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Música

Crónica y fotos: The Jim Jones Revue en el país de los ciegos (Bilbao, 17-IX-2014)

La gira de despedida de The Jim Jones Revue pasó anoche por el Kafe Antzokia de Bilbao. Óscar Díez nos cuenta lo que allí se vivió en esta tercera y definitivamente última parada de la banda tras las citas de Barcelona, el lunes, y Madrid, el martes. Las fotos son de Stuart MacDonald


La gira de despedida de The Jim Jones Revue pasó anoche por el Kafe Antzokia de Bilbao. Óscar Díez nos cuenta lo que allí se vivió en esta tercera y definitivamente última parada de la banda tras las citas de Barcelona, el lunes, y Madrid, el martes. Las fotos son de Stuart MacDonald


 

En mayo de 2009, medio centenar de privilegiados en un día cualquiera entre semana fuimos testigos de uno de los conciertos del año en Bilbao: The Jim Jones Revue prendían fuego al Balcón de la Lola con un triturado irresistible en el que cabían Elvis, The Clash y Jerry Lee Lewis untados en napalm y arrojados al público como si fueran billetes de quinientos. Aún recuerdo lo primero que pensé cuando la banda surgió de la oscuridad: «¿De qué boda de «Lo que el viento se llevó» se han escapado estos tipos?«. Lo siguiente fue encontrarme dentro de un centrifugado rockero que, en poco más de una hora, me dejó como a Gandhi tras encararse con Muhammad Ali. Sí, vale, era lo de siempre… Pero tocado como nunca.

 

jim jones revue cronica bilbao 2014 verticalEn un tiempo de OT, pop desechable y mercenariado, estos cinco asesinos londinenses remitían a una época pretérita en la que el rock era auténtico. Bueno, el rock, la amistad y hasta la palabra dada. Como hoy, sí… Ya lo decían en el filme «24hr Party People«: «Para que un hecho sea histórico, nada tiene que ver el número de espectadores. Y a la última cena me remito«. Hubo después otras veces -notabilísimos de nuevo en 2011 en el Kafe Antzokia- pero nada como el impacto del descubrimiento.

 

Si, como yo, son unos enfermos cinéfilos, recordaran una maravilla de John Ford llamada «El ultimo hurra«, aquella en la que Spencer Tracy encarnaba a un político en el crepúsculo de sus días. Jim Jones se piró de los Hypnotics porque quería ser una estrella. Una de verdad. Una putita del rock tipo Jagger, con limusina en la puerta del cinco estrellas. Para eso creó The Jim Jones Revue. El resultado ha sido alucinante (3 discos notables en 7 años) pero muy por debajo de lo esperado por Jones, que ha decidido hacer una gira de despedida que ha pasado ya esta misma semana por BarcelonaMadrid. Un último hurra y, después, como la mafia con los cadáveres: disolución.

 

Cuatrocientos fieles nos juntamos anoche en el Kafe Antzokia para este último vals (dos de ellos, afortunados oyentes de bi fm invitados por esta casa). Casi lleno, pese a competir con el Athletic en Champions. Una bilbainada. El quinteto arrancó y lo primero que nos llamó la atención fue lo tibio del sonido. No había furia, pero igual era solo una sensación… Tras fusilar un par de canciones del «Burning Your House Down» (Punk Rock Blues Records / PIAS Recordings, 2010), Jones espetó con ese serrucho que tiene por garganta: «Si esta va a ser la última noche, hagamos que sea la mejor«. Y empezó a moverse como un boxeador que se zafa de los golpes. Ya no era una sensación; era un hecho. La banda que me había fascinado otras veces sonaba mecánica, no había magia.

 

jim jones revue cronica bilbao 2014 interiorJim Jones // Stuart MacDonald

 

Y justo entonces, un rayo de esperanza: un boogie suave, medio tiempo, con clase. Y el bolo subiendo enteros. Con el bajo tocado por un gorro de atracador del Bronx y la banda oliendo a paro, hubo media hora excelsa, pura gasolina en la que creímos ver los fantasmas de Johnny Cash, Reverend Horton Heat y hasta la abrasión de Little Richard. Pero entonces, a los 55 minutos, dieron por finalizado el asunto. Aunque ya conocen la gran mentira del rock: siempre quedan los bises. De hecho, nada menos que cinco temas («Say yeeeeah«, escupía Jones, y la sala se caía), que alargaron el show hasta los 84 minutos.

 

Fueron en total una veintena de canciones que dejaron sensaciones agridulces. ¿Piloto automático? Sin duda. ¿Que estos tipos a velocidad de crucero se pasan por la piedra a todo el resto? Rotundamente sí. Pero al salir del Antzoki me acompaño un pensamiento inquietante. ¿Recuerdan esa compañera de instituto que era en su época un icono de la belleza, se fue a currar al extranjero y se la encuentra uno 15 años después por la calle? Ya, bueno, aún es ella pero… Pues eso fue el bolo de Mr. Jones ayer.

 

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