Te contamos cómo transcurrió la segunda jornada del vigésimo aniversario del Festival Internacional de Benicàssim. Manuel Mataix (con fotos de Adolfo Llopis) narra para bi fm lo sucedido en las actuaciones de Kasabian, Paul Weller, Tame Impala, Albert Hammond Jr. y Manel
Tres discos. Folk, pop, rock y arreglos muy cuidados. Las 19.00h de la tarde es una muy buena hora para disfrutar de las canciones de Manel, ese cuarteto catalán que ha roto todas las posibles barreras del idioma, y dar por abierto el viernes en el escenario Trident. No éramos muchos los que nos acercamos a esta hora (aquí sí que ganábamos los españoles por mayoría –a diferencia del día anterior-), pero sabíamos que podía ser un concierto que valiera la pena. Y así fue, sin duda. Sonrientes a la par que un punto serios, repasaron algunos temas nuevos y rescataron algunas piezas de sus discos anteriores.
Así, la línea de bajo nos dirigió «Al mar». De su nuevo disco, las tocaron todas seguidas («Ai Yoko», «A vore que en fem», «Ja era foro», «Desapareixíem lentament», «Mort d’un heroi romàntic»), mientras Guillem variaba eléctrica por acústica conforme tocaba. A partir de ahí, otros viejos recuerdos con «El boomerang», «Ai Dolors», y «Benvolgut». El fin de fiesta estaba, claramente, reservado a «Teresa Rampell», la cual vino acompañada de una petición diferente a las típicas en estos casos. Nada de dar palmas, nos pidieron… que buscáramos el movimiento más extraño que pensáramos y nos pusiéramos todos a hacerlo, ¡que bailáramos «raro«! El resultado fue realmente gracioso, con ellos sobre el escenario haciendo lo propio. Creo que más de uno esperamos que no nos hicieran fotos en ese momento.
Igual que ocurriera el día anterior con Klaxons, miles de fans ingleses abarrotaban los accesos que llevaban hacia el Escenario Maravillas aunque, esta vez, con flequillos, patillas y una media de edad bastante mayor. Todos querían ver a Paul Weller. Ante un cielo bastante oscuro y con la amenaza de tormenta, apareció el ex líder de The Jam para empezar su concierto. Sin momentos de locura, serios y firmes sobre el escenario. «Sunflower», «My Ever Changing Moods», «Peacock Suit», «Wake Up the Nation» o «The Changingman» fueron sonando de una forma más que correcta pero sin excesivos alardes.
Y, efectivamente, comenzó a diluviar en el recinto del FIB. La gran mayoría buscamos refugio, a otros no pareció importarles que lloviera y tronase de esa forma. Aquí recordamos viejas noches de ediciones anteriores donde lluvias, fortísimas rachas de viento, etc. obligaron a cancelar muchos conciertos (aún se espera que Kings Of Leon toquen algún día en el FIB). Aún quedaban cosas importantes por ver y nadie quería que terminara así.
A las 00.00h Tame Impala estaban arriba del escenario Trident. Mientras que Jake Bugg entretenía a los miles que esperaban en el Escenario Maravillas a los Kasabian. Nos decantamos por los australianos y acertamos. La tormenta hacía unos 15 minutos que había parado y volvían a caer algunas gotas en el momento en que Kevin Parker se había decidido a salir. Así pues, y retando a la climatología, comenzaron un concierto arrollador. Luces tenues orientadas a las espaldas de los miembros, láseres y mucha niebla, hacían que sintiéramos el bajo de «Elephant» como todos esperábamos. Otras muchas como «Why Won’t They Talk to Me?», o «Alter Ego» siguieron esa línea. «Feels Like We Only Go Backwards» cerraba esta increíble máquina de distorsión, psicodelia y graves. ¿Este era un concierto para el segundo escenario? Muy bueno tenía que ser lo que llegaba ahora en el Maravillas.
Fuimos corriendo para poder acceder al foso y hacer fotos de Kasabian. Una cuenta atrás en una pantalla de color rosa y números en negro, al estilo de la portada del disco, nos mostraban hasta los últimos segundos para que aparecieran en el escenario. Esa cuenta atrás desató la locura en las primeras filas, hasta el punto de que la seguridad tuviera que sacar a varias chicas ante la avalancha. Minis de cerveza (esperamos que solo fuera eso) caían sobre nosotros cuando «(shiva)» y «Bumblebeee» abrían el concierto igual que en su último trabajo. «Underdog», «Stevie», «Days are Forgotten» como recordatorio de álbumes pasados y vía libre para su último single «Eez-eh». Así siguió todo hasta empezar su bis con «Switchblade Smiles» y terminarlo con «Fire».
Con respecto al concierto, puede que algo insustancial. La electrónica se ha adueñado de las guitarras y Tom Meighan parece más interesado en posar pendiente de sus gafas de sol y de recibir un baño de multitudes. Explanada llena hasta los topes, gente entregada y poco más. Seguramente, más de uno de los que luchaban por no caer desmayado, se estará echando las manos a la cabeza. A nosotros nos dejó con un sinsabor impropio de un cabeza de cartel de tal tamaño.
Siendo conocedores de que todavía quedaban dos días por delante, decidimos retirarnos y remitirnos a lo que un día nos dijo un buen amigo: «Un festival no es un sprint. Como en una carrera de fondo, lo importante es llegar con energía suficiente al final”. Toca intentar descansar: ¡quedaban dos días más!

