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Entrevistas

Vetusta Morla: “Hay que defender lo que piensas que es justo”

Vetusta Morla (2019)

Entrevistamos al grupo madrileño tras regresar de un kilométrico tour norteaméricano y a punto de actuar, dos noches consecutivas, en el Kursaal de Donostia

Vetusta Morla
Entrevistamos a Guillermo Galván, guitarrista del grupo madrileño, poco después de un kilométrico tour por Norteamérica y a punto de actuar, dos noches consecutivas, en el Kursaal de Donostia, una ciudad especial para ellos

Recién llegados de su «North American Tour», tras 11 conciertos en 16 días y 7.600 kilómetros de costa a costa de Estados Unidos (también ofrecieron un show en Canadá), Vetusta Morla nos atienden por medio de Guillermo Galván, su guitarrista, a unos días de dar en el Kursaal de Donostia el primero de los dos conciertos consecutivos que la banda madrileña brindará junto a la playa de La Zurriola (el segundo, el sábado 2, con entradas ya agotadas).

Es curioso, como el propio Guille reconoce (aunque asegura que «no fue premeditado»), que la gira «Mismo sitio, distinto lugar» vaya a vivir sus tres capítulos finales en los tres lugares donde, hasta la fecha, el grupo ha grabado alguno de sus discos, esto es, Nueva York, Gipuzkoa y Madrid. Pero vayamos por partes.

Vetusta Morla, fin de gira en Donostia

Gira «Mismo sitio, distinto lugar»

«Una de esas giras que sueñas cuando empiezas, cuando eres adolescente». De esa manera define Galván lo vivido semanas atrás, en su paso por ciudades y espacios «que fueron ocupados antes por artistas que uno admira de siempre». Así, no es de extrañar que el músico sienta jet lag «tanto físico como emocional» cuando le preguntamos por la vuelta a casa. «Las giras son muy constantes y hay poco tiempo de asimilación», abunda, aún «haciendo balance de lo vivido», ya que «todo se amontona» cuando uno experimenta en primera persona el trasiego de formar parte de Vetusta Morla.

Un tour al otro lado del Atlántico y a orillas del Pacífico que, aparte de acercar la música de los madrileños a «latinos y españoles, tanto de segunda generación como de paso o estudiantes», así como a un público local «minoritario», según reconoce, que a la banda le ha servido para volver a actuar en salas de mediano formato, algo «no tan habitual en España», donde el combo lleva años encabezando festivales, llenando auditorios y actuando en grandes pabellones.

Un baño de humildad o una vuelta a los orígenes, según se mire, para una formación instalada en el star system del pop estatal. Recorrer kilómetros y kilómetros para actuar ante unos pocos centenares de personas, «solamente» (entre comillas, pues tampoco es moco de pavo meter 500 o 600 personas en recintos de Boston, Chicago o Washington D.C.), hace que que a Guille se le hayan quedado grabados ya no solo «olores o sensaciones», sino también «el ruido del generador» que le impedía dormir por las noches a bordo de un autobús con quince literas que fue «como una especie de campamento de verano sobre ruedas».

Vetusta Morla, en concierto // Iñaki Espejo-Saavedra

Sin embargo, el estatus de banda grande sí que les sirvió para gozar de otros «privilegios», como el contar con un equipo «que se encargaba de todo antes de las pruebas de sonido», por lo que los músicos podían despreocuparse de asuntos relacionados con la llegada y el montaje de cada ciudad. Así, pudieron dedicar parte de las jornadas a «patear, si no como un turista, sí que al menos para matar el gusanillo».

Una gira que no parece que vaya a dar pie a un libro como «Memoria instantánea», en el cual dejaron constancia de lo que fueron los conciertos de «La Deriva», entre 2014 y 2015, pero que han ido desgranando a través de las redes sociales, con fotografías, vídeos en directo o playlists con canciones de artistas originarios de los diferentes rincones a los que llegaban. «Cada lugar tiene un sonido propio», considera nuestro entrevistado.

Hablando de lugares con «sonido propio», no podemos obviar un sitio como Berlín, ya de vuelta a Europa. Este mes de noviembre volverán a la ciudad de los legendarios estudios Hansa, donde quedaron registradas las canciones de su más reciente trabajo (recientemente reconocido como «disco de platino» por vender 40.000 ejemplares). Además, pasarán por Colonia, Stutgart y Frankfurt. Una gira alemana «ya recurrente», estima Guille, pues con ese serán cuatro los tours ofrecidos hasta la fecha en territorio teutón. La gran presencia «de estudiantes y trabajadores españoles», una vez más, determinante, si bien hay alemanes que les van «siguiendo poco a poco», certifica Galván.

Vetusta Morla, Donostia

Vetusta Morla

A DONOSTIA, «MIL VECES»

Pero, justo antes, los próximos días 1 y 2, Vetusta Morla ofrecerán sendos conciertos en San Sebastián, en el Kursaal, como indicábamos al comienzo de este artículo. Una ciudad, la donostiarra, a la que el guitarrista «iría mil veces», cosa que no suena tan descabellada cuando empieza a echar cuentas: la banda ya ha actuado un par de veces en el propio Kursaal, otra en el teatro Victoria Eugenia («un escenario con aura»), también en el Jazzaldia («en la arena, junto al mar»)… y a eso hay que añadirle las visitas «por mero placer», sea para asistir «al festival de cine», enumera… o a tomar pintxos al Néstor, bar de la Parte Vieja que, para Galván, es «fetiche».

Además, la capital de Gipuzkoa no está tan alejada de Andoain, donde los madrileños grabaron «Mapas» en enero de 2011, «en plena temporada de sagardotegis», como recuerda Guille, por lo que no perdieron la oportunidad de «comer txuletones y beber sidra» en compañía de Kaki Arkarazo y Mikel Abrego, responsables de los estudios Garate. Fermin Muguruza es otra de las amistades oriundas con la que han compartido «vivencias y puntos de vista» cuando han pasado por Gipuzkoa. «En Euskadi nos sentimos como en casa y recibimos un feedback muy de verdad, tenemos amigos, vamos de vacaciones… es un sitio especial a la hora de hacer las giras», resume.

Tras los dos conciertos vascos y los cuatro alemanes, será Madrid, su ciudad, en la que despedirán el año, con tres shows multitudinarios (15.000 personas por noche) en el Wizink Center (27, 28 y 29 de diciembre), citas en las que se juntarán «los fans del principio con los amigos de toda la vida, familiares… todas las capas de seguidores». Aun así, Galván piensa que «no hay que volverse loco con las cifras y los sold outs», a pesar de alegrarse «por lo que mueve Vetusta Morla». Con todo, «lo importante es la música y lo maravilloso es enamorar a cada persona, de una en una», sumen después «600 o 45.000», reflexiona.

Una vuelta a casa feliz, pero un tanto convulsa, tras vivir en la distancia los disturbios de Barcelona, el sainete por la exhumación de Franco, la campaña electoral… «Son momentos extraños, también a nivel mundial», estima Guille, a quien, viendo lo que está pasando en muchos lugares, le entran «ganas de echarse las manos a la cabeza». Y, ¿qué le hacemos? Pues él considera que es más que recomendable votar, algo «que nunca puede ser visto como negativo», dado el gran número de personas que «se han sacrificado a lo largo de la historia para que hoy podamos hacerlo». Así que al colegio electoral, de nuevo. ¿Y a las calles? ¿Hay que protestar? Galván lo tiene claro: «La vida es muy corta como para no defender lo que piensas que es justo. Hay que aportar el punto de vista de uno, sea desde la protesta, sea desde la creación. Eso forma parte de la convivencia».

Vetusta Morla actuarán los días 1 y 2 de noviembre en el Kursaal de Donostia. Más info y entradas (para el viernes) aquí.

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