Arranca un nuevo año y lo hace pareciéndose demasiado al anterior, un 2020 para olvidar. Aunque no del todo: en su recta final irrumpían filmes (en cines y en plataformas) que hemos de reivindicar. Nos ponemos a ello.
Ahora que todo se va a la mierda, que todo va a quebrar, cerrar, colapsar y otras cosas horribles que terminan en AR -estaba pensando que ese es el nombre de cierto programa de televisión que es el Apocalipsis en sí mismo- ahora, les decía, que se va a pique la civilización occidental, no es mal momento para recuperar una de las supervivientes más interesantes de una cartelera postnavideña, digamos, ramplona.
Hablamos de «El padre», adaptación en celuloide de aquella obra de teatro que pasó hace como un lustro, por, entre otros, el Teatro Arriaga bilbaíno, con las facciones de un inconmensurable Héctor Alterio.
Ojo, que en cine lo defiende un Anthony Hopkins que apesta a Óscar. Siempre me he preguntado cómo selecciona Sir Anthony en que películas va a participar. De qué forma se puede combinar cine checheno, «Transformers 6» o «El padre». ¿Tirará los guiones al aire y el que coja, lo hará? ¿Los tirará al aire y hará todos? No, ese sería más Nicolás Cage.
Nos estamos desviando. Hablábamos de un film sobre el Alzheimer, hondo, noble y nada amarillista, que ilustra el proceso de un hombre maduro adentrándose en la niebla de la desmemoria.
Como suele ocurrir siempre, la interpretación de Hopkins destaca sobremanera porque a su lado hay una labor sorda que sostiene la película desde un área gris. La británica Olivia Colman (reina en «La favorita») es la hija atenta a los continuos fueras de juego de su progenitor, cuya mente equipara recuerdos de hace medio siglo con otros de esa misma tarde.
Cine útil, humano, concreto -apenas hora y media, un acierto- que nos ayuda a entender que tenemos fecha de caducidad, que hay que relativizar todo mucho más y que sonreír, aunque no se sepa por qué, es gratis y reconfortante. Pónganse a ello.
Y en plataformas: «Soul» y «Belushi»
Seleccionada para un Cannes que nunca ocurrió, lo último de Pixar ha sido estrenado directamente en televisión (Disney+), en esta realidad pandémica, aséptica y domesticada en la que vivimos.
Y es curioso, porque «Soul» nos habla de las antípodas de todo ello: la importancia del individuo, la pasión, la magia y el pelear porque cada día de tu vida sea tan único como los conciertos de jazz que hipnotizan al protagonista, un desnortado profesor de piano.
«Cuando mi hijo tenía un mes -asegura en la Fotogramas de este mes Pete Docter, también director de «Up»- me di cuenta de que tenía un carácter muy marcado y pensé: «¿de dónde vendrá el carácter que una persona tendrá el resto de su vida? Y comencé a escribir un guion. Lo confieso, no me apresuré: mi hijo tiene hoy 23 años».
No podemos contar mucho más sin romper la preciosa sorpresa que «Soul» es, un film estrenado el día de Navidad que, no obstante, se coló en numerosas listas de «Lo mejor del año». Y sí, lo fue… y lo será, también en este 2021 recién estrenado.
«¿Cómo puedes estar tan tranquilo cuando estás sobre un escenario? Yo no podría», preguntó una vez una amiga a John Belushi. «Yo lo que no entiendo es cómo puedes estar tú tranquila en la vida; yo no soy capaz», respondió el cómico. Cuarenta años después de fallecer ejecutado por sobredosis de todo en el cinéfilo y decadente Chateau Marmont, Belushi sigue siendo el tipo que cambió la adocenada televisión de los 70 (Saturday Night Live, aún en emisión), que creó el subgénero universitario («Desmadre a la americana») y que lideró una banda de R&B que salvó al soul del olvido (James Brown dixit): The Blues Brothers.
El problema es que todo era demasiado y que todo nunca fue suficiente. Al contrario que el mítico libro de Woodwar «Como una moto», el documental «Belushi» (HBO) pasa de puntillas por las farras antologicas con Keith richards o Carrie Fisher y se centra en las películas familiares y en Super-8, así como en maravillosas partes animadas y entrevistas en off -solo se oyen las voces- de familiares y amigos que conocieron lo que pudieron -nunca fue facil- al bueno de John. El resultado es tan apasionante y desolador como lo fue la personalidad del polifacético actor.