El madrileño Alberto Anaut acaba de debutar con un disco cargado de excelente soul y funk clásico al estilo de los grandes, pero hecho en Madrid. «140» es una de esas sorpresas que un día te encuentras sonando en tu equipo de música y caes rendido a sus pies. Alejandro Arteche habla con el músico
Dentro de toda la oleada de nuevo soul blanco que arrancó con el éxito de Amy Winehouse y que está haciendo que este estilo sea cada vez más mayoritario, es una alegría comprobar que desde Madrid también aparecen bandas que pueden igualarse en calidad a las americanas. Este es el caso de Anaut, grupo a caballo entre Madrid y Amsterdam al frente del cual está Alberto Anaut y que acaba de publicar su primer trabajo, «140«. Alejandro Arteche, responsable del programa Trepidación, entrevista al músico.
– El llamar al grupo con tu apellido puede inducir a error. ¿Sois un grupo real o simplemente eres un cantante acompañado de una banda?
Los temas los escribo yo pero desde el principio se montaron con esta banda. La idea era que no hubiera un nombre específico que fuera el de Alberto Palacios Anaut sino que fuera algo más general que no necesariamente se tiene por qué entender como un apellido. Era algo que sirviera para hacer bolos yo con una guitarra sólo o en sexteto. Que sea algo que permita cambiar la formación de la banda y que sirva de referente a la música que tocamos
– ¿Cómo decides dedicarte a esto y formar el grupo?
Llevo tocando desde que tenía 8 años y con 14 ya estaba en bandas. He estado en Madrid muchos años en un grupo llamado Gospel Factory, que era una banda de gospel, en Hace Soul que era un grupo que tenía de jazz funk, he hecho orquestas de pueblo… mil cosas. Luego me fui a Pamplona a estudiar la licenciatura de jazz de guitarra y la he terminado en Holanda donde he estado tres años y acabo de volver.
– ¿Es en Amsterdam donde empieza a crearse Anaut?
Sí. Las canciones de este disco las ha tocado mucha gente antes. De hecho, el bajista y el teclista que me acompañan ahora estaban allí y con ellos ya tocaba varias de las canciones del disco.
– ¿Y por qué decides hacer soul?
Es la música que me gusta. Lo que he estudiado no es específicamente soul sino jazz pero lo que siempre me ha gustado es el soul, el folk, country… Pero tampoco creas que me preocupa el estilo, si el segundo disco no tiene nada que ver y sale otra cosa no me va a importar. Mi manera de cantar es la que creo que define mi estilo.
– Parece que estamos viviendo una nueva edad de oro del soul con el éxito de Joss Stone, Raphael Saadiq, la escudería de Daptone Records o Eli Paperboy Reed, que seguro que te han comparado mil veces con él… Pero es muy curioso porque todos estos tipos vienen a tocar a España y los conciertos se llenan, se organizan fiestas temáticas y lo mismo pero luego a los artistas nacionales parece que os cuesta salir.
Bueno, poco a poco. ¡Es que a mí todavía no me conoce nadie! pero lo de los conciertos y fiestas es verdad, he estado hace poco en el «Black is back» de Madrid y fue alucinante.
– El disco está grabado por vuestra cuenta a través de micromezenazgo, que es algo muy habitual en estos tiempos. ¿Teníais esa idea de financiación desde el principio o surgió porque no había interés por parte de los sellos establecidos?
La idea era hacerlo por crowfounding desde el principio porque el estar en un sello nos parecía inalcanzable. Mientras estábamos en el estudio grabando el disco, el dueño que es padre de un amigo (Paco Ortega, conocido productor de flamenco) y me conoce desde que era pequeño nos quiso echar un cable y llamó a varias discográficas y todas le dijeron que tenía que cantar el disco entero en castellano, entonces pues mira, de momento no. Si no funciona aquí nos iremos a otro lado, no hay problema. Media banda está en Holanda así que si nos tenemos que ir para allá nos vamos. Creo que hay que ser honesto con la música que se hace.
– Cada vez se está saturando más este tipo de modelo de financiación. ¿Os costó mucho llegar a la cantidad presupuestada?
Fue sorprendentemente fácil. Es mucho trabajo porque hay que estar encima de ello y ser muy perseverante. Teníamos 40 días y para el día 15 ya teníamos todo el dinero necesario así que al conseguir más de la cuenta pudimos pagar también el mastering. Una experiencia increíble. De hecho el disco se llama «140» porque ese es el número de personas que nos financiaron.
– ¿Cómo estáis haciendo la distribución?
En Madrid lo estamos colocando en tiendas pequeñas por la zona de Malasaña. No tenemos contrato de distribución con nadie así que casi todo es a través de nuestra web o de los conciertos.
– En el disco se mezclas piezas enérgicas de baile como «Phony mony» con otras más tranquilas e incluso un cover del “Hallelujah I love her so” de Ray Charles ¿En qué estilo te encuentras más a gusto?
En todos. Me gusta mucho alternar. Un repertorio muy dinámico pierde fuerza si estás todo el concierto arriba y un repertorio entero de baladas puede ser pesado. El hecho de tocar un tema muy cañero y luego una balada hace que la gente recupere el interés.
– También es cierto que en directo endureces un poco más las baladas y, sobre todo, se os ve que lo pasáis muy bien encima del escenario casi mejor que el público. Las presentaciones y animaciones del trompetista Ion Celestino casi te teletransportan a la mejor época del Apollo.
Es que esta banda es una especie de pequeño milagro. Venimos de sitios muy diferentes y vivimos en países diferentes así que ya sólo el juntarnos es motivo de alegría. No somos un grupo, somos amigos que nos reunimos para tocart. Estamos la parte de banda que vivimos en Madrid y trabajamos a diario y luego los músicos que viven fuera y han grabado el disco y esta es mi manera de devolverles el favor ya que nadie ha cobrado un duro por tocar en el disco, todo se utilizó para la grabación y fabricación del cd.
– Estando separados internet será importantísimo para trabajar y es curioso porque parece que eso está destinado más a otro tipo de música que al funk o el soul que es algo más «orgánico» y parece que necesita de una presencia física en el local de ensayo para experimentar.
Yo hago las canciones, las grabo con el garage band y les mando un mp3. Se las preparan y entre todos las terminamos y un par de días antes de la gira las repasamos. Aparte de los seis que habitualmente tocamos hay más gente involucrada en Anaut y a uno se le ocurre una cosa, yo se la paso a otro… Todos estamos por y para la música. No hay un sentimiento de que alguien sea más que otro en la banda y porque a un guitarra se le ocurra un arreglo, el que luego lo vaya a tocar en el disco o en el concierto no le importa hacerlo aunque no sea suyo si sirve para mejorar la canción.
– Imagina que alguien que haya escuchado el disco de Anaut y le haya enganchado quiera profundizar más, ¿qué artistas de toda la vida le recomendarías y cual ha sido tu último descubrimiento que compartirías con él?
Nat King Cole y Ray Charles son dos grandes y uno de mis últimos descubrimientos es el aleman Kurt Elling, un cantante de jazz impresionante.
