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El Disco del Mes: Maria Arnal i Marcel Bagés – Clamor

Segundo LP del dúo catalán y uno de los discos del año, en fondo y forma. Una valiente reinterpretación electrónica de sonidos pretéritos.

Maria Arnal i Marcel Bagés // Alex Rademakers
Segundo álbum del dúo catalán, una valiente reinterpretación electrónica de sonidos pretéritos que resulta ciertamente rompedora y acertada. Uno de los discos del año, tanto en fondo, como en forma

En un mes de marzo en el que todo ha parecido girar en torno a «El Madrileño», esto es, el nuevo álbum de C. Tangana y su descolocante -pero, para nada fallido- salto hacia las músicas populares de raíz iberoamericana, los catalanes Maria Arnal i Marcel Bagés han publicado un fantástico segundo disco, «Clamor» (Fina Estampa, 2021), que también refleja influencias, sonidos y ambientes previamente popularizados, aunque, en su caso, con un armazón mucho menos fiel a la fuente original.

Para entendernos: si allí queda poco de trap y hay mucho de rumba, bolero o salsa -con los tics «cremísticos» pertinentes-, aquí la tradición -esa que nos hace remontarnos incluso a épocas medievales- se presenta absolutamente reinterpretada, renovada, llevada ya no solo al presente, sino mucho mas allá del lugar habitado por la inmensa mayoría de grupos del momento.

Y es que la reválida del no menos destacable «45 cerebros y 1 corazón» (Fina Estampa, 2017) es una grabación que muchos tildarían de «futurista», por lo electrónica de su producción –David Soler mediante- y lo mutante de su desarrollo, pero la verdad es que no deja de ser un disco de pop, por mucho que incluya lo mismo coplas («Tras de ti») que cánticos litúrgicos (con la versión de «Cant de la Sibil.la» -sí, la de Dead Can Dance, pero, sobre todo, la de Maria del Mar Bonet-).

Pop, eso sí, tal y como, seguramente, debería entenderse en la tercera década del siglo 21: rompedor, valiente, comprometido y libre.

Uno de esos elepés que ganan enteros con un buen equipo, cascos y, ante todo, tiempo. Ese que parece que nunca tenemos pero que, paradójicamente, perdemos alegremente con cualquier tontería. O con los discos más intrascendentes…

Porque «Clamor» no hay que escucharlo, hay que sentirlo: respirar sus atmósferas, subir y bajar con sus diferentes intensidades, empaparse de toda la verdad que plasma y cuestionarse las preguntas que propone y, en suma, sumergirse sin miedo… hasta donde la consciencia de nuestra vulnerabilidad nos lo permita.

Cantado en castellano y catalán, la preciosa voz de Arnal se hace acompañar lo mismo de las cuerdas de los legendarios Kronos Quartet que de cantos de ballena o de los balidos de las cabras del rebaño Badecabres, componentes analógicos de un cóctel sonoro digital agitado por John Talabot, Morphoshis, Tarta Relena o la estadounidense Holly Herndon.

Este es uno de los discos del año. Alza la voz.

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