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Entrevistas

Tulsa: “Cometer errores es muy necesario y muy interesante”

Riot grrrl y psiquiatra, lleva 20 años cantando y contando lo que le pasa, lo que nos pasa. El 11 de junio, en la Sala BBK de Bilbao.

Miren iza, Tulsa
Riot grrrl de formación y psiquiatra de profesión (o al revés), Miren Iza lleva 20 años al frente de un proyecto por medio del cual ha cantado y contado muchas de las cosas que le han ido pasando, que nos van pasando, que nos empeñamos en repetir, todo ello, sin caer en la obviedad ni en la complacencia. El 11 de junio volverá a casa, a Bilbao (Sala BBK), así que le hemos pegado un telefonazo

«Miren Iza sigue mirando hacia dentro, hacia fuera y hacia los lados en sus canciones. Así, no es difícil reconocer situaciones, pensamientos o comportamientos, bien propios, bien de otros, que no siempre dejan en buen lugar al protagonista. Y eso, cuando es uno mismo… ay. Una de nuestras mejores compositoras, queda claro una vez más».

Lo de arriba es lo que decíamos las pasadas Navidades en nuestra lista de Mejores Discos del Año a propósito de «Ese éxtasis» (Intromúsica, 2021), el sexto álbum de Tulsa, que más que un grupo, es, desde 2002, el proyecto de Iza rodeada siempre de muy buenos músicos.

Dos décadas de andadura en primera persona para esta psiquiatra vasca que conocimos al borde del cambio de milenio, enrolada en las eléctricas y aguerridas Electrobikinis, aquella suerte de riot grrrls con base de operaciones en Getxo que fue el germen de una carrera posterior, ya en Madrid, por medio de la cual hemos conocido mejor a la cantautora, como artista, pero también como persona. O eso piensa uno, ateniéndose a unas letras, a menudo punzantes, siempre sugerentes, que ella frasea con su particular timbre, con ese toque justo de aspereza, tan agridulce como la propia existencia.

Hemos llamado a Miren aprovechando la excusa de que el próximo 11 de junio, sábado, actuará en la Sala BBK de Bilbao dentro del ciclo de conciertos allí programado como preámbulo del festival Bilbao BBK Live 2022 (por el que ya han pasado Corizonas o Egon Soda y por el que todavía pasarán Depedro, La Habitación Roja, Cupido, Ibil Bedi o Neuman). Tienes más información aquí.

«Ese éxtasis», sexto LP de Tulsa // Intromúsica

Reescuchar un disco tiempo después puede darle un nuevo sentido al trabajo, dependiendo del momento vital de uno o del contexto circundante. «Destrucción mutua asegurada», con sus símiles nucleares y esa metafórica guerra fría sentimental, casi parece haber sido compuesta antesdeayer, visto el panorama…

Ja, ja, sí, ¿verdad? Era un concepto que yo, felizmente, no tenía muy presente, pero me lo comentó un amigo y me lo llevé al terreno del amor. Y, fíjate, el disco tiene ya un año, pero la realidad de repente cambia el significado de aquello que hacemos.

Nos pasa como oyentes y te pasará a ti como compositora, que ves cómo tus obras cobran vidas diferentes.

Estamos continuamente resignificando todo: canciones, personas, sitios… Una canción tiene una distancia que te permite analizarlo más según el contexto. Pasa como con los libros…

En un sentido u otro, serán muchas las personas que te habrán dicho que se sienten identificadas con tus temas, ¿no?

Me lo decían más antes, cuando mis letras eran más viscerales, de escritura más automática, estaba todo como más desgarrado. Me dicen mucho frases como «fuiste la banda sonora de mi ruptura», que me lo han dicho muchísimo, pero también «le gustas mucho a mi novia», ja, ja.

En el nuevo álbum hay una canción que, supongo, es la más personal tuya. Se trata de «Autorretrato», quizá una de tus mejores composiciones, por otro lado. ¿Es con la que más te identificas tú misma?

Lo propuse como un juego de ficción. Un autorretrato siempre es perseguir algo imposible, mezclar la verdad con lo que no lo es, y yo a eso le añadí tintes costumbristas. Le copié la idea a Edouard Leve, que tiene un libro maravilloso llamado justamente «Autorretrato», que son todo frases escritas con punto y seguido, donde vas vislumbrando quién es por cosas que son aparentemente muy banales, pero cuela otras que son muy emocionales, aunque no sabes exactamente qué es. El tono es muy de enumerar, de informar… y esa canción ha sido un poco mi réplica.

¿Cuánto influye el que seas psiquiatra a la hora de autodiagnosticarte, de analizarte y conocerte a ti misma?

Voy a terapia, ja, ja, con un pavo, ja, ja, así que creo que aún estoy lejos de ese conocimiento. Es eterno, es infinito, en realidad. Piensas que has vivido una situación, que más o menos la has leído bien, que has entendido el código, pero luego, cinco años después, vuelve a pasarte algo similar y te descoloca. Porque eres una persona diferente, porque lo lees de otra manera. En ese sentido, es infinito. Cuando pienso en la inmortalidad, creo que solo me gustaría por eso, porque las posibles versiones de nosotros mismos son infinitas.

Dicen que nos volvemos más sabios con la edad…

Lo que nos volvemos es muy rígidos y muy poco interesantes, por esa rigidez. Se hace referencia a la sabiduría por salvar algo, pero vaya, pasa pocas veces. Ser sabio requiere mucho esfuerzo.

Lo que nos cuesta tomar el camino correcto. Erramos una y mil veces.

El camino correcto no existe ni existen los errores como tal. Cometerlos es muy necesario y muy interesante. Antes yo me fustigaba mucho con lo que consideraba errores, pero ahora me río mucho más.

¿Te rompes mucho la cabeza hasta dar con la frase adecuada? Porque partes de conceptos tan habituales en el pop como el amor o las relaciones interpersonales, pero lo haces sin caer en los lugares comunes, en los tópicos. ¿Desechas ideas por considerarlas simples y luego te arrepientes al ver a otros triunfar diciendo «mi persona favorita tiene la cara bonita»?

Ja, ja, es la gran cuestión esa. Yo es que tengo un deje que no lo puedo evitar… me gusta mucho Bob Dylan, me gusta mucho Leonard Cohen, pues venga, vamos a apuntar a lo más alto, vamos a escribir la gran «Odisea», ja, ja, pero es verdad que hay que asumir que el lenguaje del pop es mucho más sencillo que todo eso. Ahora escucho mi disco «Espera la pálida» (2009) y me digo «pero bueno, qué grandilocuencia». He ido simplificando el mensaje con el tiempo, ya no uso ese lenguaje, las palabras prestigiosas, que se llaman. Me parece genial que otros no lo hagan y me sonrojo un poco cuando pienso en cómo lo concebía yo antes. A nivel artístico, lo más valioso es tener una voz propia, que a veces la encuentras, a veces la rozas… Pero lo han de decir los demás, porque una no es consciente de si está siendo una impostora absoluta o si hay algo legítimo y sincero. Es la gran pregunta y no tiene una respuesta clara.

Tulsa // Alfredo Arias

Luces y sombras

¿Y cómo de lejos queda aquella Miren rockera y ruidosa de Electrobikinis?

Queda mucho de eso, no creas. Tengo 42 años, pero sigo pensando que tengo 19, ja, ja. Creo que pienso parecido con respecto a cómo concibo la música, cómo quiero relacionarme, de quién rodearme para salir de gira, qué intervenciones puedo asumir desde fuera… se gestionaron muchas cosas en aquella época que se han mantenido hasta hoy. A nivel estético, me sigue gustando mucho el ruido y el punk.

Euskadi sigue siendo muy rockera y muy punk. ¿Cómo la ves, en la distancia? ¿La echas de menos?

Intento estar aquí y allá continuamente. En Bilbao, como cantaba en la canción, me siento un poco expulsada, porque hay muchas cosas que ya no reconozco de cuando yo estaba. Ya no queda nadie de mi familia en Bilbao, de todas maneras, están todos en Donosti, en Hondarribia, y fantaseo mucho con la idea de volver a Euskadi, así que intento estar mucho.

Pero tocas muy poco por aquí, ¿por qué?

Pues no sé, no sé… Es un poco como si no fuera de ningún sitio, en realidad. Ahora soy de donde vivo, que es Madrid, siento que hay un espacio para mí, pero no lo veo tan claro en Euskadi. A ver qué pasa el 11 de junio, porque tengo un recuerdo un poco triste de la última vez que estuve en el Antzoki, que teníamos muchas ganas pero me quedé con una sensación un poco tibia. Estuvo superbién el concierto, hubo muchas cosas guays, pero no fue lo que esperaba. Han pasado cuatro años y no he vuelto a actuar allí.

Dos de esos años han sido un poco extraños… una especie de vacío existencial para todos. El álbum ha sido un poco un renacimiento para ti, ¿no?

Este disco me ha hecho superfeliz. La grabación fue la mejor de todas, en una casa con amigos en Daimiel, pasada la primera ola de la pandemia, que nos veíamos muy optimistas y fue todo muy hedonista. Estábamos eufóricos. Después vino un poco el bajón y tuve que sacar fuerzas para seguir adelante, acabar el arte, las mezclas, todo lo que supone poner un disco en la calle y montar la banda para los conciertos. No sabía si meterlo en un cajón y olvidarme, pero la gente más cercana me convenció y pues nada, adelante. A veces necesitas apoyarte en quien confías.

Después de la euforia

El disco está a la venta, la banda está formada, la gira está en marcha. ¿Vamos a verte más en salas o en festivales? En una entrevista reciente, bastante comentada, decías, básicamente, que los festivales no eran la panacea. ¿En qué punto estás?

Pues se avecina un verano sin festivales, se me ha colgado un poco el sambenito de que no quiero hacerlos, y nada. Pero hay festivales y festivales. Los hay que respetan a los artistas y al público, los hay que respetan a los artistas y al público lo tratan fatal y los hay que respetan a algunos artistas y al resto, no. Los que quiero que prosperen son los que tratan con cuidado las cosas. A mí, si me ponen en un festival grande a las 4 de la tarde, media hora… pues no voy a ir. Yo soy feliz en las salas.

Hablar de la industria, posicionarse o, simplemente, decir algo que puede resultar incómodo, ¿crees entonces que ha podido influir para que dejen de llamarte de festivales?

Mmm, no lo sé. Eso tendrían que decirlo otros. Si eres muy grande, nada te perjudica y puedes decir cualquier cosa. Pero si eres pequeño, pues vale cualquier excusa para no tenerte en cuenta. Yo admiro la sinceridad en esto, donde hay tanto testimonio pulido y tanto cliché, que cuando alguien cuenta, simplemente, cuál es su experiencia, pues lo valoro. Yo no hizo más que contar que los festivales funcionan para una cosa, pero no pueden sustituir lo que significa vivir un concierto en una sala.

A Bilbao vienes en formato sala, pero bajo el paraguas de un gran festival, así que todos contentos.

Ja, ja, pues sí. Voy con una superbanda, porque tengo un grupo increíble, y tocaré canciones de todas las épocas, aunque nos centremos en presentar el último. Hemos trabajado la puesta en escena, las luces… así que va a ser un show un poco diferente, con más narrativa en el escenario, para reflejar mejor lo que contiene el disco.

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