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Festivales

Se apaga la luz del festival donostiarra Argiartean

El Ayto. cancela el certamen musical y experimental por ‘ajustes presupuestarios’. Hablamos de esta pequeña gran pérdida con su comisario.

Argiartean // Donostia Kultura
El Ayuntamiento cancela la próxima edición del certamen musical y experimental por «ajustes presupuestarios». Hablamos con Edorta Subijana, comisario de Argiartean, sobre por qué es una pequeña gran pérdida para Donostia y las dificultades para proponer eventos de carácter alternativo en la ciudad

Argiartean era un festival de bolsillo con una propuesta vanguardista. Un evento a caballo entre la creación musical y las artes lumínicas que surgió a modo de experimento durante el último suspiro de Olatu Talka; aquella conjunción de espectáculos que se diseminaba durante un fin de semana de mayo por toda la ciudad, y donde había algo qué ver o qué hacer en cada esquina. Argiartean se estrenó en 2019 bajo su paraguas y se recuperó tres años más tarde, ya de manera autónoma pero sin salirse de la entidad municipal Donostia Kultura, en el mismo escenario: el parque de la Memoria en el barrio Riberas de Loiola.

Impulsado por Edorta Subijana (Donostia, 1978, este no ha sido un festival al uso. Para empezar, se celebraba en el mes de octubre fuera del entorno playero y lejos de los barrios más céntricos de San Sebastián. En la dispar coctelera Argiartean se mezclaban, a partes iguales, una serie de instalaciones luminosas y proyecciones monumentales creadas ad hoc, junto con las actuaciones en vivo de artistas multidisciplinares. Por el parque loiolatarra pasaron, entre otros, el trío de electrónica catalán TMATNB (The Morning After The Night Before, ahora denominados TIEMEI), la pareja musical formada por Beñat Achiary y Joseba Irazoki, el grupo de Iparralde Lumi y el combo instrumental-exótico local Bongho Krappul. Una selección sugerente, con riesgo y en territorio underground.

Argiartean

Edorta Subijana // Donostia Kultura

Además de las propuestas musicales y sonoras, Argiartean se diferenciaba por las hipnóticas imágenes que se proyectaban sobre el exterior de la moderna iglesia de Iesu, obra de Rafael Moneo. La entrada era libre y se habilitaba una terraza con food trucks en el mismo parque. Se juntaba un público especializado con familias enteras, niños y mayores. El festival cuajó entre la ciudadanía en las ediciones de 2022 y 2023. Según las estimaciones del área de cultura, Argiartean congregó a 5.000 personas en el primer año y llegó «hasta las 6.000 visitas» en el segundo. No está nada mal para una cita tan singular como esta, lejos del centro y que no se parece a ninguna otra.

Una semana después de la noticia, un pequeño mazazo para el mundillo artístico y alternativo de la ciudad, una serie de «personas interesadas en la creación y el consumo cultural» han firmado una carta abierta contra el fin de Argiartean. Hablamos con Subijana sobre qué es lo que realmente ha pasado con el festival, las dificultades para montar eventos diferentes en Donostia y la semilla plantada.

¿Cómo te has quedado al enterarte de que Argiartean no se va a celebrar este año? ¿De la tristeza inicial que relatabas en un post de Facebook has pasado a una especie de asimilación o resignación?

La realidad es que la cancelación del festival no me ha pillado tan por sorpresa. Llevaba desde finales de octubre pidiendo una reunión con los responsables de Donostia Kultura para aclarar una serie de cuestiones relativas a la edición de 2023 y el silencio por su parte ya me había puesto en alerta sobre la posibilidad de que desde la entidad no se contara conmigo para una próxima edición. Un poco más recientemente, el rumor de los ajustes presupuestarios me hizo pensar que, tal como se ha confirmado después, el silencio de Donostia Kultura tal vez tenía que ver con una posible cancelación de Argiartean. Así que, aunque yo seguía madurando una posible programación y organizando mi agenda con Argiartean en mente, la llamada telefónica de la semana pasada no me pilló desprevenido. Hay algo de alivio en salir de la incertidumbre.

Argiartean

Bongo Krappul en Argiartean // Donostia Kultura

¿Cuáles fueron los argumentos que te trasladaron desde el ayuntamiento? Se habla de inflación, de ajustes económicos… Suena a cortina de humo, como que un festival así no entra en la lista de prioridades de los responsables municipales.

Sí, los argumentos han sido económicos y son completamente reales. Otra cosa es que, además, desde Donostia Kultura hayan visto en la interrupción una oportunidad para reformular el festival, tal vez con un carácter algo más mainstream, tal vez con otra línea curatorial.

Seguro que cuestan más los canapés de la habitual fiesta de clausura del Zinemaldia en el Palacio de Miramar.

Espero que no.

¿Venderle a una institución pública la idea de montar un festival experimental y alternativo en un barrio periférico como Loiola ha sido un papelón?

Al contrario, pero aquí tengo que hacer un poco de historia. Argiartean se realizó por primera vez dentro de la última edición del festival Olatu Talka, del que yo era técnico de proyectos. Ahora mismo recuerdo como un acto suicida el haber impulsado Argiartean dentro del maremágnum que suponía Olatu Talka, pero sirvió para que desde esa misma institución pública que ya lo organizaba se valorara como uno de sus posibles legados. A diferencia de lo que mucha gente pueda pensar, la descentralización, el llegar a los barrios, importa y mucho a Donostia Kultura. De hecho diría que la red de casas de cultura es un ejercicio de descentralización bastante ejemplar.

Lo que sí ha sido algo más difícil de vender a Donostia Kultura ha sido la importancia de dar espacio a propuestas de carácter algo más experimental, alternativo si quieres, más alejado de las premisas y los estereotipos que rigen la industria y los principales canales de difusión. Creo que uno de los grandes triunfos de Argiartean ha sido el de reducir la brecha entre el gran público y formas de expresión contemporáneas con un tono, en algunos casos, en las antípodas de lo comercial. No sé hasta qué punto desde Donostia Kultura se ha entendido así o se ha hecho la lectura de “había niños/as! Necesitamos payasos!” (sin desmerecer en absoluto a los payasos).

Argiartean

Food trucks en Argiartean // Donostia Kultura

 

¿Sobre la anterior y última edición qué te transmitieron desde Donostia Kultura?

Precisamente una de las valoraciones “desde arriba” que se me hizo llegar tras la última edición, siempre de forma tamizada e indirecta, fue que sobre todo en el arranque del festival había mucha gente mayor en el parque y que deberíamos «programar en consecuencia».

Mira, probablemente la mayor de las personas mayores que ha pisado Argiartean ha sido el ya difunto José Antonio Sistiaga, que a sus 90 años y sentado en una silla de ruedas pudo disfrutar tanto como yo de la edición de 2022. ¿Qué deberíamos «programar consecuentemente» para esta gente mayor? A lo mejor cosas de gente aún mayor como John Cage y Merce Cunningham… Creo que a veces ciertos prejuicios nos pueden llevar a equivocación con respecto a la permeabilidad de la gente muy mayor y la gente muy menor hacia lo nuevo, lo no figurativo, lo experimental.

¿Argiartean ha sido un festival radical?

No creo que haya sido especialmente radical. Ha sido un festival deliberadamente pausado, yo diría que incluso amable, «goxua» con el público. En ese mismo esfuerzo por desmontar clichés y construir una identidad propia, evitamos caer en el constante binomio DJ/VJ y nos desmarcamos un poco de la electrónica como género hegemónico en este tipo de encuentros. No deja de ser curioso que, cuando se ha subido un referente nacional, pionero de la electrónica, en el escenario de Argiartean, lo haya hecho armado con una guitarra española y para entregarnos el espectáculo más deliciosamente low-tech que yo haya visto jamás en un festival de este tipo (si es que existe).

Argiartean

Argiartean en Loiola // Donostia Kultura

Cuesta escapar del cliché de la ciudad de postal y de grandes festivales que se promueve desde las instituciones públicas. Es un estereotipo muy asentado, y con el que parecen sentirse cómodos.

Donostia tiene su área romántica, su paisaje pintoresco, y es una cucada, pero además contiene una cantidad de talento espectacular. Creo que debería ser prioritario prestar más atención a este talento artístico, generar herramientas que favorezcan el encuentro y reforzar el tejido cultural de nuestra ciudad para dinamizar, o dinamitar, esa postal de la que hablas. Tampoco estaría de más ampliar el encuadre. Creo que Argiartean ha supuesto una ampliación de horquilla para Donostia Kultura, abriendo su programación a nuevas disciplinas, formas de hacer, sensibilidades… y generando nuevos vínculos, también con la propia entidad, de artistas que sentían que Donostia Kultura era algo que no iba con ellas.

Tirando un poco más de la idea de la postal, de lo aparente y de lo que corre por los subsuelos (y aquí no hablo de las obras del topo), me gustaría destacar la existencia de agentes absolutamente underground y necesarios como Distopía Mutante, que también participaron en la última edición de Argiartean, aportando una programación al tramo final de la noche del viernes que, ciertamente, no acabaría de encajar entre los conciertos de la Semana Grande donostiarra.

Este ha sido un festival conceptualmente muy singular. Parece concebido para una minoría, pero el público que se desplazaba era bastante heterogéneo y con bastante presencia de vecinos de Loiola y Amara.

Sí, y además ese público, por lo general, no huía despavorido. Opino que Argiartean es un festival muy disfrutable en cualquiera de sus capas. No creo que haga falta ser un erudito de las artes visuales para disfrutar de un paseo nocturno entre las instalaciones lumínicas del jardín o del impresionante interior de la iglesia. Quiero creer que esa minoría nicho a la que te refieres habrá gozado, pero tal vez valoro más positivamente el efecto que Argiartean haya podido tener en aquellas personas que se hayan encontrado en estos territorios por primera vez.

Argiartean

Argiartean // Donostia Kultura

¿Por qué se optó por el Jardín de la Memoria?

Casi diría que es al contrario: se optó por un festival/laboratorio de arte lumínico pensando en qué hacer en el Jardín de la Memoria. Mucho antes de esbozar el festival, Imanol GA ya me había lanzado la propuesta de proyectar sobre esa fachada, así que la idea ya rondaba por algunas cabezas. Supongo que el hecho de partir del lugar es algo que se ha repetido en mi trabajo. En Kontxa Gaumarket, por ejemplo, «mercadillo» era la respuesta a qué hacer en ese espacio y no al revés. Lo mismo ocurre con iniciativas como Irudigileak, Basoka, Loiola Apain, etc. Luego, además, creo que en Argiartean la implantación ha sido acertada, con su escala contenida, la diferenciación de espacios, ubicación de público, escenario, zona de food trucks… Quiero creer que cuando estas cosas se trabajan, se nota.

Ahí la joya de la corona es la Iglesia de Iesu, la parroquia construida por Rafael Moneo en 2011. Ha sido un aliado estético y hasta espiritual del evento.

Evidentemente sin edificio no hay Argiartean, pero puede que sin la complicidad y la implicación de las personas que llevan la parroquia, tampoco.

¿De las dos ediciones celebradas con qué te quedas?

Con las ganas.

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