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Ocio y cultura

Las películas de febrero: “Drive My Car” y “La abuela” (más “Pam & Tommy”)

¿Es la última de Hamaguchi la obra maestra que se dice? ¿Merece la reposada obra de Paco Plaza? ¿Recuerdas aquella cinta que…?

"Drive My Car" // Bitters End / The Match Factory
¿Es la última de Hamaguchi la obra maestra que se asegura? ¿Merece la reposada obra de Paco Plaza en tiempos de inmediatez? ¿Tú también viste en los 90 la cinta de la vigilante de la playa y el Mötley Crüe?

Hubo una especie de histeria en el último Zinemaldi con «Drive My Car». Venía de ganarlo todo y era la película que había que ver. Colas faraónicas en el Principal (avisamos: dura casi 3 horitas) y ese punto de postureo que hay en todos los festivales, y que se acentúa hasta el infinito si la película es de latitudes insólitas.

Y, oigan, que la peli está bien, ¿eh? La relación entre un dramaturgo que adapta «Tío Vania» y su choferesa engancha, es creíble y resulta emotiva. Pero el que aquí les habla no detectó la obra maestra que los popes aseguran que es, por ninguna parte. Pero ni en ésta, ni en la anterior de Ryûsuke Hamaguchi, su director, «La ruleta de la fortuna y la fantasía», otro título aplaudidísimo en festivales, pero digamos que discreto en el mundo real (la taquilla).

Así que si tienen ilusión por ir a verla, aquí no solo no se la vamos a quitar, sino que les vamos a animar a que asistan a su sala más cercana, pero avisando de que igual la fascinación e hipnosis del cine asiático no traspasa la pantalla para deslizarse por sus pupilas. En hipérboles, nosotros también somos una potencia.

«LA ABUELA»: RELOJ NO MARQUES LAS HORAS

Paco Plaza es un tipo afable. Amable. De talla común. Gasta gafitas. Es fan de «La vida de Brian». Pero su mundo interior está poblado por posesiones pavorosas, zombis y seres surgidos del mismísimo averno (dedicó un documental a Bunbury hace una década).

En «La abuela» Plaza nos habla de terror existencial. No hay sustos, solo clima. Pero uno que se puede cortar con cuchillo. La yaya que vive junto al Retiro (y pasea por la glorieta del ángel caído, donde moría «El día de la Bestia») sufre un ictus. Desde ese momento, valiéndose de la cárcel en la que se convierte su propio cuerpo, usará a su nieta como asistente en un proceso de vampirización que remite al Polanski de «Repulsión» o «La semilla del diablo» (cómo recuerda al edificio Dakota esa vieja casa que cruje, habla y respira).

Con guion del gran Carlos Vermut (la campaña de perfumería en la que trabaja la protagonista al comienzo del film se llama «Magical Girl»), «La abuela» quizá no convenza al milenial que busca la inmediatez, pero es un estupendo ejemplo de relato gótico reposado que termina compensando de largo.

Y EN PLATAFORMAS: «PAM & TOMMY»

Si tienen más de 40 -de lo contrario quizá ni sepan quiénes son- recordarán aquel asunto de Pamela Anderson y un vídeo en el que hacía «pruebas de sonido» con su novio de aquel entonces, Tommy Lee, batería de los Mötley Crüe. La cosa hoy no daría para más, pero a mediados de los 90, con el porno en VHS, la eclosión de Internet y la muerte del rock de laca -el grunge pegaba fortísimo- todo se sobredimensionó hasta convertirse en un asunto de estado.

Se da la circunstancia, inquietantemente divertida, de que es la plataforma familiar Disney+ la que estrena la serie «Pam & Tommy» en nuestro país (3 capítulos de 8 disponibles, de momento) para un divertimento inocuo y macarrilla, de rockeros que hablan con su pene -literal- mientras se columpian de fiesta en fiesta.

Epicúrea, festiva e intrascendente. O sea, entretenida.

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