Vuelve a visitarnos el que fuera líder de Screamin’ Cheetah Wheelies para una gira española de siete fechas que, cómo no, tendrá parada en Euskadi, su segunda casa. Hablamos con él
Vuelve a visitarnos Mike Farris, el que fuera líder de Screamin’ Cheetah Wheelies, para una gira española de siete fechas que, cómo no, tendrá parada en Euskadi. No en vano, tras su Noteamérica natal, es por estos lares por donde mejor le va al creador de «Magnolia», «Goodnight Sun»… o «Silver & Stone», su nuevo álbum, publicado este mismo mes de septiembre.
Entre el 5 y el 13 de octubre (en el Kafe Antzokia de Bilbao el viernes 12), Farris interpretará, por primera vez con el respaldo de una banda eléctrica al completo (The Fortunate Few), un puñado de temas de su antiguo grupo, así como varias versiones de sus adorados Tom Petty & The Heartbreakers.
Una ocasión irrepetible (o así lo asegura él mismo) para volver a encontrarnos con el ganador del Grammy de 2015 al «Mejor Álbum de Góspel», ahora que ha regresado a la senda del rock and roll y vuelve a echar mano de sus composiciones más míticas. Hemos hablado con él.
MIKE FARRIS VUELVE A (SU SEGUNDA) CASA
El 12 de octubre estarás de nuevo en Bilbao, de vuelta en el País Vasco. Llevas muchos años de idilio con este lugar en el mundo, ¿qué significa para ti?
El País Vasco y su gente nos han hecho sentir siempre como en casa, desde la primera vez que fuimos. La gente nos recuerda a la del sur de Estados Unidos, donde vivimos. Los sureños aman la vida, están muy orgullosos de su gastronomía y cultura, y disfrutan en compañía de familiares y amigos. Son personas que ansían disfrutar al máximo su existencia. Es el mismo sentimiento que me transmiten los vascos, así que me siento identificado.
¿Qué recuerdas de la primera vez, aquel Día de San Valentín de 2004 en la sala Azkena de Bilbao?
Me cuesta recordar muchas de las cosas de aquellos días, jajaja. En cambio, recuerdo quedar marcado por la belleza de la ciudad y por el concierto de aquella noche. ¡No podía creerme que todo el mundo se supiera mis canciones! Fue bastante sorprendente y muy especial. Era la primera vez que salía de América y no podría haber escogido un lugar mejor para estrenarme.
¿Cómo fue posible aquel primer tour por España? Sabemos que tu manager, la tristemente fallecida Rose McGathy, era alguien que confiaba más en personas concretas que en grandes empresas, instituciones o incluso festivales. ¿Quién fue la clave para aquella gira? Nos da que fue más por intuición y confianza que por cuestiones estrictamente profesionales.
Rose tenía muy buen ojo para las personas con carácter, determinación y corazón, así que, si creía en ti, haría todo lo que pudiera para ayudarte y apoyarte para que todo saliera bien. Ella vio esas cualidades en nuestro amigo Eneko Gurrutxaga. Él se había interesado en llevar de gira por España a Screamin’ Cheetah Wheelies, pero nos pilló en medio de nuestra separación. Eneko decidió viajar a Nueva York para reunirse con Rose y conmigo… y eso hizo que cerráramos un trato. Ella se dio cuenta enseguida del buen gusto de él y, desde entonces, se convirtió en su gran aliada en América. Acordaron llevarme de gira en solitario y lo hicimos, a la carrera. Rose tenía mucha habilidad apostando por quien no llevaba las de ganar, ya que reconocía a las personas que, con todo el potencial, solo necesitaban un empujoncito para lograr el éxito. Me encantaba eso de ella.
Unos meses después, en septiembre de 2004, tocaste con The Screamin’ Cheetah Wheelies en Azkena Rock Festival, en Vitoria-Gasteiz. Aquel concierto es recordado, hoy en día, como uno de los mejores del festival… y eso que fue el epitafio del grupo. ¿Cómo recuerdas aquella actuación y aquellos últimos días con tus compañeros?
Fue un epitafio premeditado. No podría haber soñado una manera mejor de terminar. Fue un increíble destello de gloria. También fue agridulce, porque todos éramos conscientes de que ir al Azkena significaba vivir nuestros últimos días. Recuerdo también el set que hice el domingo por la mañana con Roger McGuinn, bajarme del escenario, y cogerme nuestro bajista, Steve Burgess, «Mike, no nos necesitas. Adelante, que irá bien». Fue un momento muy bonito, porque, aunque todos sabíamos que era el fin, nadie quería decirlo. Fue muy emotivo despedirnos e ir cada uno por su lado. Para mí eran la única banda que había tenido, pero, por encima de eso, los consideraba mis hermanos. Ellos eran todo lo que yo había conocido durante mi vida adulta, hasta ese punto. Aquella noche en Vitoria siempre será recordada por todos nosotros. Y, sí, fue uno de los mejores conciertos de nuestra carrera.
Después de aquello perdiste el avión… y pasaste unos cuantos días en Euskadi. Sabemos que los disfrutaste ¿Qué te cautivó?
La gente vasca tiene una profunda y rica herencia proveniente de siglos atrás, por lo que, para alguien como yo, que viene de un mundo relativamente nuevo, donde las raíces de la gente apenas van un poco más allá, es fascinante. Además, creo que el espíritu independiente de los vascos casa con el de la Ámerica sureña. Mi gente es espiritual y muy trabajadora, la sal de la Tierra, y siento que la conexión con mis hermanos vascos es incluso mayor que con los de otras regiones de España.
¿Cuáles son las diferencias entre el Mike Farris de 2004 y la persona y artista de 2018? ¿Se puede decir que estás viviendo una nueva vida?
Sí, estoy viviendo una nueva vida, sin duda. Mismo espíritu, pero más viejo y sabio, ¡o eso espero! Gracias a mantenerme sobrio he logrado tener una mejor perspectiva de mi vida personal y profesional. Estoy más centrado que nunca. El Mike de 2004 era un temerario, como lo es mucha gente cuando es joven. Me he tranquilizado un poco y doy gracias por ello.
Hubo un antes y un después con la muerte de Rose, evidentemente. Un poco después de su adiós, en 2009, volviste al Azkena Rock Festival. Fue un día muy emotivo, ¿no? Tras la actuación estuviste firmando discos durante horas…
Creo que estábamos nerviosos por volver al ARF y a España con música nueva, porque, en general, era bastante diferente, basada en sonidos negros muy antiguos y espirituales. Yo tenía muy presentes los errores de la Iglesia Católica en España a lo largo de los siglos, pero, para mí, desde mi propio punto de vista espiritual, hay mucho más allá de la típica iglesia. Creo que ese sentimiento y aquel espíritu convergieron en mi acercamiento a esos sonidos, y aquel día nos llenó de alegría a todos.
Regresaste a Vitoria en 2011 (tocaste en la catedral); estuviste en Bilbao en 2010 y 2016; y actuaste en MAZ Basauri en 2015, donde hiciste migas y actuaste junto a músicos locales. ¿Dieron la talla?
Todos los que tocaron fueron fantásticos, ¡y las coristas eran geniales! La mitad del arte de estar en una banda recae en cómo es la persona cuando, simplemente, pasa el rato con sus compañeros, porque, aunque estés con ellos 15 horas al día, realmente tocas solo dos. Así que tienes que ser majo… ¡y allí todo el mundo lo era!
Ahora vuelves a Bilbao como parte del festival benéfico WOP, organizado por una fundación que lucha contra las enfermedades neurodegenerativas. ¿Es esto un incentivo añadido?
Hacemos varios eventos solidarios cada año, principalmente, en torno a cuestiones relacionadas con las drogas y el alcohol, así como relativas a las enfermedades mentales. Por ejemplo, participaré en breve en uno en las montañas de Carolina. Cualquier cosa que podamos hacer para ayudar a gente necesitada es una gran labor. Actualmente, mis momentos de mayor alegría coinciden con aquellos en los que ayudo a otros.
En tu gira española interpretarás canciones de Screamin’ Cheetah Wheelies, así como una selección de Tom Petty and the Heartbreakers, asegurando que no volverás a hacerlo en el futuro. ¡Como para perdérselo! ¿Qué puedes adelantarnos del repertorio? Suponemos que habrá también temas de tu nuevo disco, «Silver & Stone», ¡así que habrá mucho r’nr!
Tocamos hace poco unas cuantas canciones antiguas en Nueva York y sonaron increíbles con mi nueva banda, The Fortunate Few, por lo que pensamos que qué lugar mejor para recuperarlas que España. Por supuesto, tocaremos también temas del nuevo álbum, que siento que es el mejor que he hecho, de largo. Siempre es genial girar por España, porque gusta el rock y nos permite ofrecer canciones que, normalmente, no tocamos en ningún otro lugar. ¡Estamos ansiosos!
Háblame de tu banda, The Fortunate Few… mucho nivel, ¿eh? Encima, habéis fichado a Phil Shouse (músico de Gene Simmons, de Kiss)…
Sí, esta vez no iré solo, sino con una banda alucinante. Dado que nuestro guitarrista, Bart Walker, será padre sobre el 1 de octubre, no podía salir de gira esta vez, así que ocupará su lugar nuestro amigo Phil, un monstruo de la guitarra y todo un dios del rock. Es emocionante tenerlo con nosotros.
Hablando de bandas… ¿te imaginas el retorno de Screamin’ Cheetah Wheelies? Dado que Azkena Rock Festival fue su tumba… ¡podría ser un lugar perfecto para resurgir! ¿Cómo lo ves?
Si algún día sucede, ocurrirá en dos sitios: Nueva York y Azkena, sin duda.
Acabamos. Imagina que te llevamos a un txoko. ¿Qué esperarías o desearías?
Jajaja… Ya estuve en uno, rodeado de amigos alucinantes. Esperaría la misma gran compañía y la misma comida increíble, pero desearía que pudieran estar los miembros de mi banda y algunos de mis amigos más cercanos para que disfrutaran de una cosa así.