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Festivales

Yo sobreviví al Festimad 2005

Coincidiendo con el estreno de Mad Cool, el nuevo festival madrileño de tres días al aire libre, Joseba Vegas echa la vista atrás y recuerda la accidentada última edición de Festimad en Fuenlabrada, donde un hacinado y polvoriento camping, un pedregoso recinto y cuatro horas de parón en las actuaciones derivaron en graves disturbios 

Coincidiendo con el estreno de Mad Cool, el nuevo festival madrileño de tres días al aire libre, Joseba Vegas echa la vista atrás y recuerda la accidentada última edición de Festimad en Fuenlabrada, donde un hacinado y polvoriento camping, un pedregoso recinto y cuatro horas de parón en las actuaciones derivaron en graves disturbios

Esta mañana me he puesto a ver las impresionantes fotos del recién estrenado festival madrileño Mad Cool, cuya primera edición se celebró el pasado fin de semana (los días 16, 17 y 18 de junio), comprobando que, como me habían comentado, efectivamente, el recinto era de lo más chulo y acogedor y que, a pesar de alguna que otra apocalíptica información previa, no, no se había hundido bajo los pies de las 32.000 personas que lo poblaron cada una de sus jornadas.

Y así estaba yo, diciendo «pues sí que se lo han currado, sí» (vale, también me constan las quejas por la escasez de baños y los problemas con el sistema de pago cashless), acompañado de un «ya era hora de que Madrid dispusiera de un gran festival al aire libre, de los que duran varios días» (tras la reducción a una única jornada del «complutense» Dcode y la efímera existencia del Electric Weekend de Getafe o del fallido, ruinoso y corrupto Summercase), cuando me vino a la cabeza Festimad.

¡Buf! ¿Se acuerdan de él, en su formato cuasiprimigenio?

Me pongo a buscar en Google y, Wikipedia mediante, refresco la memoria acerca de lo que fue (el hoy mutante ciclo de conciertos en diferentes espacios y salas de la Comunidad de Madrid bajo el nombre de Festimad 2M) y leo:

«Festimad es un festival cultural de música alternativa que se celebra anualmente en la Comunidad de Madrid, España, desde 1994 (…), siendo junto con el Festival Internacional de Benicàssim el macrofestival de música rock más veterano de España. Con 14 ediciones y una marca de 40.000 asistentes entre ambas jornadas en algunas de sus ediciones, se ha situado como uno de los festivales de mayor repercusión (…) contando con la presencia de grupos de diversos géneros musicales de la talla de Metallica, Rammstein, Muse, System of a Down, Public Enemy, Nightwish, Lostprophets, Cypress Hill, Marilyn Manson, The Prodigy, Alice in Chains, Linkin Park o Pearl Jam, entre otros«.

Casi nada.

Sigo buscando y doy con un grupo de Facebook llamado «Yo sobreviví al Festimad 2005«, esbozo una sonrisa, me digo «¡yo también!» y, claro, pincho en el enlace. Una vez dentro, ¿qué ven mis ojos? Pues imágenes muy parecidas a las que uno tenía grabadas en algún recodo de su cerebelo: coches calcinados, barras de bar reventadas, gente haciendo el cafre… caos y destrucción, en definitiva.

El que lea esto pensará «la leche, menudo festi más raro, ¿no?» y, claro, querrá una explicación, cosa fácil de obtener, ya que existen crónicas de El País, El Mundo, 20 Minutos, etc. de aquel accidentadillo -ejem- evento acontecido por primera y última vez en Fuenlabrada (de 1996 a 2004 se celebró en Móstoles) y que servidor siempre recordará como «Festimad Max«.

Disturbios en el festival Festimad

Festimad Max 2005 // BI FM

Sin embargo, sigo haciendo memoria y me pregunto si no publiqué yo mismo algo en la red de redes. Por aquel entonces, BI FM no existía como tal y, aunque teníamos una web para Bidebieta Irratia, no solíamos (aún) publicar reseñas de conciertos. Vale, recuerdo haber narrado lo sucedido, pero en antena, en la radio. Y, ¿por escrito? Me viene a la cabeza una foto, la que encabeza este artículo (sí, la del cartelito de «Fuenlabrada, ciudad de paz y convivencia» -cojonudo el lema, oigan-), y, ¡cáspita! (venga, utilicemos palabras viejunas, ahora que estamos en plan abuelo cebolleta), ¿no será qué publiqué algo en Fotolog (la, para muchos, primera red social más o menos como hoy las conocemos)?

Busco en mi archivo fotologueril y… ¡aleluya! Encuentro otra foto (la que tienes un poquito más arriba, sonriente en pleno campo de batalla) y, sí, un texto. Éste:

«El pasado fin de semana viví cosas que sólo se viven una vez (eso espero). Fui a Festirak… digooo, Festimad y volví horrorizado. Un festival que no reunía las condiciones dignas para su celebración tuvo la culpa. Desde aquí, un 0 a los responsables por su cara dura y la poca vergüenza por tratar así a la gente, más cuando llevan 10 años en la brecha. Primero, por cobrarles dinero -yo fui acreditado- y después por volverlos locos para llegar al lugar (un recóndito y dejado de la mano de dios polígono industrial) -si ya lo que buscabas era aparcamiento… ¡flipabas!-; por hacernos pasar insufribles colas a través de cinco estúpidos controles -a veces solo eran marquesinas para crear embotellamientos del personal-; por tener la desfachatez de hacinar a miles de personas con sus tiendas de campaña en semejante pedregal polvoriento sin una maldita sombra ni brizna de vegetación; por colocar un festival de tal magnitud en un paraje tan desolador y horripilante -a la vez que peligroso y asfixiante-, y no dotarlo de los servicios mínimos necesarios -y luego pedian que se cuidara el ‘parque’… sin papeleras casi, por ejemplo-, por crear una zona de prensa caótica donde lo único que funcionaba era el bar, por ser tan chapuceros como para montar un escenario a merced de la brisa -se levantó algo de viento, nada de vendaval desde luego… y casi se cae aquello-, por tener a la gente 4 horas esperando… CUATRO HORAS ESPERANDO a que se solucionara el ‘problema técnico’ y no ser capaces de encontrar una persona con el tacto suficiente como para dirigirse al sufrido público sin desatar su ira… por eso y por mucho más: FESTIMAD, YA NO VUELVO MÁS!!!

Y lo que vino despúes… ya lo habeis visto u oído: él recinto fue arrasado. Literalmente. No se puede jugar con fuego. En Fuenlabrada (‘Ciudad de paz y convivencia’) se quemaron no solo coches. Se quemó el nombre de un festival que, vale, siempre fue feísimo, pero al menos habia sido habitable y hasta disfrutable. Me quedo con un momento para el recuerdo: 6:30 de la mañana aprox. Amanece y Prodigy aún en escena. Huele a quemado. LLamas. Bomberos. Gente alborotada. Baile. Suena ‘Firestarter’«.

Han pasado 11 años y, a pesar de las deficiencias de muchos festivales, no se ha vuelto a dar un caso tan extremo como el de aquel Festimad en el que, menos mal, no hubo que lamentar males mayores (cosa milagrosa, afirmamos, recordando cómo llovían piedras, volaban barriles, carpas y cámaras frigoríficas de Heineken, se volcaban y quemaban coches -a los de Toyota les salió regulera la promoción del Aygo-, etc. etc.).

Sin duda, sirvió como precedente y puso a los promotores españoles sobre aviso: No todo vale. Así, aunque no todos los recintos son como el del flamante Mad Cool, y no todas las organizaciones tratan al público con cariño, precisamente, ya nadie se atreve a hacerlo tan rematadamente mal como entonces.

Yo sobreviví al Festimad 2005 y puedo aseguraros que los macrofestivales de hoy en día son la Disneylandia del amor comparados con aquello. Así que nada, ¡a disfrutarlos!

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