A unos días de su participación en MAZ Basauri 2021, entrevistamos a la banda sevillana estandarte de la «kinkidelia», ese estilo propio que mezcla el rock (psicodélico, progresivo, stoner) con el flamenco. Además, tienen nuevo álbum, «Hilo negro», y una banda sonora: la de «Las leyes de la frontera», última película de Daniel Monzón
Punta de lanza de la nueva hornada de bandas españolas influidas por un sonido y estética vintage 100% ibéricas, esta especie de versión sevillana de King Gizzard & the Lizard Wizard (su influencia más repetida) ha hecho que su (rebuscado) nombre esté en boca de todos: en la del rockero amante de la psicodelia, en la del rumbero fan de Kiko Veneno, en la del flamenco que no rehúye la fusión, en la del indie cansado de lo anglosajón y del pop estandarizado…
Un éxito, el de la «kinkidelia» de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, seguramente inesperado para muchos, pero no para un festival con tan buen ojo como Primavera Sound, que contactó con ellos «a las tres horas» de lanzar su primer single, allá por 2018, para que pasaran a formar parte de su sello discográfico y oficina de contratación.
Una jugada maestra que se tradujo en un alabadísimo álbum de debut, «Derby Motoreta’s Burrito Kachimba» (2019) y más de 50 conciertos de presentación que no hicieron sino engrosar la bola de nieve. Pero llego el covid, el mundo se paró… y ellos publicaron un segundo disco, «Hilo negro», más una banda sonora, la de la última película de Daniel Monzón, actualmente en cines.
El próximo sábado, 13 de noviembre, encabezarán la segunda jornada de MAZ Basauri, así que hemos decidido anticiparnos y charlar un rato con ellos. Nos atiende Gringo (guitarra), en representación de Dandy Piranha (voz), Bacca (guitarra), Soni (bajo), Papi Pachuli (batería) y Machete Carrasco (sintetizador y teclados).
¿Qué tal «Las Leyes de La Frontera»?
Es la película que ha hecho llorar a los Derby Motoreta. Ya desde el guion nos emocionó bastante, pero es que tras verla terminada con toda la música que hemos compuesto, con todo el trabajo de los actores, de Daniel, tras ver la historia de cerca… la película es tremenda. Estamos muy contentos y flipando mucho con ella.
Desde luego, que estéticamente, os pegaba todo. ¿Cómo os llega la propuesta de participar en la BSO y qué os convence?
En principio iba a ser solo una canción y dijimos que sí de cabeza. Nos lo propusieron en pandemia, en verano de 2020, en una reunión por Zoom. A la semana nos volvieron a llamar proponiéndonos hacer la banda sonora entera… y fue como levantarte el día de Reyes y ver que te han traído todo lo que pediste. Después, el feedback con el equipo de la película ha sido muy bonito y el laborioso trabajo, de meses, con un bucle infinito de ideas de ida y vuelta ha dado un tremendo resultado.
Habréis mamado mucho «cine quinqui», en cualquier caso, ¿no? La película bebe totalmente de ahí.
Venimos de una escuela donde hemos mamado mucho cine quinqui y mucho a Los Chichos, Las Grecas, Los Chorbos… Más que lo quinqui en sí, toda esa estética de extrarradio conecta mucho con este proyecto que hemos creado.
Así que el tiempo de pandemia se tradujo en un nuevo álbum y en una banda sonora. No parasteis demasiado, ¿no?
Bueno, tuvimos que parar bastante, realmente, porque el primer single de “Hilo negro” salió en febrero de 2020, el siguiente a final de año… y luego ya, el álbum, que salió en abril de 2021, se retrasó hasta tres veces, por culpa de la fábrica, que se dilataba mucho con los plazos. Nos daban plazos a partir de 6 meses… Así que, entre una cosa y la otra, no volvimos a ir a saco con todo hasta después del verano del año pasado. Estuvimos entretenidos pero hubo que estar bastante parados un tiempo.
¿Cómo habéis llevado los conciertos pandémicos?
Hostia, pues cuando tuvimos el primer concierto con público de nuevo de pie, a finales de octubre en el Love To Rock de Valencia, fue una sensación muy rara después de tantos conciertos sentados. Fue como encontrarte con un viejo amigo después de mucho tiempo y no saber cómo saludarlo, que estás un poco agarradete los primeros 5 segundos. Pero fue muy emocionante ver a la gente de nuevo pegar saltos. ¡Agh! ¡Qué maravilla! Ha sido una travesía en el desierto muy difícil.
¿Os imagináis que os hubieran pedido ponerle banda sonora a la pandemia? ¿Cómo habría sido?
En algún pasaje de la pandemia habría pegado meter algún tema de «La historia interminable», eh, ja, ja. En nuestro caso, sería una banda sonora bastante bastante agridulce, de altos y bajos, de estar un momento contento y otro triste. Como ha sido un poco para todos, supongo.
Ahora, que regresamos un poco a la vida, volvéis a los conciertos normales. Os veremos en MAZ Basauri dentro de nada. ¿Qué nos vais a ofrecer?
Dependerá del tiempo que nos concedan, porque tenemos un megashow de casi 2 horas, pero nos vamos adaptando a las circunstancias. «Hilo negro» lo tocamos casi entero, porque las canciones que se han caído son sobre todo del primero, pero sí que intentamos tocar la “Nana del caballo grande», que, aunque es larga, es un momento muy íntimo y bonito que se produce en los bolos, donde todos le rezamos a nuestro dios Camarón.
Vuestra música tiene mucha influencia del sur, del rock andalusí. No sé si la respuesta del público es diferente de Madrid para arriba a de Madrid para abajo…
Pues tenemos la increíble suerte de que allá donde vamos el público muestra una energía muy muy positiva hacia nosotros. Es cierto que el público de Cádiz tiene un desparpajo diferente al del norte cuando hay un silencio entre canción y canción, por ejemplo, pero luego la energía en el concierto es parecida. La pasión sigue estando a flor de piel.
Nacisteis como banda en Sevilla y la conexión andaluza, la raíz, es inequívoca. Pero poco se habla de que vuestro cantante es extremeño…
Ja, ja, eso es. La gente nos habla del acento andaluz, pero debe ser ese acento andaluz que tiene este chaval de Mérida, ja, ja, ja.
En cualquier caso, hemos pasado de las influencias anglosajonas a que lo latino lo arrase todo. Pero hay un montón de artistas mezclando el pop, el rock y hasta el trap con sonidos autóctonos.
La raíz se está abriendo camino en el marco referencial de los artistas, pero también del público. De nada sirve que el artista mezcle cosas si el público no tiene ganas de recibirlas. Después de muchos años obviando o dejando esa raíz un poquito a un lado, ahora se ha retomado, se reconstruye y se crea con esos referentes y el público tiene ganas. Le ruge el estómago del hambre de escuchar cositas que jueguen a otras cosas.
Hablando de estilos… sois una banda de rock, pero siento que habéis hecho mucha mella en la escena indie. ¿Tenéis más fans poperos o rockeros? ¿Cómo es el seguidor tipo?
Tenemos una heterodoxia ahí, eh. No se puede dibujar al seguidor típico, porque en los bolos te encuentras al rockero de marras que está contento con que existamos, al señor de 50 que escuchó a Triana en la época y que lleva a su primer concierto al hijo de 18 o 20 que escucha trap, al heavy loco de pelo largo que durante el pogo se la pega, al indie y a los poperos… es una especie de comunión, como cuando te encuentras en Navidad con tus primos, que a uno le gustan las sevillanas y al otro el death metal, pero te juntas y coméis todos juntos, que sois familia. Nosotros somos una familia de raros y raras.
Encajáis lo mismo en un Sonorama que en un Azkena Rock Festival, en definitiva.
Nuestro sueño es actuar en Galicia en el Resurrection Fest, que es muy leñero… pero que el trayecto comience aquí en Sevilla, en el Interestellar, con Vetusta Morla o DePedro, que tienen poco de metal, ja, ja. Está guay y nos encanta torear en todas las plazas. Actuar en un festival más sucio y luego en otro más limpio, o en uno más underground y luego en otro más mainstream. Mientras nos dejen tocar, la verdad es que estamos a gusto.
Hablando de festis: ¿qué tal con Primavera Sound? Os echaron rápido el lazo. Vieron el potencial y son vuestra oficina y sello.
La verdad es que ha sido y es un miembro más. Estaban avisados de nuestra existencia y fue sacar el primer single en 2018 y pegarnos un telefonazo al de 3 horas. “Oye, que estábamos pendientes de ustedes y queremos hablar para ver si podemos trabajar juntos”. A partir de ahí, está siendo una relación muy bonita, porque no existe el artista o el grupo solo sin hacer equipo. Nosotros somos seis, pero tenemos detrás a otra gente que son Primera División en esto. El año que viene tocaremos en el Primavera Sound abriendo para King Gizzard. Estamos flipados.
Nos ha contado un pajarito que teníais un proyecto llamado Los Pezones…
Ja, ja. Esa historia fue como la de Charlton Heston cuando llega a la playa y se encuentra la Estatua de la Libertad rota… que ya sabes el final de la peli, ja, ja.
Os habría ido fatal en Instagram con ese nombre. ¿Qué tal lleváis lo de las redes sociales?
No somos Ibai Llanos, pero todos los días estamos dándole caña a las redes. No trabajamos las redes por las redes, sino que las utilizamos para apoyar lo que hacemos, que es la música. Nuestros suscriptores son poquitos pero muy fieles y tampoco puedes escapar de ahí. Ya nos gustaría ser como Bob Dylan o Led Zepellin y ni dar entrevistas ni ofrecer ninguna interacción social, ja, ja. Sacar un disco y listo. Pero va a ser que no.
¿Cómo es la reacción de la gente cercana, de la de carne y hueso, de vuestros antiguos compañeros de clase, ahora que os ven teniendo éxito?
Siempre hemos sido los raritos de la clase, pero la gente que nos conoce está acostumbrada a vernos con los pelos largos y tocando por la calle. Ahora se sorprenden, porque pensaban “joer el notas éste que parecía que iba a morir debajo de un puente, mira tú”, ja, ja, pero la mayoría nos sigue con orgullo.
¿Cómo se avecinan el invierno y 2022?
Tenemos cerrado fin de gira en Madrid en La Riviera, el 11 de diciembre, que va a ser muy importante para nosotros, y ya listos para encarar el tercer disco, con ideas sobre la mesa. El año que viene también intentaremos expandirnos, tenemos un concierto en marzo en Holanda y estamos viendo las posibilidades de sacar a la banda fuera de España. Entre las condiciones postpandemia y que somos como un equipo de fútbol, con seis músicos más la crew, 9 o 10 personas, es un engranaje un poco complicado. Pero queremos salir fuera y cruzar el charco también. Ojalá.