Eduardo Ranedo, venerado y respetado prescriptor de artefactos sonoros, una de las firmas más conocidas de la revista Ruta 66 y responsable en bi fm del programa Modelo Antiguo (que regresará a nuestra parrilla en 2016), se marca una deliciosa selección de 15 discazos imprescindibles este año para todo aquel que guste del buen pop-rock y que huya del mainstream o del enésimo hype de temporada
Eduardo Ranedo (Bilbao, 1968), abogado economista y Máster en Derecho Tributario por la Universidad de Deusto. Veterano crítico de Rock and roll, es una de las firmas más conocidas de la revista Ruta 66. Coleccionista compulsivo de libros, películas y, sobre todo, discos de vinilo, en bi fm se ha encargado del programa Modelo Antiguo (que regresará a nuestra parrilla en 2016).
Seguimos con los rankings musicales por géneros. Aparte del listado genérico de Los Mejores Discos del Año para bi fm, ya tienes disponible en esta web el de mejores álbumes de R&R-rockabilly-swing-soul y el de electrónica, así como el de mejores directos (más allá de nuestros tops sobre películas, series, cómics y novelas). Ahora nos centramos en el rock independiente, de la mano de Eduardo Ranedo, venerado y respetado prescriptor de artefactos sonoros.
MEJORES DISCOS 2015 DE ROCK INDEPENDIENTE
15. CHENCHO FERNÁNDEZ – Dada estuvo aquí (DRO / Warner)
Aunque publicado de manera artesanal durante 2014, su reciente recuperación por Warner le hace acreedor de estar en la lista. A ver si es verdad que la compañía hace por este disco, una colección de autor con clase, hecha a base de rock clásico, buenas letras y canciones que te atrapan, obra de un sevillano de larga carrera underground que por fin se lanza en solitario.
14. VÍCTOR SÁNCHEZ – Sacromonte (Wild Punk)
Es el guitarrista de José Ignacio Lapido y en su segundo disco presenta una colección de canciones amables, de escucha ligerísima, en las que pop-rock tradicional remite a cosas tipo Byrds o Heartbreakers, con un hilo sólido que las vincula con cierta tradición local. Un Lp que supera de largo a su debut y promete mucho para lo que vendrá, con especial mención a una banda que suena detallista y muy centrada.
13. SALTO – Idem (Autoeditado)
Una de las sorpresas del año, sin duda, como muestra las veces que ha sido citado entre lo mejor de la cosecha. Chilton y Big Star, los Beatles de George Harrison… toda la tradición pop y las robustas guitarras de los setenta encumbrando una colección que ha enamorado a todos los que no nos resignamos –alérgicos a los cantos de sirena…- a dejar de estirar los moldes tradicionales.
12. FERNANDO ALFARO – Saint Malo (I*M)
Inexplicablemente relegado a un segundo plano –como muchos otros de su generación..-, Alfaro sigue proponiendo discos sobresalientes en los que además se muestra capaz de ir actualizando musicalmente su mensaje. Sus letras mantienen el buen pulso que siempre tuvieron, sobra decir, y afloran melodías amables de entre lo crudo e inhóspito, en un disco que parece retomar la senda de intensidad que abandonó –siquiera parcialmente- con «La vida es extraña y rara».
11. RAFAEL BERRIO – Paradoja (Warner)
Todo se ha dicho ya sobre un disco y un artista que siempre está en su mejor momento. Rock de electricidad desatada, modelado a partir del legado –completo- de Lou Reed y Velvet Underground y del más competente indie rock de los noventa. Berrio y su banda –poca broma…- han dejado un disco para la historia del rock español, que el tiempo colocará –junto al resto de los suyos- en el lugar que muchos hoy le niegan.
10. ZEBRA HUNT– City Sighs (Tenorio Cotobade)
Debut del trío de Seattle, banda que nos sorprendió además en 2015 con una gira por locales pequeños con resultados sobresalientes. Partiendo de Feelies, The Clean o cosas más contemporáneas como Thee Oh Sees, sus canciones son pegajosas, puro pop sostenido sobre ese ritmo constante y machacón que dejaron como legado los grupos de los ochenta en Nueva Zelanda. Directos y un poco minimalistas, en sus temas cohabita sabroso jangle guitarrero, mucho pop de garage, post-punk y hasta psicodelia, revuelto con muchísima personalidad.
9. JOHN HOWARD & THE NIGHT MAIL – Idem (Tapete)
Es el regreso del responsable de Kid in a Big World, la obra maestra que CBS publicara a Howard en 1975. Recuperado de su semi-retiro por Robert Rotifer y el bajista de Paul Weller, Andy Lewis, construyen este precioso Lp de pop atemporal, británico hasta las trancas y heredero de los cantautores de mediados de los setenta, pelín ampulosos pero melódicamente intachables.
8. SUFJAN STEVENS – Carrie & Lowell (Ashtmatic Kitty / Popstock!)
Exquisito como casi siempre, Stevens tira de los recuerdos del baúl familiar para sumergirse en un disco tan precioso como doliente, y en el que vida, amor y pérdida lo resumen todo. «Un pequeño soplo en el corazón«, como ya decíamos en nuestra lista general con los mejores discos del año para bi fm (y como sentimos al escuchar el álbum en directo en el Circo Price madrileño el pasado octubre).
7. RYLEY WALKER – Primrose Green (Dead Oceans)
Otro artista muy enriquecido por su visita en directo, conciertos en los que embelesó con una manera de tocar la guitarra solo al alcance de los elegidos. Disco muy completo, deudor de grandes nombre como Roy Harper, Bert Jansch o Nick Drake, y extremadamente contemporáneo probablemente gracias a la aportación de una banda que mezcla viejos y jóvenes talentos del jazz y post-rock de Chicago, magos en la experimentación pero aquí al servicio de un talento tan sorprendente como descomunal.
6. NICOLAS GODIN – Contrepoint (Because)
Inspirado por el trabajo de Glenn Gould sobre las partituras de Mozart, y deseoso de relax y sosiego tras una complicada gira con su grupo AIR, Godin parte de la música clásica para llegar a un festín que se dispara en múltiples direcciones, y en todos los destinos logra impactar en la diana. Otro disco, junto al de Francis McDonald, que introduce la música clásica en el espectro pop. Sin rastro de Luis Cobos, claro.
5. DUNGEN – Allas sak (Mexican Summer)
Vuelve el proyecto de Gustav Ejstes, patrulla sueca psicodélica a la que hemos echado mucho de menos en los cinco años en que, aparentemente, han estado a otras cosas. Allas Sak nos los devuelve más centrados y accesibles, con largos pasajes que rozan lo sinfónico –siempre cayendo por el lado bueno- pero fieles a esa atmósfera que convierte en inconfundible todo lo que tocan. Como tantos, parecen haberse quedado un poco fuera del radar ante lo fashion que se ha vuelto la psicodelia de repente, pero igualmente como tantos, mucho mejor que sirvieran de modelo para los emergentes, tan frescos como –a veces- desorientados.
4. THE CHILLS – Silver Bullets (Fire)
Retorno genial de una banda fundamental, los de Dunedin han regresado de la mejor manera posible, con un disco que está al nivel de sus Lps clásicos. La receta es la misma de siempre, atemporales canciones pop con estructura personal y muy robusta y un sonido inconfundible, ese que convirtió al rock de Nueva Zelanda en cosa de culto. Temas de hechuras complejas pero con efecto inmediato, las composiciones de Martin Phillips crecen sin límite y permiten, una vez más, confiar en que los artistas de larga carrera pueden seguir ofreciendo material de primer nivel.
3. ROBERT FORSTER – Songs to Play (Tapete)
Siete años después de que publicara aquel extraordinario y desgarrador The Evangelist hecho todavía bajo el disgusto provocado por el prematuro fallecimiento de su compadre, el también compositor, cantante y guitarrista Grant McLennan, Forster regresa con un título de los que no abundan. Una inversión a largo plazo, canciones que parecen transcurrir sin más hasta que, terminado el disco, caes en la trampa y te sorprendes pinchándolo de nuevo. Y otra vez. Ese es su fuerte –siempre lo fue-, su capacidad para meterse en tu cabeza y poco a poco obligarte a exprimir los detalles que, tal y como cuenta en “Learn to Burn”, la canción que abre el disco, puedes perderte si vas con prisas. Un disco clásico de autor que conviene juzgar comparándolo no con los otros de su discografía sino con el resto de la producción del momento, competencia en la que claramente destaca.
2. DANNY AND THE CHAMPIONS OF THE WORLD – Some Kind of Love (Loose)
Impresionante paso adelante de la banda londinense que se explica de una manera muy sencilla, simplemente gracias al acierto y prestancia demostrada al meter alma y esencia soul –con todos sus complementos- en unas canciones que, ya desde hace tiempo, rozaban la excelencia. Un discazo de country-soul de esos que no recibíamos desde los setenta.
1. BOB COLLINS & THE FULL NELSON – Telescopic Victory Kiss (Jigsaw)
Procedente de la escena del Medway y con su militancia en The Dentists como parte destacable de su currículum, Collins me ha enganchado totalmente con un disco modesto pero genial, fresco e imparable, una obra maestra en la que se hermanan power-pop y new-wave (vía un Costello a toda castaña) con los aromas al rock de los setenta, pero todo ello como en segundo plano, detrás de unas canciones extraordinarias que muestran a un compositor de esos que te preguntas dónde narices se ha estado escondiendo. Guitar-pop supremo, uno de esos discos que nadie debería dejar de conocer.
