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El Muro de Bilbao (pt. 1): “Solo ha servido para gastar dinero y romper brazos”

Migrantes en el Puerto de Bilbao

Una serie de entrevistas en torno a las personas que tratan de colarse en los ferris que viajan a Inglaterra. Parte 1: Ongi Etorri Errefuxiatuak

Migrantes albaneses, en el Puerto de Bilbao// Zierbena Sarea
Inauguramos una serie de entrevistas en torno a la situación de las personas en tránsito que, acampadas en las inmediaciones del Puerto de Bilbao, aguardan para colarse en los ferris que viajan a Inglaterra.

El 24 de octubre de 2016 se iniciaba al norte de Francia el desmantelamiento de la conocida como «Jungla de Calais«, el mayor campo (improvisado) de migrantes de Europa, donde malvivían más de 7.400 personas (afganas, sudanesas y eritreas, la mayoría) esperando dar el salto al cercano Reino Unido.

Tras aquella «operación humanitaria», como la definieron las autoridades, casi la mitad de los refugiados obtuvo el asilo, pero varios cientos quedaron en tierra de nadie (nunca mejor dicho): sin opciones de llegar (legalmente) a Inglaterra, oportunidad de asentarse en territorio galo, ni, por supuesto, regresar a sus países de origen, marcados por la guerra, la persecución y una nula esperanza de futuro.

Sin cejar en su empeño de cruzar el Canal de la Mancha, siguieron intentándolo desde la propia Calais, durmiendo en descampados o insospechados recovecos de las afueras, ante la obstinación de las autoridades de no permitir el levantamiento de un nuevo campamento. Frustrados, muchos abandonaron finalmente la localidad, buscando puertos alternativos más lejanos desde los que poder embarcarse. Fue así como empezaron a llegar a Bilbao (a Santander, a Gijón e incluso a Vigo) algunos de los refugiados rebotados de Alta Francia.

De esta manera, localidades como Santurtzi y Zierbena, en Bizkaia, comenzaron a recibir a numerosas de las denominadas «personas en tránsito» que ansiaban colarse en alguno de los ferris que, partiendo del Puerto de Bilbao (cuya superficie pertenece, mayormente, a ambos municipios) atracan todas las semanas en Portsmouth cargados de turistas o mercancías.

El Abra

Puerto de Bilbao // Bilbao Port

Algunos lo consiguieron; la mayoría, no. Pero todos, durante mayor o menor espacio de tiempo, acamparon en las inmediaciones portuarias. Hubo cierta alarma social y las instituciones respondieron: desmantelando acampadas, en primera instancia, y construyendo un muro de hormigón de cuatro metros de altura, finalmente. Eso fue a finales de 2017. Dos años después, el muro sigue tratando de impedir que los barcos de Brittany Ferries sean abordados por los polizones, quienes ya no son de origen asiático ni africano, sino mayoritariamente europeo: de Albania.

Recién pasado el verano, la época del año en la que mayor número de incursiones se registran en el Puerto de Bilbao (tanto por el mayor tráfico naval, como por lo favorable del clima), y aún con dramas migratorios en la retina como los vividos en el Mar Mediterráneo a bordo del barco Open Arms, contactamos con Merce Puig Zuluaga, miembro de la plataforma Ongi Etorri Errefuxiatuak (cuya finalidad es la de «sensibilizar a la población de Bizkaia sobre el drama de las personas refugiadas») y de la red Zierbena Sarea (que trabaja «por los Derechos Humanos de las personas en tránsito alrededor del Puerto de Bilbao»).

Ella sabe más que nadie acerca de la situación y el día a día de «los chavales», como se refiere a ellos, así que protagoniza la primera parte de esta serie de entrevistas que hemos titulado «El Muro de Bilbao«.

Merce, de Ongi Etorri Errefuxiatuak

Merce, junto a la Ría de Bilbao // BI FM

Ha sido un verano movido… ¿Cómo habéis vivido una historia como la del Open Arms? ¿Qué nivel de implicación tenéis en estos asuntos?

Ongi Etorri Errefuxiatuak está compuesta por voluntarios, no hay absolutamente nadie liberado, nadie cobra, así que, a nivel individual estamos todos más que implicados. Y no todos estamos siempre aquí, algunos de nuestros miembros van a otros lugares, allá donde estén en peligro los Derechos Humanos. Temas como el del Open Arms los vivimos con desazón. Sientes que lo que hacemos son solo parches que no sirven para nada.

¿Cómo valoras la actuación de los políticos europeos y de los medios de comunicación en crisis como esa?

Mal, pero es que la clase política somos nosotros, ¡nosotros los hemos puesto ahí! No entiendo que ni ellos respeten las leyes y que no pase nada. Si yo voy en un barco y hay un yate hundiéndose y no ayudo a esas personas, seguro que me imputan un delito, pero, si no es un yate, sino una patera, te dicen lo contrario: ¡cuidado con lo que haces! Ellos no cumplen y a ti no te dejan.

Os acusan de ayudar a las mafias.

Se utiliza ese argumento tanto en el Mediterráneo como en el Cantábrico. La gente se juega la vida y te vienen con que ayudas a las mafias o que te los lleves a casa si te gustan tanto. Son excusas y frases hechas.

Pintada contra los inmigrantes

Pintada (a favor y) en contra de la inmigración // Zierbena Sarea

Las personas con las que tratáis vosotros en torno al Puerto de Bilbao no son africanas, ¿no?

No, son mayoritariamente de Europa del Este, de Albania. ¿Que qué hacen aquí? En su país, Zara, por ejemplo, paga 230 euros al mes por un trabajo a jornada completa. Pero su ropa cuesta allí exactamente lo mismo que aquí. Imagínate cómo vive la población.

Para nada estimáis que supongan un problema real en nuestro entorno.

Son personas en tránsito. Había miedo de que esto pudiera convertirse en un nuevo Calais, pero aquí lo máximo que ha habido han sido 70 personas a la vez. Al menos, que nosotros tuviéramos contabilizadas. Échale 100, si quieres. Pero es que el muro levantado para contenerlas ha costado entre 300.000 y 500.000 euros. ¿Tú sabes todo lo que se podría haber hecho por estas personas con ese dinero? ¡Por 100 personas! Luego nadie les ofrece una comida o una ducha.

Vosotros sí les dais esa ayuda. Hay quien no lo entiende y os ataca por ello.

Para mí no son ataques personales, me los tomo como una muestra de ignorancia. Quizá con esa persona que me dice “llévatelos a tu casa” no tengo nada que hacer, pero sí con sus hijos, a través de charlas en los institutos, por ejemplo. Ongi Etorri no nació para actuar de manera directa, era solo una plataforma de denuncia. En Euskadi parecía que estos problemas no eran cosa nuestra. Pero desmantelaron Calais y nos encontramos con casos como estos.

Ongi Etorri Errefuxiatuak / Bienvenidos Refugiados

Pancarta de Ongi Etorri Errefuxiatuak // Zierbena Sarea

Así que pasasteis a la acción directa al ver que había personas pasándolo realmente mal.

Y a las que nadie ayudaba, sí. Buscaron nuevas rutas, acabaron aquí, y nadie quería encargarse. Fuimos a los ayuntamientos a comunicar lo que pasaba y nada. Zierbena alegaba ser “muy pequeño”, cuando parte del municipio está en usufructo por parte del Puerto de Bilbao, también mucho de su equipamiento, y el Puerto le reporta dinero. En Santurtzi, que es mucho más grande, más de lo mismo. “No duermen aquí”, nos decían, así que no era cosa suya. Cuando los chavales hacen vida en la ciudad, hacen sus compras, toman un café, recargan el móvil. Hacen gasto, pagan IVA. ¿Qué habría que hacer, entonces? ¿Ponerlos a dormir en el parque?

Denunciáis inmovilismo por parte de las instituciones.

Totalmente. Por eso hubo que pasar a la acción directa, pero seguimos intentando que las instituciones den un trato digno a estas personas al tiempo que realizamos una labor divulgativa.

¿Por qué lo hacéis? ¿Por humanidad?

Porque todo el mundo tiene derecho a ir donde quiera. Yo ni siquiera me considero mejor persona por hacer esto. Habrá gente que lo haga porque es superbuena, pero yo lo hago porque me obliga a tener los pies en el suelo. Trabajo ocho horas, tengo familia, hago otras cosas… y, además, hago esto. A veces te preguntas por qué, porque realmente llega a ser agotador, pero a mí me sirve para no perder el tiempo con tonterías.

Te enriquece como persona, quieres decir.

Eso es. Me ayuda a seguir un cauce diferente al de la rutina de nuestra sociedad consumista. Aparte de todo lo que te aporta relacionarte con otras personas, de otros lugares, te ayuda a ser más solidario. Tengo una hija de 14 y otra de 13 años que llevan estos últimos dos viniendo conmigo a Zierbena. La apertura de miras que tienen gracias a esta experiencia me parece muy beneficiosa. Yo he aprendido un montón de cosas que desconocía.

Ropa para ayudar a personas refugiadas

Almacén de Ongi Etorri Errefuxiatuak // Zierbena Sarea

Al final, la clave está ahí. En conocer. En informarse, ¿no?

Es lo más importante. Fíjate cuando se dice “vienen a robarnos el trabajo” y, a la vez, “vienen a cobrar la RGI”, pues oye, o una cosa o la otra, ¿no? Son discursos aprendidos por personas que no tienen ni la más mínima intención de conocer la realidad de las cosas.

¿Para qué ha servido el muro?

Para gastar dinero, romper brazos y piernas y poco más. Bueno, también para descartar a algunos. Alguien como yo ya no podría colarse. Pero, para chavales jóvenes que ansían encontrar su sitio, tener un futuro, que se tiran hasta 13 meses viviendo en una tienda de campaña, para gente a la que le va la vida en ello… ¿qué es un muro?

¿Cómo es su día a día?

Lo peor es que no tienen nada que hacer. Así que dan vueltas, están sentados en el parque, toman un café… No tienen un sitio donde estar. Luego, encima, la gente los ve y dice que son unos vagos, que no hacen nada y que cobran ayudas. Mentira, claro, pero la propia situación de los chavales alimenta ese discurso. ¿Qué quieren que hagan? Pues duermen por la mañana y tienen toda la tarde sin nada que hacer, hasta que llega la noche.

Campamento de migrantes desmantelado en el Puerto de Bilbao

Campamento desmantelado en el Puerto de Bilbao // Zierbena Sarea

E intentan colarse en el Puerto…

En verano hay más ferris, así que entran más. Algunos acceden por la noche, sí, el día anterior, para esconderse con tiempo. Otros optan por entrar el mismo día, para evitar tirarse mil horas escondidos para nada en un camión. Lo normal es que lo intenten y reintenten varias veces. Por eso también es mentira cuando en el periódico dicen “ha habido 1.500 intentos”. No, mira, ha habido personas que lo han intentado 10, 12, 15 veces.

Es que no será tan fácil.

Para nada. Lo primero, salta el muro y consigue entrar en el Puerto. Llega a un tráiler y cuélate en él sin que te cacen. Luego, que sea uno de los camiones que no abra la Policía (que abre casi todos). Una vez en el ferry, que tampoco revisen el tuyo. Una vez allí, tras tres días encerrado, puede que haya un cuarto dependiendo del tipo de aduana que le toque pasar al camión. No es lo mismo un camión que va de España a Inglaterra que uno que viene de Marruecos. Si lo retienen, entonces tienen que intentar salir del tráiler y después del puerto, porque, si los pillan, los mandan de vuelta. Pero a Santander. Ni siquiera los devuelven a Bilbao.

¿Qué hacéis vosotros con estos migrantes que aguardan a saltar el muro?

Pues empezamos dándoles mantas y así. Te hablo de hace dos años. Luego unas tiendas… más tarde unos bocadillos… Nos dimos cuenta de que comer de bocadillo siempre, sobre todo en invierno, podía ser muy duro, así que empezamos a ofrecerles una cena caliente a la semana. Ahora seguimos dándoles material y hacemos tres cenas a la semana, viernes, sábado y domingo. El resto de días, por lo menos, les damos café con galletas. En el mismo sitio siempre, en la calle. Hacemos lo que podemos.

¿No os han cedido ningún local?

Hemos pedido un millón de veces que nos dejaran usar las duchas de la playa de Zierbena, responsabilizándonos nosotros, pero nada. En el barrio de San Juan, en Santurtzi, el cura nos ha cedido un local parroquial por iniciativa de los parroquianos. Es una vieja guardería que van a tirar y el único sitio donde poder resguardarse. Anda que no llueve aquí. Y acuérdate de cuando nevó…

Ongi Etorri Errefuxiatuak

Local parroquial habilitado para acoger migrantes en Santurtzi // Zierbena Sarea

No parece una vida de lujos… hay quien dice que están mejor que bien.

Yo jamás dormiría en una tienda de campaña ni cenaría en la calle. Dicen también que tienen la cartera llena de dinero, cuando lo que pasa es que el poco que tienen, lo llevan encima. No van tirando de tarjeta de crédito…

¿Por qué no intentan quedarse… y por qué Inglaterra?

Porque allí hay muchos albaneses y tienen no solo familiares y amigos, sino trabajo asegurado en la construcción. Trabajo en B, por cierto. Es algo parecido a lo que pasa aquí con los africanos y el top manta. Todos vienen conociendo a otra gente de su país. Aquí, sin papeles, los albaneses tienen muy difícil trabajar. Llegan fácil al ser territorio continental y porque, al ser parte del espacio Schengen, ellos tienen tres meses de visado como turistas, si bien cada vez les ponen más problemas. Ahora, por ejemplo, les exigen llevar 1.000 euros encima. Pero, claro, pasa uno, ingresa ese dinero, lo saca otro… y está ese dinero venga a dar vueltas.

¿Qué alternativa dan nuestros políticos para esta gente?

Ninguna. Hay una labor policial y ya está. Ha habido problemas también con eso, con agentes que se han propasado, que han agredido y vejado a estas personas. Hemos puesto denuncias ante el Ararteko (el Defensor del Pueblo) y su respuesta ha sido «es que no tenemos departamento de personas en tránsito, no podemos hacer nada». ¡Pues habrá que crearlo! Si tenemos personas en tránsito, ¿miramos a otro lado? También alegan que «es que van a hacer algo ilegal». Ya. ¿Y si no lo hacen? ¿Si les damos la alternativa de quedarse? Ojo, que algunos lo hacen… ¡No veas lo que ligan los albaneses! Los hay que se han quedado por amor…

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