solo era una verdad a medias y que se podía salir adelante… no sin mucho esfuerzo y fuerza de voluntad, claro (gracias, queridos progenitores míos).

 

eskorbuto promopuerto bifmPues bien, de aquel pasado oscuro y depresivo, marcado por el desempleo (mi padre llegó a estar tres años seguidos sin currar) y la heroína (todos los rincones que he citado antes estuvieron plagados de jeringuillas en su día) quedan poquitas cosas, como el propio paro… o el recuerdo de aquellos punks de cresta, tachuelas y cadenas, con pocos kilos y menos dientes. Fueron los años del «Rock Radikal Vasco«, la época dorada de Kortatu, La Polla Records, Cicatriz o Hertzainak, si bien en nuestro entorno los «putos amos» eran Parabellum, Zarama y, claro, Eskorbuto, la madre del cordero del punk vasco, español e hispano, un grupo histórico y legendario que debería tener reservadas varias páginas en la «Enciclopedia del Rock«, junto a iconos anglosajones como los Clash o los Pistols.

 

Eskorbuto se formaron en 1980, año en el que yo nací, manteniéndose activos con sus miembros originales durante toda esa década. Sin embargo, a comienzos de los 90, el jaco hizo estragos en el grupo, generándoles graves problemas de salud a Iosu Expósito y a Juanma Suárez, quienes fallecerían en 1992, con apenas cinco meses de diferencia. Desde entonces, el cementerio (al que llegué a entrar varias veces fuera de horario, saltando la más bajita de sus tapias) ha sido lugar de peregrinaje para muchas personas llegadas desde infinidad de puntos del globo terráqueo, siendo Latinoamérica (donde caló muy hondo el mensaje «anti-todo«) un punto de origen verdaderamente recurrente.

 

eskorbuto x2_vertical_bifmDar con los nichos de los dos «punkis» más ilustres del lugar no era para nada difícil. Pintadas, latas de cerveza, fotos dedicadas y hasta cassettes o cedés de bandas altamente influidas por la obra de ambos músicos diferenciaban sus tumbas de todas las demás, destacando incluso por encima de los suntuosos panteones familiares coronados por estatuas y grandes lápidas de marmol.

 

Ahora, el nicho de Iosu acaba de ser vaciado tras caducar la concesión del pabellón donde se encontraba, por lo que todo apuntaba a que sus restos acabarían en una fosa común. Sin embargo, la presión de sus incondicionales en el propio municipio (donde existe un colectivo «Por Iosu y Juanma, calle en Santurtzi«) y a través de las redes sociales, junto con el tacto y el tino mostrado por el Ayuntamiento en este asunto, han posibilitado que se reserve un espacio en el propio cementerio, donde se colocará una urna con las cenizas del recordado guitarrista y cantante.

 

Yo espero visitar algún día las tumbas de grandes como Ian Curtis (en el cementerio inglés de Macclesfield), Johnny Ramone (en el Hollywood Forever de Los Ángeles) o Jim Morisson (en el parisino Pére Lachaise), pero, antes, tengo pendiente volver al cementerio de Kabiezes, ese mismo al que miraba desde el instituto, aquel en el que se nos colaban balones de fútbol durante los recreos o los entrenamientos y el mismo en el que fumamos furtivamente algún que otro paquete de Ducados. Porque el punk no está muerto, ya os digo yo que no.

 

 

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