El actor Diego Pérez será el encargado de presentar, por cuarta vez, la gala de inauguración del festival de cine gaylesbitrans e intersex Zinegoak de Bilbao. Será el próximo lunes, 18 de febrero, en el Teatro Arriaga. Antes, se ha enfrentado a nuestra «Entrevista sexy»
Será el encargado de presentar la gala de inauguración del festival de cine gaylesbitrans e intersex “Zinegoak» 2019 (que cuenta con BI FM como medio colaborador). Lo hará por cuarta vez, lo que le llena de orgullo pues considera que es un evento no sólo cultural sino también reivindicativo. «Algo muy necesario mientras haya gente que sufra discriminación».
Dice estar abierto a todo tipo de propuestas; laborales, eso sí, porque lo de ligar ya no forma parte de su vida. A pesar de ello, guarda en una lista plastificada sus iconos eróticos por si un día alguno de ellos le dice ven, con todas las consecuencias.
Conocido por sus papeles en el programa satírico “Vaya Semanita”, Diego Pérez no ha parado de trabajar desde entonces. Y tras un tiempo viviendo en Madrid, ya de vuelta en Bilbao ha desempeñado papeles de peso como el de Santiago en la obra de teatro «Ocaña«, como amante del protagonista y con desnudo incluido. Y es que defiende que el arte no debe dejar indiferente, y eso es precisamente lo que ocurre con él.
Este lunes presentas la gala de apertura de Zinegoak, festival de cine LGBTI+ con tres lustros de historia ¿Qué supone para ti?
Esta es la cuarta vez que tengo la suerte de presentar la gala (este año con la maravillosa Aitziber Garmendia) y siempre me hace la misma ilusión. Mucha. Creo que es un festival que va más allá de lo meramente cinematográfico, que también. Tiene esa otra parte más de lucha, de visibilización. Yo estoy feliz de poner mi granito de arena y para mí es un orgullo que cuenten conmigo.
¿Por qué siguen siendo necesarios los festivales LGBTI+?
Mientras haya gente que sufra discriminación por su identidad sexual, cualquier iniciativa (la que sea) que luche para que esto no sea así, es necesaria. Este tipo de festivales con una temática tan concreta, lo que pretenden es sensibilizar y, creo, educar. Yo mismo hay cosas que desconozco y el cine (y las artes escénicas, muy presentes en esta edición) son una buena herramienta para llegar a la gente y buscar una normalización que no se ha conseguido del todo. Y hablando solamente de cine, las historias que se proyectan dentro del festival siguen sin coincidir con las historias que se muestran en el cine más comercial. Son películas más pequeñas, con una menor proyección y creo merecen llegar a un público más amplio.
El programa de este año gira en torno a la plumofobia, ¿Has sufrido algún tipo de discriminación por tu sexualidad?
¿Cómo te contesto a esto? Seguramente en la época del colegio y en la del instituto, un poco más. Siempre había algún insulto que iba en esa dirección. Pero no creo que haya tenido grandes traumas con esto. Eran casos puntuales. Y además en el instituto apareció el grupo de teatro, que me abrió un mundo nuevo. Encontré mi sitio. Luego todo ha ido a mejor. Siempre he tenido la suerte de rodearme de gente con la que he podido ser yo mismo. Si alguien me ha discriminado por mi sexualidad no he sido consciente. He tenido mucha suerte y mi familia está en el primer puesto.
Vienes de participar en la obra de teatro «Ocaña», la historia del artista José Pérez Ocaña, que destacó por su activismo en defensa de los derechos LGBT en los años 70, a través de la performance y el travestismo ¿Qué crees que reivindicaría Ocaña a día de hoy?
Yo creo que se llevaría las manos a la cabeza viendo cómo están las cosas. “Hemos avanzado un poco, pero sigue habiendo una barrera de acero”. Esto decía Santiago (mi personaje) en la función. Creo que a nivel social estamos mejor, pero sigue habiendo gente que no lo entiende, que no es sensible a lo “distinto”. Ahora mismo estamos en un momento difícil, hay gente empeñada en acabar con muchos de los derechos que se han ido consiguiendo. Me asusta ver que una parte de la sociedad está involucionando y vota a partidos que están muy lejos de lo que Ocaña defendía. Creo que Ocaña volvería a salir a las calles, a sus Ramblas, a seguir luchando por todo en lo que creía.
¿Qué es sexy para ti?
El sentido del humor. Sin duda. Todo lo demás está bien. Gente guapa, bla, bla, bla, pero sin sentido del humor…
¿Tienes algún icono erótico?
Tengo una lista plastificada. No te voy a dar los nombres por si acaso lo leen.
¿Seducir o que te seduzcan?
Que te seduzcan. Sin duda. Te ahorras el bochorno de que te digan que no. No estoy hecho para que me hagan cobras. Prefiero hacerlas.
Ligar, ¿con el móvil o en la calle?
Cuando esto de ligar formaba parte de mi vida, lo de la calle estaba mejor. Aunque lo del móvil parece que es más fácil según lo que busques, ¿no? Por lo que dicen mis amigos…
¿Cómo conociste a tu última pareja?
¡¡Era mi jefe!! Trabajábamos juntos en una tienda de ropa en Madrid (de cuyo nombre no quiero acordarme). Allí nos conocimos, lo demás vino después. Madrid es como Las Vegas, aunque lo que pasa en Madrid no siempre se queda allí… Eso sí, espero que no lea esto, porque no sabe lo de la lista de iconos eróticos plastificada…
¿Por quién lo dejarías todo si te dice «ven»?
Si alguien me dice “ven” tiene que ser con todas las consecuencias. ¿Dejar algo por estar con alguien? Eso es muy antiguo. Aunque si es alguien de la lista plastificada…
¿Cuál es el lugar más extraño en el que has tenido una experiencia erótica?
Seguramente haya sido estando borracho y no me acuerdo.
El gran público te reconoce por tu trabajo en «Vaya Semanita», pero desde entonces has dado vida a muchos y variados personajes. ¿Qué papel te gustaría interpretar en teatro, cine o televisión?
Yo soy feliz trabajando. Me gusta hacer cosas diferentes. Aprender. Salir de la famosa “zona de confort”. Esto se puede aplicar a cualquier medio. Así que, que por mí no sea, estoy abierto a todo tipo propuestas. Laborales.
Siempre se dice que el arte puede cambiar el mundo. ¿Algún caso concreto de trabajos tuyos que has comprobado luego en la calle que han supuesto «un cambio» de algún tipo?
Yo creo que cualquier cosa que haces puede tener esa reacción. En el teatro, por ejemplo, es algo que ocurre de forma inmediata. Pienso que el que va a ver algo al cine, al teatro o donde sea, tiene que salir diferente a como ha entrado. No todo tiene que ser algo superprofundo. Basta con salir más contento. Que alguien esté esperando a que salgas para decirte “tenía un día horrible y casi no vengo, pero me lo habéis alegrado”; eso no tiene precio. En «Ocaña», por ejemplo, había mucha gente que no conocía al personaje y después de la función lo primero que hacía al llegar a casa era buscar información sobre él.