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Entrevistas

Fito: “La mala hostia de los políticos se transmite como el puto virus”

Charlamos con Fito Cabrales, de plena actualidad por «Cada vez cadáver», su séptimo disco de estudio con los Fitipaldis y primero en 7 años.

Fito, con BI FM // Iker Arana (Ikephoto)
Charlamos con Fito Cabrales, de plena actualidad por «Cada vez cadáver», su séptimo disco de estudio con los Fitipaldis y primero en 7 años. El sonido y su voz, la composición y el papel de su banda, la pandemia y el clima social, el día a día y los planes de futuro… todo se cuela en esta conversación con un un tipo extraordinario… de lo más común

Hoy, viernes 24 de septiembre de 2021, sale al mercado (y aparece en los servicios de streaming) el nuevo disco de Fito & Fitipaldis, «Cada vez cadáver» (Warner / DRO). Un álbum muy esperado, al surgir 7 años después del anterior, y que, sin dejar de sonar a los Fitipaldis, también hará las delicias de aquellos que añoran a Platero y Tú, al tiempo que plantea nuevos matices. Todo un logro.

El bilbaíno, cercano como pocos rockeros dentro de nuestro star system, nos recibe en un céntrico hotel de la villa. Nos apoyamos en la barra. Se pide una Coca-cola. No está Mari Madalenas para servirla… pero es que tampoco Fito es el mismo de entonces. Eso sí, sigue siendo plenamente reconocible.

Nuevo disco. Séptimo de estudio de Fito & Fitipaldis. No sé si es el mejor, pero ahí va a andar. ¿Satisfecho?

La verdad es que sí. Como tardo tanto en sacar un disco, como es algo que aún no tengo normalizado, que siento todavía desde una perspectiva amateur, pues lo tengo idealizado. Voy teniendo ideas en la cabeza, fantasías, apunto en cuadernos, grabo cosas… me cuesta tanto hacerlo todo que, cuando veo que todo eso se materializa en canciones y eso en un disco, me muero. Para mí, cada disco sigue pareciéndome el primero. Y el mejor.

No eres de los que saca disco cada año, precisamente. Mínimo, son 3 añitos entre LP y LP. Con todo esto de la pandemia, ¿te variaron mucho los planes? ¡7 años desde «Huyendo conmigo de mí»!

Ha sido y sigue siendo un año muy largo. Ha sido como un tobogán, con momentos buenos, momentos malos… A veces he llegado a pensar “ah, pues mola estar así, para poder hacer…”, pero no, no mola nada. No ha molado en ningún momento, realmente. Todos hemos podido aprovechar para sacar conclusiones a nivel personal y social, pero ni el distanciamiento, ni la mascarilla y demás han molado. No digo que no hayan sido necesarios, pero…

¿Cómo crees que ha afectado la pandemia al sector de la música y cuál es tu sensación actual?

Ha habido artistas con un plan b, que se han reinventado y adaptado, pero el sector va mucho más allá… y ha habido pérdidas irrecuperables. El que lleva camiones o generadores no los ha movido; el que alquila autobuses de gira, tampoco; si tienes músicos de gira o técnicos, pues lo mismo: parados. Personalmente, creo que hay que reivindicar la Cultura, pero nosotros somos bufones y ya está.

Esa idea la expones en el propio disco. Un trabajo que se abre con una canción de igual título y que… ¡suena muy diferente a lo que nos tenéis acostumbrados!

Era un tipo de canción que nunca habíamos hecho. Yo siempre busco que haya una identidad, que suene a Fitipaldis, algo normal si canto siempre yo, por otro lado, pero sí que tiene otro sonido.

Pero es que la voz… tampoco suena como de costumbre…

Sí, la voz también es diferente. Mira, yo siempre elijo el primer single de mis discos, la carta de presentación. Luego, la discográfica puede pensar que si mejor esta o la otra, para siguientes singles, pero la primera tenía que ser ésta. Es la más diferente y, después de siete años, lo primero que escribí. Sin esa canción, no existirían las demás tal y como son. Lo curioso es que no nació como canción, sino como carta. Una que le escribí a Quique González.

Porque luego el disco suena a Fito & Fitipaldis, con «Cielo Hermético», con «Fantasmas»… y también recuerda a Platero, con «A quemarropa». Sin pasar del corte 4 del disco, veo al Fito de antes, al Fito de ahora… y puede que haya atisbos de un nuevo Fito.

Ja, ja, totalmente. Hay muchas formas de abordar la música o la composición. Bowie estaba continuamente buscando cosas nuevas… pero Chuck Berry hacía siempre la misma canción. Yo quiero cambiar y hay cosas que, de hecho, se cambian continuamente, pero que pasan inadvertidas. A veces son más una cuestión de orfebrería que de estilo. La gente se fija en si le gusta o no le gusta, no en si canto en un tono o en otro. Muchas veces nos damos cuenta nosotros solos. Y la voz es el arreglo más importante.

Tu voz condiciona el sonido Fitipaldi…

Claro. Da igual lo que haga Carlos Tarque, que siempre va a sonar a M Clan. Pues igual. A veces he pensado que convendría introducir otras voces, para que la atención se vaya a ellas. Incluso he pensado, no muy en serio, pero sí, en hacer un álbum con voces de otras personas. Yo podría seguir componiendo como hasta ahora… y ahí ya no sonaría tan a Fitipaldis.

La voz de los Fitipaldis // Iker Arana (Ikephoto)

El álbum se cierra con «Transporte», una canción que no es tuya, sino de Jorge Drexler.

Drexler es un extraterrestre, está a otro nivel. Para mí es como un semidiós. Escribiendo tiene un nivelazo de la hostia, tocando es increíble y luego canta que parece que no canta, pero… Después, todo su concepto, sus ideas… siempre tienen sentido. Tiene ideas descabelladas buenísimas.

“Quiero gritar” está escrita por toda la banda, de manera coral. Es la única. ¿Cómo la compusisteis?

Los textos siempre son míos. Pero con Carlos (Raya) llega un punto en el que, ¿él qué sería? ¿Arreglista, productor…? Al final, como ves el esfuerzo de la gente y soy consciente de que, sin él, no existirían las canciones, las firmamos a medias. En el caso de “Quiero gritar”, pues lo mismo. Yo tenía un texto, unos arreglos y vale, la podría haber tocado. Pero hasta que no la llevé al local, la grabamos, hubo una maqueta… hasta que los demás no dieron su opinión, aportaron sus ganas y su saber hacer… esa canción no llegó al nivel que tiene. Así que, ¿qué porcentaje de culpa tienen ellos? No lo sé, pero tengo un bandón y yo no sé lo que saben mis músicos.

En la canción hablas de que jugar con fuego es una cosa… y que otra es quemarse. ¿Has tentado alguna vez al diablo y luego te has arrepentido? O has querido gritar, por lo menos.

Esa canción parte del libro «Era más grande era el muerto», de Luis Miguel Rivas. La historia es muy graciosa pero, al estar escrito con tantas palabras y expresiones colombianas, me hizo aún más gracia. Cuando leí la frase «Una cosa es tentar al diablo y otra cosa es verlo llegar» pensé que era acojonante. Y me sentí totalmente identificado, claro, ja, ja.

Esperando sentado al diablo // Iker Arana (Ikephoto)

Rivas es colombiano, Drexler es uruguayo, su versión tiene toque de ranchera y en el álbum hay muchos ecos, digamos, fronterizos. También recordáis a Gardel. Seguís influidos por la música latinoamericana…

Sin duda. Pero es que siempre nos hemos ido ahí, a veces con más acento, a veces con menos. Pero esa vertiente siempre nos ha gustado. Flaco Jiménez, Los Lobos… no eran referencias que pudiera o debiera utilizar con Platero, por ejemplo, pero sí con Fitipaldis. Gov’t Mule o Blackberry Smoke también son maravillosos, pero no tendría sentido tratar de hacerlo igual que ellos, desde Mungia. Es normal sentirse afín al tex-mex o el rock and roll latino.

Pero también podríais hacer country, si quisierais.

Sí, y sería divertido. No daría, además, ningún miedo. Sería como un ejercicio de estilo, no sería yo. Jugar a ser los Flying Burritos. Sería más fácil, ja, ja.

¿Lo más difícil es enfrentarse a la hoja en blanco, exponerse a expresarse… o a no ser capaz de hacerlo correctamente? Volviendo a la canción que abre el LP, en ella hablas de “escribir sin más razón, de decir por puro miedo a no saber decirlo”.

Claro. Hay un miedo a definirse. Puedes tocar por tocar. Tener oficio. Pero, ¿por qué escribes, artísticamente? Porque te quieres definir. Yo en el local juego a ser Jimi Hendrix, pero eso no es lo que quiero enseñar, no es lo que me define. Expresarse es lo que da miedo. Te cagas. Ahí viene el pánico.

Es un trabajo bastante confesional… Dejas entrever debilidades, sensibilidad, miedos… no es un disco de rock en plan “soy el puto amo”. También tiene mucho de melancolía…

Es un disco real, ja, ja. Yo creo que ese perfil de rockero que comentas es más típico de otros sitios. En Bilbao, en Bizkaia… todos hemos salido de un entorno que nunca ha propiciado eso. Aquí no hay nadie con perfil de rockstar. Ni siquiera los jugadores del Athletic, que son mucho más famosos que cualquier rockero, tienen ese perfil que tienen los futbolistas en otros lugares. Somos un pueblo muy pequeñito y somos así.

La estrella cercana // Iker Arana (Ikephoto)

¿Más cercanos?

Es que por la calle ves a cualquiera. A mí sí que me saluda mucha gente y tal, pero ni siquiera me paran. Yo voy a la carnicería y la señora de al lado me dice «Ay Fito, qué delgado estás», ja, ja, pero no me dicen «ay, qué bueno eres». No es en plan fan, es más rollo familia.

Eres «un tipo extraordinario… de lo más común». Lo dices en «A morir cantando» y creo que no solo es verdad, sino que es el secreto de tu éxito. Alguien que sobresale… pero que sigue siendo «uno de los nuestros». La gente te ve un poco así…

Sí, yo creo que eso me acerca a las personas. Aunque, ojo, cuando alguien es inaccesible, parece que resulta más interesante, que tiene un aura especial, se da más pie a la leyenda.

Antes se te podía encontrar mucho en los bares… que siguen presentes en tus canciones…

A pesar de que yo hace años que dejé de beber y de drogarme, ja, ja. Pero siguen siendo sitios muy importantes para la comunidad. Antes, además, no teníamos whatsapp ni redes… te encontrabas con la gente en el bar.

Qué de historias no contadas, no escuchadas, no vividas, con todo lo que han estado los bares cerrados…

Reabrieron los bares y volvieron las sonrisas. Cuando estuvieron cerrados, parecían ciudades fantasmas. Más allá de la importancia del sector hostelero en sí, es algo cultural. Así que, claro, muchas canciones se han quedado sin escribir… ¡aunque nunca lo sabremos!

Hay gente que ha cambiado el bar por Internet. Si uno sigue las redes y las noticias, se habla continuamente de que estamos muy crispados, muy polarizados. ¿Cómo encaja Fito Cabrales en este mundo que le ha tocado vivir… a punto de cumplir los 55?

Tengo la suerte de ser músico y vivir en un mundo paralelo, en cierta medida. Hay cosas que me dejan muchas dudas, desde luego, así que no creo que vayamos a dejarle a nuestros hijos un mundo mejor que el que nosotros hemos tenido. Pero, con todo, el mundo avanza e, indudablemente, pienso que estamos mejor ahora que en la Edad Media, por ejemplo, aunque hay demasiada violencia en el ambiente, como un virus que se transmite de persona a persona. Guardar las formas es importante y se está perdiendo, aunque, por otro lado, parece que vamos a un modelo de sociedad en el que todo va a estar programado y va a tener que ser eficiente. En poco tiempo no vamos a encajar la mayoría.

Lo difícil de encajar // Iker Arana (Ikephoto)

Entonces, ¿tú te cabreas o no te cabreas con las noticias?

Me cabreo, me cabreo. Lo que no es normal es que los políticos estén continuamente haciendo declaraciones. Todos los días, a todas horas. Si tienes que decir algo para ser noticia, vas a decir tonterías. Titulares. Se comportan como tu vecino del bar de abajo… y eso se traslada a la sociedad. Esa mala hostia se transmite como el puto coronavirus. No dan ejemplo.

Dentro de lo que cabe… en Euskadi estamos en una época en la que, a nivel social, bueno… estamos de los más tranquilos, en comparación. ¿Por dónde sueles andar, qué te gusta hacer?

Llevo mucho tiempo que llevo una vida muy casera. Me levanto temprano, a las 7:00, llevamos a la niña a la parada del bus, voy a correr por Mungia, o me acerco con amigos en coche a Urduliz o así… todo eso prontito, y el resto del día es una vida muy normal. Voy a la compra y esas cosas. Antes me gustaba tocar después de comer, pero ahora estoy tocando también por la mañana. Tengo el local debajo de casa, con cuarenta millones de cosas… y me lo paso bomba.

Así que cuando sacas disco y toca salir de gira… te cambia la vida muchísimo.

Totalmente. Me levanto a las 7:00, como a las 13:00… para las 00:00 estoy acostado… son horarios imposibles si estás de gira, si bien las giras ya no son lo que eran. Casi nadie sale después del bolo y no hay excesos.

Y, a partir de ya… ¿qué planes tienes? ¿Cómo será la gira?

Planes hay muchos. Lo que aún no se sabe es si podrán llevarse a cabo como queremos. La idea es salir en marzo, a pabellones, sin distancia ni mascarilla. Si podemos hacerlo así, bien. Si no, no. Hay una gira sobre el papel… pero todavía no se puede confirmar. Nos vamos a llevar a Morgan como banda invitada. Hay muchas ganas, aunque yo el disco ya lo he disfrutado. Nunca pensé que fuera a sonar así de bonito.

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