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Gente de aquí

“Los okupas no vamos por ahí echando a señoras de sus casas”

Tras la alarma social creada en Portugalete y Santurtzi, entrevistamos a un okupa de la localidad marinera para conocer mejor su idiosincrasia.

Okupa, kopon // Troita
¿Qué es ser un okupa? ¿Actúan todos igual? ¿Qué es lo que les mueve y qué lo que reivindican? Tras la alarma social creada por los recientes casos de Portugalete y Santurtzi, entrevistamos a un vecino de la localidad marinera que habita una casa okupada movido no solo por la «necesidad», sino también por «motivaciones políticas».

«Desalojada por unos okupas después de 94 años», publicó El País; «Un grupo de okupas se mete en casa de una señora de 94 años», tituló ABC; «Okupa una casa en Repelega y amenaza a los vecinos con un cúter», abundó Deia. Todas estas informaciones, fechadas a 16 octubre, hacían referencia al caso de Vitori, una anciana de la localidad jarrillera que, desde tres días antes, no podía acceder a la que había sido su casa desde 1931 tras ser allanada por unos desconocidos.

Una noticia que corrió como la pólvora, especialmente por la Margen Izquierda, soliviantando a unos vecinos que, entre alarmados e indignados, se personaron en el barrio de El Progreso para apoyar a la mujer, que, sentada en una silla junto a su vivienda, en la calle, esperaba pacientemente a que se solucionara la situación.

Fue tal el revuelo montado, que la policía tuvo que intervenir, guardando las distancias entre la vivienda y la marabunta. Gracias a la presión vecinal, Vitori pudo recuperar su hogar en tiempo récord, apaciguándose un tanto los ánimos. Pero, poco después, volvía a surgir otra noticia de similares características, en la localidad vecina de Santurtzi («Nueva casa ‘okupada'», publicaba hace seis días El Correo), dando pie a nuevas protestas vecinales: «Organizan una protesta en Santurtzi para echar a los okupas», ha podido leerse en el mismo medio.

Unos hechos y unas informaciones que han vuelto a poner a los okupas en el disparadero, como suele pasar periódicamente, cada vez que se da alguna situación conflictiva que tiene como protagonistas a individuos que, sin permiso, habitan espacios privados. Pero, claro, una cosa es colarse en un edificio que cuenta con un legítimo propietario, pero que está vacío y en desuso, y, otra, desalojar a personas de sus hogares.

La última de las variables no nos cuadraba con lo que, sobre el papel, implica ser un okupa, con k. Es decir, entendido como movimiento social que no solo consta de personas que usurpan una propiedad, sino que, además, cuentan con unas motivaciones políticas de reivindicación y protesta. Para ellos, el «derecho a la vivienda» está por encima del «derecho a la propiedad privada», sí, pero justo por eso, jamás privarían a otro de ese derecho esencial. O eso considerábamos, vaya.

Así las cosas, quedamos con Mikel X. (nombre ficiticio), un okupa de 36 años que vive desde hace varios en una casa okupada de Santurtzi, uno de los municipios de actualidad por este asunto. Habitual de gaztetxes (centros sociales okupados) y comprometido con la causa, él sabe mejor que nadie cuáles son las motivaciones y las reivindicaciones de los okupas, pero también su modus operandi. «Hay que tratar a los demás como quieres que te traten a ti», resume.

Pintada a favor de la Okupación // Joxemai

Los medios están volviendo a hablar de okupas. ¿Os sentís identificados?

Si miras en el diccionario, pondrá que un okupa es alguien que habita una casa que no es de su propiedad o algo así. Así que entiendo que cualquiera que entra en una vivienda que no es suya, sí que es un okupa, sin distinción.

Pero hay okupas que lo hacen por necesidad y otros que, más allá de eso, tenéis unas convicciones y un sentimiento de pertenencia a un movimiento, ¿no?

Esa podría ser la diferencia. Hay okupas politizados que piensan que es una vergüenza que haya tantas casas vacías y tantas personas sin casa, que reivindican el derecho a la vivienda, que protestan contra la especulación o que, sencillamente, no creen en la propiedad privada. Más allá de eso está quien lo hace por simple necesidad. Pero se pueden mezclar lo político y la necesidad a la vez.

En los grandes medios nunca se destacan esos matices. Jamás se habla de que los okupas reivindiquen nada. Se dice que os metéis en casas de gente. Y ya.

Es gente muy interesada. Usan los términos como les da la gana. El otro día, tras la concentración de vecinos en Portugalete, un periódico llegó a utilizar el término de «tsunami ciudadano», fíjate, porque había 200 personas allí, con todo lo que está pasando en Catalunya… No sé si querían exagerar una cosa y minimizar la otra o ambas. Magnifican lo que les da la gana para crear alarma y minimizan aquello que quieren ridiculizar. Parece mentira que, siendo profesionales, no se molesten un poco más y usen otros términos como «usurpación de vivienda» o «allanamiento de morada», que es lo que utilizan los jueces. Meten todo en el mismo saco para desprestigiar el movimiento. Y la gente se traga lo primero que lee.

Lo de Portugalete ha traído mucha cola…

Porque es un caso bastante sangrante, algo de sentido común. Tú no puedes meterte en una casa donde esté viviendo alguien. Los okupas, digamos políticos, no lo hacemos. Ahí ha podido haber gente que se lo ha hecho muy mal, sí, pero en el rechazo a esa acción concreta se han juntado también el clasismo y el racismo de muchas personas.

Tú jamás habrías okupado una casa en la que vive una señora de 94 años, en resumen.

Claro que no. Los okupas no vamos por ahí echando a señoras de sus casas.

Pero casos como ese os pueden salpicar a quienes okupáis de un modo diferente.

Claro. Es un caso que en ningún momento puede beneficiar a nadie. Lo han hecho muy mal okupando de esa manera. Han sido irrespetuosos, además. Pero puedes ser irrespetuoso siendo okupa o siendo propietario. Si tú le preguntas a los vecinos que yo tengo alrededor, seguro que prefieren que estemos nosotros a que la vivienda siguiera vacía. Porque estamos en sintonía con nuestro entorno, respetamos, y la gente sabe que mantenemos y cuidamos la casa.

De eso tampoco se habla nunca. De okupas aceptados y en armonía, quiero decir. 

Es que eso no interesa. Se está centrando el debate en que unas personas han entrado en la casa de una señora, que fíjate qué mal, pero no se habla del porqué de ese acto, de cuáles son las causas. Nadie okupa por gusto. Si no tuviéramos los barrios llenos de especuladores, si hubiera unos salarios dignos… no pasaría. Cuando lo intentas todo por los cauces legales y no puedes, ¿qué haces? Hay gente que no tiene más alternativa. Nosotros reclamamos el derecho a una vivienda digna.

En Santurtzi, tu pueblo, se acaba de dar otro caso. Y ya se habla de un posible caso de «mobbing inmobiliario». ¿No es paradójico? Los okupas os quejáis de la especulación, pero, según publican, los okupas habrían sido introducidos por constructoras para crear mal ambiente y que así los propietarios reacios a vender acaben marchándose. Para especular.

No sé qué ha pasado en ese caso concreto, pero sí hay otros en los que se fomenta la okupación con gente conflictiva para degradar un barrio y así desalojar una zona para poder hacer negocio. Comprar barato, construir y vender caro. Ayuntamientos y empresas utilizan a los okupas en su beneficio, aprovechando que la necesidad de vivienda es imperante. A veces, sin saberlo, puedes estar inmerso en un proceso de gentrificación.

Edificio okupado // N. Tabares

Muchos propietarios también esperan que eso pase, para poder vender sus pisos.

Claro. Hay muchísimos pisos vacíos, 1.300 en Santurtzi, algunos incluso difíciles de habitar por problemas de humedades y demás. No los quieren para nada más que para llevarse un trozo del pastel. Pero no siempre todos los vecinos quieren deshacerse de su casa, hay quien realmente vive ahí y quiere seguir haciéndolo. Y surgen los problemas, por la presión especulativa.

1.300 pisos son muchos…

Eso se estima, solo en Santurtzi. Es un municipio con casos como el del solar AGR-207 de Mamariga, en el que había viviendas antiguas, pequeñitas. Los propietarios las vendieron, con la promesa de construir nuevos pisos en los que serían realojados. Mientras tanto, cinco años, les pagaban el alquiler. ¿Qué pasó? Que la empresa quebró, el especulador del constructor está en la cárcel (por otros motivos) y los vecinos, con el alquiler vencido, están sin casa y sin nadie que los ampare. Más de 50 familias en la calle por culpa de la especulación. Esa es la realidad.

Van a ser Elecciones. Generales. Hay partidos, especialmente los autodenominados «constitucionalistas», que no son muy amigos de vuestro movimiento. Vosotros reclamáis el artículo 47 de la Constitución («derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada»), ¿no? Otra paradoja.

Pues sí, pero es que una cosa es la ley y otra cosa es la justicia. Los políticos ponen el grito en el cielo por cualquier cosa que les dé réditos, como poner el foco en si se han quemado unos contenedores en unas protestas, pero les da exactamente igual si se pisotean derechos tan básicos como el de la vivienda. Si hicieran unas políticas justas de verdad, si hubiera sueldos dignos y se defendieran los derechos de las personas, no tendríamos estos disgustos, que son disgustos para todos.

Protesta okupa en una inmobiliaria // Okupasa

Pero los políticos, a fin de cuentas, son representantes de la sociedad. La gente los elige.

Sí. Y no hay más que leer lo que la gente suelta en Internet. Todo son comentarios clasistas o racistas, como en el caso de la señora de Portugalete. Que, repito, yo la comprendo, pero toda esa gente que aprovecha para mostrarse tan digna y tan íntegra, que suelta esas barbaridades, lo mismo luego defraudan a Hacienda, son puteros o cocainómanos. Hay que mirarse un poco hacia dentro, antes de señalar al otro y decir tantas burradas.

En muchos barrios, los gaztetxes cumplen una función cívica, ¿no es así?

Claro. No dejan de ser casas okupadas. Y ahí se reúnen asociaciones de vecinos, comisiones de fiestas, diferentes colectivos, se hacen talleres, actividades… y son casas rehabilitadas y mantenidas, que se habrían caído sin los okupas. Algunas tienen mucho arraigo en los barrios.

¿Dirías que cubren carencias que no subsanan los consistorios?

Totalmente. Personalmente, he aprendido cosas prácticas de electricidad, fontanería, albañilería… y a tener otros recursos, digamos, menos materiales, más humanos, asociativos y a nivel de discurso. A mí no me han enseñado a ser okupa, pero sí a ser persona.

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