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Entrevistas

Zahara: «La polarización va a ser cada vez más extrema y con absolutamente todo»

En el sprint de su gira «La Puta Rave», en la que se muestra desatada a todos los niveles (sonoros, estéticos, líricos), charlamos con ella.

Zahara // Noemí Elías Bascuñana
En la recta final de su gira «La Puta Rave», en la que se muestra desatada a todos los niveles (sonoros, estéticos, líricos), charlamos con la jienense, una artista liberada gracias a «Puta» (2021) y (re)evolucionada con «Reputa» (2022) que no solo importa por lo que canta, sino por lo que cuenta (y por cómo lo hace). Este viernes, 11 de noviembre, en MAZ Basauri

El pasado verano, en el marco de Bilbao BBK Live, muchos se sorprendieron al asistir a la «Puta Rave» de Zahara, un espectáculo mucho más electrónico, enérgico y descarnado de lo que la trayectoria de la cantautora podía avisar, al menos, a ojos de los no tan puestos al día con la discografía de la responsable de «Santa» (2015), trabajo con el que abrió una trilogía recién rematada con «Reputa» (2022), disco de nuevas versiones, colaboraciones y remixes basado en «Puta» (2021), cénit creativo de la jienense y álbum a pecho descubierto en el que la artista relataba todas las agresiones, machistas sobre todo, sufridas a lo largo de su vida. La artística y la personal.

Un disco valiente, e incómodo, ya desde su título y portada, no entendido por todo el mundo. No compartido. No admitido a trámite, siquiera. Pero Zahara sabía que la póliza no iba a cubrir todos los daños. Poco importaba ya, a esas alturas. Estaba decidida. Estaba empoderada.

Por eso, quienes en Kobetamendi esperaban el concierto de otra tierna y azucarada cantante se quedaron «Con las ganas», como el título de aquel hit de su disco de debut, «La fabulosa historia de» (2009). Que era bonito, era metafórico, era poético, era melodioso. Pero era Zahara con el freno de mano echado.

Ahora, a punto de recibirla de nuevo por estos lares (estará este próximo viernes, 11 de noviembre, en la 10ª edición de MAZ Basauri), charlamos un rato con ella, con la intención de saber más del momento de una mujer a la que ya no le duele aquel apelativo de «Merichane» que sus compañeros de colegio utilizaban para referirse a la prostituta del pueblo… y a la propia Zahara.

Zahara en Bilbao BBK Live 2022 // Óscar L. Tejeda

Te vimos hace poquito en Bilbao, en el BBK Live. Aquella rave fue inmensa, pero no fue la única. ¿Qué tal este 2022, año I post “Puta”? Intenso, desde luego…

Totalmente, intenso, pero también muy feliz. De asentar lo vivido, lo creado y disfrutarlo desde un lugar diferente. Crear «Puta» fue doloroso y de alguna manera siento que he sobrevivido al proceso y que ahora lo estoy disfrutando desde otro lugar. Me encanta «La Puta Rave», para mí ha sido la evolución natural del disco, de pasar del dolor a la celebración.

Aquel disco, que ha marcado un antes y un después en tu carrera, fue muy comentado y ¿polémico? Me cuesta entender que un trabajo tan personal y doliente, lejos de atizar conciencias y promover la empatía (no digamos ya la sororidad), haya podido llegar a “molestar”, en muchos casos. Pero, ¡¿cómo es esto posible?! Hay quien no ha pasado del título… pero lo/te ha criticado, claro.

Siento lo mismo que me planteas, la verdad. Justo has dicho lo que para mí es la clave, es un disco personal, es mi historia. Desde el principio tuve claro eso, ¿cómo mi vida puede ofender a alguien?, en cualquier caso puede ofender que hayan abusado de mí, que me hayan maltratado, pero no una portada. No tiene ningún sentido. Es verdad que con el título ha habido menos molestias, y si las ha habido formaban parte de este disco, de lo que ha supuesto vivirlo y compartirlo con los demás. Lo más extraño es que una portada que denuncia la presión con la que vivimos las mujeres haya sido malinterpretada sin ningún tipo de base en la realidad.

¿En algún momento llegó a afectarte a ti todo el ruido generado? Porque «Puta» tuvo que ser toda una liberación. Vamos, que ya vendrías llorada de casa. ¿Su publicación te hizo fuerte o lo publicaste porque ya lo eras?

Más bien lo segundo. Una de las cosas que hablaba con mi sicóloga antes de publicarlo era precisamente sobre cómo me sentía con respecto a que los demás pudieran saber todo lo que había vivido y la conclusión es que yo ya no era responsable de lo que otras personas sintieran con mi historia. Para mí llegar a contarlo era liberador, era quitarme una máscara con la que me había ocultado siempre. No hay nada que te haga sentir mejor que poder ser tú misma.

Cuando salió lo que se generó fue tan bonito que lejos de agobiarme me hizo sentir acompañada, entendí que mi relato era algo universal, por desgracia, y que muchísimas personas habían vivido las mismas terribles historias que yo.

Una mujer fuerte // Noemí Elías Bascuñana

Te llegaron a acusar de blasfema, de atacar los sentimientos religiosos o, directamente, de ofender a la Virgen. ¿Cómo ser racional y enfrentarse a asuntos que no parten de la razón? Porque puedes decir misa -con perdón-, que no te van a escuchar… ¿O conseguiste entender y ser entendida?

Creo que no se me llegó a entender por parte de quien no quiso. Pero eso siempre es así, ¿no? Las discusiones más absurdas son contra quien no se plantea que puede estar equivocado y no escucha a su oponente. Lo mío no era ni una discusión porque simplemente era una interpretación y una ofensa con algo que no pretendía aquello de lo que se me acusaba, para empezar; y, además, se perdió una oportunidad preciosa por parte de los medios para no dar voz a un partido político que pretende censurar el arte en pleno 2022, para sí para poner el foco en la violencia con la que vivimos las mujeres.

¿En qué cree Zahara? ¿Concibes el concepto de «fe»? ¿A qué te aferras para vivir?

Hmmm… La fe me suena a algo futuro, a pensar en controlar lo que tenemos, a expectativas y frustraciones futuras. Si algo he aprendido es que todo puede cambiar en cualquier momento y que lo que tienes en un momento concreto no tiene por qué ser mejor o peor que algo que vendrá después. Todo está en continuo movimiento y en adaptarse a eso y no pretender retener lo que conocemos es donde radica, al menos para mí, la felicidad. Así que la fe, de alguna manera, choca con eso. Me da más miedo la palabra fe que confianza. Y sí creo en muchas cosas. Creo en que nuestras acciones tienen consecuencias en el momento, creo en la consciencia, en hacer las cosas estando presentes en aquello que vivimos y creo también en la ciencia y creo, sobre todo, en la música.

Muchas veces, aunque alguien pueda hablar en primera persona, hay quien lo remite a «lobbies» o «intereses» ajenos, externos, influyentes. Y ahí está la persona, con sus vivencias, sus sentimientos, sus necesidades… siendo no solo no escuchada y atendida, sino señalada por su supuesta pertenencia a X colectivos y grupos de poder. Se habla de que estamos polarizados políticamente, pero yo siento que estamos polarizados humanamente. No se quiere escuchar al otro ni saber la verdad, solo se quiere llevar la razón. ¿Hacia dónde vamos, como sociedad?

Qué miedo me da la posible respuesta a esto porque, la verdad, tiendo a ser bastante pesimista. Creo que esa polarización de la que hablas va a ser cada vez más extrema y con absolutamente todo. Estarán los cada vez más adictos a las redes sociales, a la velocidad, a lo inmediato y quienes lucharán contra ello alejándose de todo, viviendo sin WhatsApp y cultivando sus propios tomates. Tal y como está montado el sistema lo que funciona es que los grupos cada vez sean más radicales y se nutran solo de sus propias ideas, anular el pensamiento crítico. Siento que cada vez más nos buscamos el redil que nos dé la razón en lugar de un lugar donde poner en común puntos de vista diferentes; continuamente se favorece el odio y las faltas de respeto. Sé que no todo es así y sé que seguramente me equivoco en mi visión, pero no puedo evitar sentir pavor por lo que se viene.

Una de las imágenes de la discordia // G.O.Z.Z.

Y luego están las redes sociales… ¿Cómo las llevas?

Bueno, con eso yo estoy en una dicotomía constante. Me he alejado de algunas, como Twitter, y en otras he delegado mucho como en Instagram. Tik Tok me parece divertida porque es un reto y eso me gusta, pero no para pasar tiempo en ella, sino para ver qué puedo inventarme. Cada vez las uso menos, pero porque solo paso fotos o videos de gente y me cabreo, así que me digo qué hago aquí si no soy feliz… antes subía fotos todo el rato de cada cosa que hacía y ahora pienso que estoy perdiendo el tiempo explicando mis viajes en lugar de estar disfrutando de lo que veo. No digo que consiga desconectar, ni siquiera creo que haga un uso medio saludable de las redes, pero sí sé que cada vez quiero estar -personalmente- menos ahí pero que siguen siendo fantásticas profesionalmente aunque regalemos nuestra creatividad al sistema.

El año pasado regrabaste «La pareja tóxica» coincidiendo con su X aniversario. Es un disco que ha envejecido muy bien, cosa que no opino del primero, «La fabulosa historia de». ¿Te reconoces en él? ¿Qué sientes hoy al escucharte tan dulce? Al comienzo hablaba de un «antes y un después», pero ya lo hubo con el segundo álbum, desde luego. ¿Cuántas Zaharas caben en Zahara? ¿O ya conocemos a la verdadera?

Creo que la suma de todas hacen la verdadera. Me he sentido siempre como una muñeca rusa y no en un mal sentido, sino que de verdad me gustan tantas cosas que creo que es una suerte que tengo el haber aprendido de tantos estilos y el haberme podido expresar de tantas formas. La «Pareja tóxica» es para mí uno de mis mejores discos, me encanta cómo suena y cómo lo canté en su día, las letras… todo. Creo que hicimos un buen trabajo. Sigo conectando fuerte con él. Con la fabulosa historia lo que me sucede es que no me dejaron hacerlo con Ricky Falkner, como quería, y acabó siendo una mezcla de muchas cosas que se parecían a mí pero que no eran del todo yo. Es el único disco en el que veo más la visión de otras personas que la mía propia y eso es algo frustrante, porque las canciones me encantan y creo que podría haber sido un disco muy bonito.

Me flipa la versión de «Merichane» junto a Shego. Las vimos en el BBK Live también y hace solo unos días en el BIME. Unas chicas, muy jóvenes, que creo que son como sería Zahara si, a su edad, hubiese sabido todo lo que sabe ahora. ¿Qué opinas de ellas y qué otras artistas de la actualidad te gustan o sientes que conectan contigo? Entiendo que Natalia Lacunza, con la que acabas de colaborar, es una de ellas.

Bueno, Shego es mi banda favorita ahora mismo. Me parece brutal que exista una banda así, con esas letras, con estas personas fantásticas, que se reivindican, que aprenden, que no tienen pudor. Ojalá haber tenido un referente así cuando era joven, ojalá haber tocado en una banda así. Jajaja. Para mí ha sido un privilegio haber trabajado con elles y siento que tenemos una relación que va más allá de lo musical.
Creo que está creciendo una escena nueva, necesaria, con otra visión, otra manera de hacer música y me fascina. Intento estar al día de lo que pasa, Natalia Lacunza, por supuesto es una de ellas, Jimena Amarillo, otra. Me encanta la diversidad, el desparpajo, la brutalidad, la originalidad que tienen.

Volvamos a la gira. La «Puta rave» es una celebración, por mucho que haya letras que no dejen ser duras. Aplaudo tu idea de bailar y desmelenarte, tan lejana de aquella imagen de cantautora, con todos sus clichés asociados. ¿Cómo será la resaca de esta fiesta? ¿Tienes ya planeado el día después?

Jajajaja, muchas gracias. Es exactamente eso, celebrar y expresarnos libremente en el escenario e invitar a quien venga a que haga lo mismo. No sé qué pasará. Por un lado siento que necesito parar y terminar esta era. Ya estoy imaginando el nuevo disco y me siento tan feliz, tan llena de ideas y con tantas ganas de hacer canciones que me asombra a mí misma. «Puta» me ha dado muchísimo , pero necesito imaginar mis próximas canciones y empezar a avanzar hacia ellas.

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