Tras toda una vida dedicada al folk, este bilbaíno se ha hecho famoso en pleno confinamiento y desde su balcón del barrio de San Inazio gracias a sus versiones de clásicos del pop y el rock tocadas con instrumentos tradicionales
Ivan Allue Hermosilla (Bilbao, 1976) lleva toda una vida dedicada a la música, a la más folk, a la tradicional. Apodado Txistuman, sus herramientas de trabajo van mucho más allá de la típica flauta vasca de tres agujeros: txirula, alboka, gaita navarra, atabal, pandero, txalaparta…
30 años dándole a todo tipo de instrumentos populares, sea como alumno o como profesor, como músico de acompañamiento o como integrante de banda, como componente de grupo de danzas o como integrante de compañía teatral, entre otras muchas facetas.
Sin embargo, a pesar de lo dilatado y variado de su currículo, Txistuman se ha hecho famoso estas últimas semanas… y sin salir de casa. Confinado en su domicilio del barrio de San Inazio, cada tarde se asoma al balcón para deleitar a sus vecinos (y a todo aquel que le sigue por Youtube o Facebook) con recreaciones de clásicos (de la sintonía de «Benny Hill» a «La vie en rose», pasando por «Hey Jude», «Qué dolor», «Txoria txori», «Singing In The Rain» o «Highway To Hell» -su gran éxito hasta la fecha-) acompañadas de las caracterizaciones adecuadas para cada caso y, claro, de un sinfín de útiles sonoros.
Quién te iba a decir a ti que liarías este revuelo con tu música, ¡desde el balcón!
Pues sí, la verdad es que ha sido algo que puedo asegurar que ha surgido de forma totalmente natural, como ya se ve en los vídeos. En los primeros, y siendo algo improvisado, hice cosas más breves y sencillas. La cosa es que enseguida me vine arriba, soy carne de escenario, jajaja.
Lo que quizá la gente no sabe es que eres un músico de los de verdad, con larga trayectoria y experiencia.
Así es, unos 30 años llevo dándole al folk popular, pero bueno, con incursiones en otros estilos también, siempre disfrutando con amigos o haciendo amigos gracias a la música. Pero no solo músicos, también dantzaris de estilos diferentes, actores y actrices, técnicos de estudio y de directo… eso es lo bonito también. ¡Y alumnos de txistu, la cantera!
En principio, tratabas de amenizar al barrio de San Inazio, pero, como esto siga así, vas a hacer que las “casas americanas” se conviertan en el próximo atractivo turístico de Bilbao. ¿Qué te dicen tus vecinos?
Mis vecinos lo que más me dicen es «gracias» por amenizarles y, en muchos casos, por animarles en estas circunstancias. Es emocionante que te digan que tu música y tus gamberradas les sacan una sonrisa, o que esperan el vídeo diario para verlo en familia. Algunos se lo ponen en la tele para verlo todos juntos. Madre mía.
En lo musical, estás logrando que lo local y tradicional liguen con lo internacional y se expanda, llegando a sitios muy lejanos. En un mundo globalizado, como el propio Covid-19, ¿hemos de borrar nuestras fronteras mentales a la hora de pensar en estilos, ritmos, instrumentos?
Siempre he pensado que deberíamos borrar las fronteras mentales en todo, pero lo que más me gusta de la música es que no conoce de fronteras, es mundial, no, ¡galáctica! Da igual de dónde seas o en qué idioma hables, que me vas a entender, aunque toque AC/DC con alboka.
Lo de mezclar dulzaina o alboka con guitarras rock no es algo que se te haya ocurrido ahora… ¡ya lo hacías hace dos décadas!
Así es, ya desde que entré en Goi Herri Dantza Taldea, mi grupo de danzas, tocaba con el txistu lo que sonaba en el momento. Precisamente estos días he recibido mensajes de amigos del ambiente dantzari diciéndome «si ya recuerdo que con 16 años tocabas ‘Superman’, o ‘Sopa de caracol'»… Pero, encima, ¡igual en medio de una actuación! Jajaja.
Y, aunque cuando te preguntamos por “música tradicional” pensamos en música vasca, la verdad es que no es la única que te interesa, ¿verdad? También te tira el folk celta… ¿qué fue de Drònadár?
Pues mira, así como a nivel humano en Goi Herri pasé la mejor época de mi vida, musicalmente fue con Drònadár donde disfruté más, llevando al escenario lo que más me gusta, el folk vasco y celta. Nunca olvidaré el día que quedé con Shanti para conocernos y crear Drònadár, da para una entrevista aparte.
¿Sigues formando parte de Hortzmuga? Hablamos de una compañía de teatro de calle… lo tenéis que estar pasando especialmente mal con esto de estar encerrados en casa… ¿Cómo es tu día a día? ¿Cómo se presenta el futuro para artistas como vosotros?
Con Hortzmuga sigo, sí, siempre que quieran contar conmigo estaré, son fantasía pura llevada a la calle, y eso me encanta. ¿Mi día a día ahora? ¡Pues mucho más ajetreado que antes! Esto de la canción diaria es un curro de la leche, y ahora con la repercusión mediática pues más (YouTube, Facebook, WhatsApp, entrevistas…), así que claro, no estoy tanto con mis hijas y mi madre como quisiera, pero bueno. Todo volverá a la normalidad, en todos los aspectos. Y en ese sentido, el futuro, pues… muy complicado lo veo, la verdad. Si normalmente para nuestro sector ya lo es, ahora más aún. Y no solo pienso en Hortzmuga, pienso también en un montón de amigos músicos y artistas que tienen academias de música y pintura, vecinos míos, en fin. Pero saldremos, y lo haremos tocando biribilketas…
Teatro… y cine. Porque tu música ha llegado a sonar en películas, internacionales, incluso.
Sí, gracias a Fernando Velázquez he sonado con algún instrumento en películas curiosas como «Hércules», «Orgullo, prejuicio y zombis», «Lo nunca visto». También en «Elcano y Magallanes» gracias a Joseba Beristain.
¿Es la del coronavirus una peli de miedo? ¿Cómo la calificarías tú? ¿Asusta esto que estamos viviendo?
Sí, asusta que te rompan la normalidad, pero bueno, peor fue la guerra que pasaron nuestros mayores, así que «palante». A mí los que más pena me dan, al margen de los mayores por tema de salud, son los niños, ya que si alguien tiene que correr y liberar energías son ellos. Toda esa energía retenida entre cuatro paredes… a ver cómo les afecta.
Te has hecho muy famoso por la versión de AC/DC, grupo cuyas siglas ya hay quien traduce como “Antes del Coronavirus / Después del Coronavirus”… ¿Qué cosas crees que no volverán a ser iguales? ¿Qué te gustaría que pasara… o que no?
Pues yo, que ya de antes de esto soy de los que no me gusta dar la mano a la gente, o agarrar pomos de puertas, o que alguien estornude o fume delante de mí… creo que eso volverá a la normalidad, porque, en principio, el anormal soy yo ¿no? Ya no sé… Pero sí que me gusta ver a mayores y niños usando el codo para estornudar, creo que es un gesto sencillo que estaría bien mantener, por ejemplo. Pero igual son cosas mías.
Y en cuanto a qué me gustaría que cambiara, al margen de temas ecológicos y políticos, que en educación se valoraran más las asignaturas artísticas, la música, la pintura, el teatro… que se promoviera el hábito de leer, que se enseñara a escribir un libro, o a editar vídeo y audio… ¿te suena? Normal, porque es lo que están haciendo ahora desde sus casas todos los abogados, arquitectos, ingenieros, economistas… Creando contenidos, diciendo a su cerebro «¡Suéltate, diviértete como no lo has podido hacer hasta ahora porque ha hecho falta un confinamiento para que te des cuenta de que eres un artista!». Y el que no tiene esa capacidad, pues es espectador y disfruta del arte de los demás.
Para terminar: ¿qué canciones e instrumentos tienes en mente para siguientes días de confinamiento? Mira que esto puede ser muy largo… ¡se te va a agotar el repertorio!
Instrumentos tengo muchos, pero no controlo todos en absoluto, he sido un atrevido sacando el saxo, por ejemplo, recién comprado y sin saber cómo se toca… Al final recurro más a los que controlo un poco para dar un poco de calidad, aunque a veces no sea posible y meta fallos, ¡pero es que lo que no tengo es tiempo! Si pudiera preparar un poco más los temas pues me haría unos acompañamientos mejores, ensayaría lo que voy a tocar etc., pero no es posible, así que pienso un tema, saco las notas, busco acompañamiento, modifico tonos y otras cosas y directo al «escenario». Ni prueba de sonido ni nada, claro. ¡Sin red!