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Eduardo Ranedo

El Disco del Mes: Blood Quartet – Until My Darkness Goes

Blood Quartet // Sergi Escribano

«Puede ser el mejor disco publicado en España en este 2018», alaba nuestro Eduardo Ranedo en su crítica

Blood Quartet // Sergi Escribano
Para este noviembre con el que, ya sí, nos ha llegado el frío, Eduardo Ranedo recomienda el último lanzamiento de la banda de Mark Cunningham. «Puede ser tranquilamente el mejor disco publicado en España en 2018», alaba

La mala suerte me impidió ver a Blood Quartet en las visitas que hicieron a Euskadi para presentar su anterior LP, un trabajo que me pareció excelente, interesantísimo por lo que tenía de diferente en una escena demasiado constreñida como es la de aquí. Así que celebré enormemente el hecho de que Thurston Moore los escogiera como teloneros de su concierto en la Sala Apolo de Barcelona a finales del año pasado, allí podría sacarme la espina. Terminado su bolo y ya arrancado el de Thurston, mi cabeza me vacilaba con el repaso mental a lo recién escuchado mientras mi cuerpo quería meterse en el bolo principal, que ardía ya desde el primer acorde. Una putada que se resolvió finalmente con una conclusión alentadora: qué buena noticia es el hecho de que tanto Mark Cunningham como Thurston, ambos rondando los sesenta años, sigan haciendo música tan atractiva. Tanto que resulta comparable a la mejor que hayan podido ofrecer durante sus largas carreras.

Cunningham, exponente esencial como miembro de Mars de aquello que se llamó no wave en la Nueva York de finales de los setenta, residente en Barcelona desde hace casi treinta años y un activo importante desde entonces dentro de la escena de sonidos underground de la ciudad condal, tanto en solitario como formando parte de proyectos variados durante todo este tiempo, parece haber encontrado en Blood Quartet -banda que comparte con los miembros de Murnau B.– el vehículo que puede convertirle en algo más que un referente para iniciados. Si su anterior LP -«Deep Red«- era excelente, «Until My Darkness Goes» (Gandula) puede ser tranquilamente el mejor disco publicado en España en 2018.

Portada de "Until My Darkness Goes"

Portada de «Until My Darkness Goes»

Blood Quartet hacen música libre, free-rock severamente adictivo en su discurrir entre el jazz, el rock avanzado, el ruido, los ambientes propios de una claustrofóbica banda sonora y la resaca más plácida de los sonidos que alumbró la no wave. Un batiburrillo que puede espantar a los «enrockaos» de turno, alérgicos al mínimo esfuerzo, pero que lejos de proponer una barrera infranqueable por los menos aventurados ofrece una experiencia de inmersión amable, que te atrapa y sacude. Es «Until My Darkness Goes» un trabajo algo menos inmediato de lo que fue «Deep Red». Se mantiene lo orgánico, también lo sensual y lo profundo de un sonido que con apenas unos pasos ya cabe considerar como que es casi propio, todo un logro y más viniendo de músicos experimentados, con recursos para aparentar movimiento sin salir de su zona de confort. Se abandona –al menos en parte, pues apuntes rabiosos los hay a patadas- la vertiente más severamente abrasiva de aquel para caer en un discurso más articulado en el que la trompeta siempre libre de Cunningham teje sólidas relaciones con unas guitarras que no parecen muy alejadas del discurso tardío de Sonic Youth. La base rítmica, omnipresente, empuja pétrea con la solidez que uno asocia con los discos de enjundia. El sonido es tan franco que parecen haberse metido en tu casa sin llamar.

Lleno de detalles que lo convierten en inabarcable en el corto plazo, su desarrollo promete pellizco permanente. Un disco tan lírico como crepuscular en el que todo parece tener sentido, mucho menos extremo de lo que parece y sin embargo muy radical por lo que supone de reto para el que a él se expone. No son piezas fáciles, no. Pero son canciones excelentes en las que manejándose con solvencia entre la disonancia y los ecos de un western que terminará seguro como el rosario de la Aurora, donde a los puñetazos suceden las caricias del poli bueno -esas que anuncian tormenta- y en las que conviven músicas que vienen obviamente de atrás pero no dejan de mirar hacia adelante. A Blood Quartet les ha bastado un par de discos para dejar claro que no hay manera de saber hacia dónde en concreto, y no se me ocurre mejor noticia.

 

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