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Eduardo Ranedo

El Disco del Mes: Hollow Hand – Star Chamber

Hollow Hand

Eduardo Ranedo nos recomienda un debut «muy inspirado» que huele «a esa gloriosa tradición británica caracterizada por expandir los límites del pop».

Hollow Hand
Eduardo Ranedo nos recomienda el álbum debut de la banda inglesa, un disco muy inspirado que huele a esa gloriosa tradición británica caracterizada por expandir los límites del pop de manera que en él puedan acomodarse cómodamente lo folk y lo psicodélico

Procedentes de Brighton, Hollow Hand son un trío liderado por un geniecillo llamado Max Kinghorn-Mills. Y acaban de debutar –aunque hace tres años ya publicaron una casete de circulación reducida- con un disco muy inspirado que huele a esa gloriosa tradición británica caracterizada por expandir los límites del pop de manera que en él puedan acomodarse cómodamente lo folk y lo psicodélico, y también por incorporar tanto notas de crónica costumbrista a la manera de Ray Davies como detalles de moderada excentricidad que harán sonreír a los amantes de XTC, Martin Newell o el Julian Cope más accesible.

Hollow Hand proponen un trabajo que respeta la filosofía do-it-yourself, grabado en un estudio doméstico y en el que todo lo que sobrevuela parece venir determinado por lo natural y lo bello. Un LP elaborado con exquisito detalle que parece hecho justo en contra de la inmediatez que definen estos tiempos, apostando por un sonido y unas canciones hechas claramente para perdurar. Con una producción limpia y precisa que consigue que todos los detalles suenen con el nivel de protagonismo requerido, «Star Chamber» (Talkshow Records) llega a la vez que lo han hecho las ediciones conmemorativas de discos históricos y esenciales como la del disco blanco de los Beatles o el «Village Green Preservation Society» de los Kinks, justo el tipo de referencias que mejor vienen para ubicar de lo que estamos hablando. No se trata de ponerlo a ese nivel pero sí de señalar que no será extraño que la escucha de uno lleve a recuperar los otros. No parece mala manera de invertir el tiempo.

"Star Chamber" en vinilo

«Star Chamber» luce así

Y es que toda esa magia de los títulos clásicos parece tener reservada su pequeña parcela dentro de una colección que alberga retazos de aquel sonido californiano que se gestó en la escena de Laurel Canyon, estructuras que son herederas de las firmadas por Harrison o McCartney o ideas gestadas en periodos posteriores, pues hay apuntes de Bolan, los Dead o Neil Young y también de Albarn o Beck. Sin embargo, nada suena esencialmente revivalista, más bien atemporal, siendo puro pop contemporáneo, vital y positivo, en el que apenas hay espacio para la pesadumbre ni para la desazón. Kinghorn-Mills nos cuenta cómo le cuesta reconocerse en un mundo con demasiadas cosas que le espantan, pero al mismo tiempo se siente agradecido por todo lo que tiene.

Amparado en un cierto misticismo que le aleja de la agresividad urbana, se abre en canal para exponer problemas derivados de una enfermedad mental o de la sensación de aislamiento –“A World Outside”, un tema que adelantaron el año pasado en single-, contratacando acto seguido con una pieza impecable de pop quintaesencial como “Milestone”, el tipo de canción que uno estamparía en las orejas de todos los que se quejan de que ya no se hace música como la de antes.

«Star Chamber» es uno más de la larga lista de discos extraordinarios publicados en 2018, un año cuya cosecha parece espléndida. Su tema final, “Land of the Free”, una canción de seis minutos en los que el trío parece querer resumir todo lo expuesto previamente y al mismo tiempo llegar a lugares a los que no habían podido asomarse, es el resumen perfecto de un disco que tiene pinta de que va a tardar mucho en agotarse.

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