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Ocio y cultura

La película de mayo: “Lucky”, tan local, que era global

"Lucky"

Este mes te recomendamos dos cintas que hablan sobre la vida, en general, partiendo de vidas en particular. Por un lado, una peli que ha llegado a los cines casi de tapadillo, sin dar ruido ni levantar polvareda. Por otro, el documental «Muchos hijos, un mono y un castillo», que ya está disponible en formato doméstico

Lucky // KMBO
Este mes te recomendamos dos cintas que hablan sobre la vida, en general, partiendo de vidas en particular. Por un lado, una peli que ha llegado a los cines casi de tapadillo, sin dar ruido ni levantar polvareda. Por otro, el documental «Muchos hijos, un mono y un castillo», que ya está disponible en formato doméstico

Casi de tapadillo, sin dar ruido ni levantar polvareda, se estrenó hace quince días una peliculita llamada «Lucky«. Siempre huyo de sinopsis, fotos, pósters, críticas (razonadas o no), para llegar lo más virgen posible a la cinta a abordar. Y, se lo aseguro, en este modelo social en el que vivimos, cada vez es mas difícil intentar no enterarte; que no te contaminen. Sin embargo, el otro día entré al cine sabiendo menos de lo mínimo.

La primera media hora pensé que no pasaba nada. Pero denme un minuto, que les explico. Un octogenario deambula por la pantalla viendo concursos en la tele, tomando bloodymarys y haciendo ejercicios. Han adivinado, es el día a día de Lucky. Perdido en el profundísimo oeste americano, en un pueblo tan tranquilo que parece que incluso el tiempo se ha detenido, todo ha quedado suspendido en una especie de limbo retratado en una polaroid setentera. Desteñido. Olvidado. Y, de pronto, cuando Lucky visita a su médico (memorable el comentario «sé que fumas un paquete diario, pero si te lo quito te mato»), este ceporro que les está hablando se da cuenta de que la película va de la vida. Nada más y nada menos.

Ese día a día en el que parece que no pasa nada y que, sin embargo, está trufado de miradas, silencios, cafés, carcajadas, reproches, llantos y sonrojos. La vida. Nada menos. El bueno de Lucky nos mira presidencial, con la tranquilidad que da el encarar la recta final. Sin certezas, pero con las cartolas a reventar de experiencia. Y con tiempo. Todo el del mundo, para buscar la tortuga perdida, acariciar al perro del vecino o tomar la penúltima en el bar de tu gente, donde, por cierto, de cuando en cuando aparece David Lynch haciendo de… David Lynch.

Lo confieso: Terminé fascinado, hipnotizado por un personaje y un film que, de puro local, era global. Todo lo que sucedía en aquel pueblillo polvoriento, me había pasado a mí; de otra forma -porque yo no voy en pony a currar, pero anda que no se ve gente curiosa en el tranvía-. Por eso, si busca la desconexion en el cine, huir de lo rápido que esta vida nos obliga a vivir, salir con la sonrisa en la boca y el cerebro refrescado, recomendamos sin ambages esta joyita.

Si es capaz de no emocionarse hasta el tuétano con Harry Dean Stanton cantando rancheras -uno de los grandes momentos que nos va a brindar el cine este año- debería visitar al doctor lo antes posible. Como Lucky, vaya.

Y EN FORMATO DOMÉSTICO… «MUCHOS HIJOS, UN MONO Y UN CASTILLO»

La primera vez que escuchamos el título de este documental -en septiembre pasado, en Donosti- nos quedamos perplejos. El actor Gustavo Salmerón había grabado a su madre durante 14 años -han leído bien- para quedarse con solo 90 minutos, eso sí, desopilantes, en los que Julita, su progenitora, explicaba que al casarse ella quería «muchos hijos, un mono y un castillo«. Alucinen: lo logró, pero, como dicen los asiáticos, «cuidado con lo que deseas, que se puede cumplir». Es alucinante como Salmerón logra que colisionen frontalmente «El desencanto» y una comedia de Berlanga… y que no haya heridos. Bueno, alguno hay, porque nadie sale vivo de una vida, pero ustedes ya me entienden.

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