BIFM
Eduardo Ranedo

El Disco del Mes: Gaizka Insunza – Gaizka Insunza

El álbum homónimo que acaba de publicar en solitario el músico de la banda Audience suena a clásico

Gaizka Insunza, en solitario // bidehuts
El álbum homónimo que acaba de publicar en solitario el músico de la banda Audience suena a clásico, a pop químicamente puro sazonado con label de autor. Es el disco de este noviembre para BI FM

Imagino que de lo que se trata en este momento es de hablar lo menos posible de Audience, banda con la que Gaizka Insunza lleva publicando discos desde hace bastante más tiempo del que parece. Es una pretensión que fracasa de inmediato dado que probablemente la razón de ser que explique su primera aventura en solitario radica precisamente en el ADN del grupo de Gernika, tan lleno de audacia e inquietudes como alérgico a cualquier tipo de atadura. Cómo no esperarlo, si todo lo que nos ha ido llegando del universo Audience ha venido marcado precisamente por sus ganas de avanzar. Cómo pensar que cualquier idea que rondara por sus cabezas pudiera quedar en la nada.

El disco homónimo que ahora publica en solitario («Gaizka Insunza», bidehuts, 2019) contiene solo ocho canciones. Breves, apenas veinte minutos que pasan en un suspiro, caracterizadas según cuenta su autor por sus aires soñadores, nostálgicos y algo escapistas. Quizá lo sean desde el punto de vista conceptual o literario -si él lo dice, mal haríamos en llevarle la contraria- pero en lo estrictamente musical estos temas encajan bien como parte de esa secuencia inagotable y atemporal que es legado de los compositores de alcurnia, hundiendo sus raíces en la tradición anglosajona y sobre todo en referentes más localizados en los sesenta y setenta que en épocas recientes. No hay aquí mucho aditamento que nos haga pensar en lo ocurrido después de la nueva ola, por ejemplo, ni grandes dosis de heterodoxia. Todo suena a clásico, a pop químicamente puro sazonado con label de autor.

"Gaizka Insunza"

Portada del disco homónimo de Gaizka Insunza

Fiel a su estilo vocal, muy de enfatizar cuando canta, Gaizka opta en estas canciones por un tono menos visceral –por definirlo de alguna manera- que el que nos tiene acostumbrados en Audience, un grupo en el que la entraña juega siempre un papel más relevante de lo que parece. Asistimos pues a un muestrario más templado, no del todo alejado a la parte más Americana del grupo matriz. Con ecos a Neil Young, Harry Nilsson o Randy Newman -o a un proyecto más cercano como son los Wild Money del madrileño Guillermo Farré-, si el objetivo era barajar un puñado de influencias y maneras para llevarlas hasta un terreno personal, manejando en el proceso unas hechuras cada vez en mayor peligro de extinción, hay que reconocerle el éxito. Todo lo que pueda faltarle de originalidad se suple por una certeza: No parece pertinente recurrir a esa molesta coletilla condenatoria que apela a lo “ya muy visto”. Este disco es, en su modestia, especial.

Lo cierto es que llevaba mucho tiempo en el armario, casi tres años buscando su momento después de que lo grabara en los cada vez más activos Silver Recording Studios de Martín Cápsula. Con la ayuda de la batería de Mariana Pérez (Sonic Trash, Mani-Las) y el acordeón de Rubén Garatea (Audience), Gaizka se marca un disco a lo Juan Palomo que, quizá, no se atrevía del todo a sacar a la luz. Si ese fue el motivo del retraso, estaba en un error. Es evidente que su propuesta, tal y como está la cosa, apenas tendrá repercusión más allá de un reducido grupo de gente cuya inquietud viene definida precisamente por estar completamente al margen del ruido musical mediático. Pero es evidente que discos así, que en falta de pretensiones demuestran que es posible seguir haciendo música personal e interesante sin salir de los caminos de toda la vida, son más importantes de lo que parece. En Euskadi por supuesto, por romper con esa dicotomía tan clara que separa lo rupturista y arriesgado –lo más atractivo- de lo casi prescindible por reiterativo y conformista. Una vía intermedia, accesible pero con calidad, era posible y necesaria. Y a otro nivel… pues parecido. Aunque solo sea para evitar que por estar tan pendientes de tanto árbol terminemos por perder de vista el bosque.

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