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Música

CRÓNICA Y FOTOS: Lee «Scratch» Perry. Más maría, ¡es la guerra! (Sala BBK, Bilbao, 22-III-2016)

No, no se suspendió cuando el protagonista de la velada decidió fumarse un porro sobre el escenario. Aunque la organización no acertó con el proceder ante el gesto, el concierto salió adelante… sin pasar, musicalmente, de «aceptable«. Nos lo cuentan Óscar Díez (texto) y Dena Flows (fotos), a los que aún les huele la ropa a marihuana tras el paso de «La Otxoa jamaicana» por la ciudad


No, no se suspendió cuando el protagonista de la velada decidió fumarse un porro sobre el escenario. Aunque la organización no acertó con el proceder ante el gesto, el concierto salió adelante… sin pasar, musicalmente, de «aceptable«. Nos lo cuentan Óscar Díez (texto) y Dena Flows (fotos), a los que aún les huele la ropa a marihuana tras el paso de «La Otxoa jamaicana» por la ciudad

 

Curioso, bizarro, populachero (llámenlo como quieran), lo acontecido ayer en la Sala BBK de Bilbao, donde un octogenario casi la prepara por un quítame allá esas pajas. Anda que está el patio como para andar haciendo el indio, visto lo de Wismichu… Con la cantidad de «torquemadas» que hay en la villa con ganas de desahogarse. Porque esto ocurre en los 90 y no pasa de anécdota simpática, pero en la era de las redes sociales todo se amplifica hasta el ridículo y terminas en el paredón en 20 minutos. Incluso llegamos a oír que «el concierto se había suspendido«. Y no, lo podemos asegurar. Estábamos allí y pasamos a relatarlo.

Bastante puntuales asomaron los cuatro músicos que acompañaban a «the upsetter«, mercenarios con clase y gusto (lo mejor del bolo, sin duda) entre los que sobresalen el magnífico baterista Sinclair Sales y el efectivo bajo Phil Poleon. Tras la intro instrumental habitual, Poleon introdujo a «la leyenda del dub«, Mr. Lee «Scratch» Perry. Y el astro apareció con unas inenarrables hombreras (se pueden apreciar en las habituales y magnificas fotos de Dena Flows), una gorra de los chinos alicatada de pedrería y unas all-star rojo fuego. «Joder, es La Otxoa jamaicana«, exclamo un tipo a mi derecha. Pues sí, allí estaba el padre del sampleado casero, aquel «hecho en cabañas, con vapor y gallinas«, que dijo Keith Richards.

 lee scratch perry bilbao 2016 firmar-Dena-Flows2Ahora son 3: La Otxoa jamaicana y sus hombreras // Dena Flows

Razonablemente bien de voz para su edad (80 añitos), Scratch arrancó con su perorata habitual del fuego, la madre Tierra, la libertad individual y Haile Selassie (al que tenía en una enorme pegatina), en un primer tercio entre divertido y populista. A ratos aquello sonaba al reggae pegajoso y sensual que era originalmente, a ratos sonaba a Camela. Daba igual. Cuando uno paga por ver a una leyenda, muchas veces paga por el icono, no por el musico. Y este tipo, además de uno de los padres del reggae, ha producido a Bob Marley & The Wailers, Macca (que en verano estará en Madrid; otro icono), Public Enemy, Brian Eno o, por supuesto, The Clash. Ya saben que grababa en Kingston, en una chabola que construyó él mismo (la mitiquísima «arca negra» –black ark–, a la que prendió fuego en un arrebato pirómano canutero). Si su leyenda era notable ya entonces, con este gesto entró entre los mitos vivientes del reggae. Y es que Lee siempre ha sido mitad loco… mitad empresario.

lee scratch perry bilbao 2016 firmar-Dena-Flows3Todo transcurría en la más absoluta normalidad (show ameno, nada del otro mundo pero divertido), cuando a Scratch le pareció (sería como el quinto tema de la noche) que era un momento óptimo para sacar de su bandolera un canuto de maría y encenderlo. Parte del público (adolescente, queremos pensar) celebró el gesto con intensidad. A nosotros no nos pareció ni bien ni mal: formaba parte del circo que esperábamos… Pero no. Parece ser que no era circo. El bueno de Perry disfrutó de su porro sobre el escenario durante unos cinco temas. Vamos, que incluso Ray Charles se hubiera dado cuenta de lo que pasaba el canutazo en cuestión (por el olor, queremos decir). Por eso pensamos que estábamos dentro de una película de Almodóvar cuando, a la media hora, apareció sobre el escenario un señor –entendemos que de la organización, pero podría ser de la liga antitabaco– impolutamente vestido (no todo el mundo lleva así un pantalón de pinzas) y, haciendo gestos ostentosos al astro: «No se puede fumar«. El jamaicano, obviamente, ni se enteró. Así que al finalizar la canción su pipa entró al escenario y le comento la jugada. Reacción de Scratch: «Iba a cantar más, pero me dicen que no puedo fumar, así que adiós«. Y abandonó el escenario ante el estupor general (incluida su banda).

En ese momento, los responsables de la Sala BBK decidieron encender las luces y ordenar por megafonía el abandono del recinto. En este punto, nos gustaría recordar que la entrada costaba 22 € (+ gastos) y habían transcurrido 50 minutos de concierto. Ustedes pensaran (con toda la razón, ojo) que en sala cerrada no se puede fumar. Y es verdad. Pero llamarle la atención precisamente cuando falta, literalmente, la última calada en vez de en el minuto uno… Ilógico.

En fin. Pasaron diez minutos (recordamos: las luces encendidas, el público pitando, algunos ya habiendo abandonado el local), cuando para nuestra sorpresa Scratch y sus acólitos salieron de nuevo para «dar las gracias a los fans» tocando cuatro canciones más. El gesto fue saludado con mecheros encendidos en alto por parte del público. Parece que no hubo detenidos por ello… Así que, ¿que contarles? El personaje se come a la persona en el caso de Lee «Scratch» Perry. No sabemos cuánto hay de circo y cuánto de real en este tipo. Pero su bolo, musicalmente aceptable sin más, no se nos va a olvidar en varios meses. Menudo tahúr.

lee scratch perry batería bilbao 2016 firmar-Dena-Flows3La batería de Sinclair Sales, gran cómplice de Perry // Dena Flows

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