Repasamos el cuarto de siglo de vida de la tienda de discos más emblemática de la ciudad, única superviviviente al margen de las grandes superficies, charlando con sus dos responsables, Javi Artolozaga y Jon Barrasa, quienes llevan desde 1990 al pie del cañón en la calle Villarías de la capital vizcaína
En 1990 se proclamó el fin de la Guerra Fría; se celebró en Berlín «The Wall Live«, promovido por Roger Waters de Pink Floyd y con la participación de una constelación de estrellas de rock, para celebrar la caída del Muro, primer paso para la reunificación de Alemania; en Sudáfrica fue liberado Nelson Mandela tras 27 años de cautiverio; Estados Unidos lanzó el Telescopio Espacial Hubble mediante el transbordador espacial Discovery; comenzaron las emisiones de Mr. Bean en Inglaterra y las de Antena 3 y Telecinco en España; fallecieron Ava Gardner y Greta Garbo, coincidiendo con los nacimientos de Jennifer Lawrence… y Clara Lago… por solo recordar unos cuantos hechos más o menos relevantes.
A menor escala, en la distancia corta, y en lo musical, 1990 significó también la apertura en Bilbao de Power Records, una tienda de discos que, desde el principio, llamó la atención por su especialización y la sapiencia de sus responsables, auténticos prescriptores de sonidos rocanroleros, blueseros o jazzísticos. Eran buenos tiempos para la música, para la venta de música, para la venta de música en formatos físicos. De hecho, eran innumerables los establecimientos dedicados a ese negociado, todavía ajeno a una cosa llamada Internet que, años más tarde, se extendería cual tsunami global, inundando el mundo de archivos sonoros gratuitos. La mayoría de las tiendas fueron cerrando durante los años siguientes, incapaces de hacer caja como antaño.
A día de hoy en el Botxo, no se pueden comprar discos a pie de calle más que en dos grandes superficies multinacionales y en otra pequeña tienda de vinilos del Casco Viejo (exceptuando las ferias periódicas en hoteles o en espacios como Zawp u Open Your Ganbara). Por eso, llama la atención que Power, que en 1990 no parecía una idea descabellada, siga funcionando como antaño, con esa inquebrantable pasión melómana que sus responsables, Javi Artolozaga y Jon Barrasa, llevan exhibiendo durante un cuarto de siglo. Todo un acto de heroísmo. En bi fm hemos querido hablar con ellos. ¡Por otros 25 años en Villarías (esa calle que nunca han abandonado pero en la que han cambiado dos veces de ubicación)!
POWER RECORDS, 25 AÑOS – ENTREVISTA
Lo primero, zorionak. ¿Cómo se le queda a uno el cuerpo al ver que lleva 25 años vendiendo discos en Bilbao?
Pues muy bien, con nostalgia pero también con la satisfacción de no haberlo hecho tan mal; en caso contrario no hubiéramos llegado hasta aquí.
Hagamos memoria, ¿cuándo nació la tienda, exactamente, cómo se planteó el proyecto, qué objetivos tenía?
La tienda nace en 1990 con la idea de ocupar un hueco en la oferta musical bilbaína, como un local especializado pero no demasiado restrictivo.
¿Se ha ido reformulando o readaptando vuestro modelo a lo largo de los años? Es decir, ¿sentís que la tienda de 2015 sigue siendo siendo fiel a vuestra idea original?
En gran medida sigue siendo fiel al espíritu original pero con las inevitables adecuaciones en función del paso del tiempo tanto en lo que tiene que ver con los formatos como con la evolución de la sociedad y sus gustos.
Javi Artolozaga y Jon Barrasa
¿Cómo era el Bilbao de 1990? ¿Invitaba a aventurarse en historias como la vuestra?
Creemos que sí. En caso contrario no se hubiera intentado. Era un buen momento, no tanto como en la década de los 80 en la que se dió la gran explosión musical en España, pero bueno al fin y al cabo.
Si fueseis 25 años más jóvenes… ¿creéis que abriríais Power Records hoy, en Bilbao, tal y como está el negocio?
Desde luego que no.
A lo largo de los años han ido cerrando todas las tiendas históricas de Bilbao. Incluso otras que abrieron después terminaron por bajar la persiana. ¿Por qué Power Records sigue al pie del cañón?
Suponemos que por una conjunción de diversas causas: suerte, cabezonería, trabajo y el apoyo de nuestras familias.
Vuestros 25 años se dividen en tres etapas en dos locales diferentes de la misma calle. ¿Por qué os fuisteis y por qué volvisteis? ¿Peligró la viabilidad de la tienda?
Más que de tres etapas, se puede hablar de un lapso de tiempo en el que intentamos sortear los golpes de la crisis con diferentes fórmulas comerciales, combinando nuestra actividad con otras como la ropa, los cómics, etc. Hasta que nos dimos cuenta de que la solución pasaba por invertir todos nuestros esfuerzos en lo que de verdad era lo nuestro, los discos.
Power Records, en el que fue su otro emplazamiento de la C/ Villarías
¿Qué pensáis que os hace más daño: Fnac o Internet?
Claramente, Internet.
Vosotros también vendéis online. De hecho, contáis con un extenso catálogo que se puede descargar desde vuestra página… y que vais actualizando. ¿Os compra mucha gente de fuera de Bilbao?
Poco a poco se va incrementando nuestro mercado por Internet pero, de todas formas, la tienda física es nuestro mejor activo. Nuestro mercado online es básicamente foráneo.
Cuando yo era quinceañero tardaba todo un mes en ahorrar 3.000 pesetas… y me iba a Power a comprarme un disco. ¿Hay relevo generacional? ¿Hay gente joven que se interesa por discos de rock?
La verdad es que la base principal de nuestra clientela es de mediana edad pero sí que detectamos un interés creciente en gente bastante joven vinculado principalmente al formato vinilo.
Vamos a ser sinceros: Siempre me parecieron caros vuestros productos y, preguntando a muchos de vuestros clientes (que destacan vuestra especialización, trato, servicio…), nadie señala los precios como punto a favor. Supongo que vuestra estrategia es apostar por la calidad y eso es lo que vuestro comprador valora…
Creemos que eso de los precios caros es una fama inmerecida. De todas formas, el precio, habitualmente y por lo menos en nuestro caso, tiene que ver con el producto. No se puede poner al mismo precio un disco que traes desde Australia a otro que te ofrece un sello local. Si nuestros discos fueran más caros que los de los demás no hubiéramos sobrevivido 25 años.
¿Cómo definiríais al cliente-tipo de Power Records?
No hay un cliente tipo. Ahora mismo el espectro es muy amplio, pero, en cualquier caso, siempre gente con gran interés por la música y que deposita su confianza en nosotros.
¿Qué es la cosa más marciana que os han pedido?
– Oiga, ¿Tienen figuritas del niño Jesús?
– No señora, esto es una tienda de discos.
– Ah, perdón pero es que como veía tanto color…
¿Cuánta gente entra buscando discos de reggaeton o de house ibicenco? ¿Le recomendáis algo «parecido pero mejor»… o no hay nada que hacer?
Prácticamente nadie y, en efecto no hay nada que hacer, no es nuestro negociado.
A lo largo de los años han pasado un montón de artistas de lo más interesante por la tienda. ¿Qué actuaciones, firmas, etc. recordáis con especial cariño?
Ha habido de todo, incluso alguna «star» un poco subidita, aunque, en general guardamos un gran recuerdo de los músicos que han pasado por nuestro local. Pero creemos que lo verdaderamente importante es nuestro público habitual.
¿Os está beneficiando el repunte del vinilo? ¿Qué pensáis de que se reediten tantos discos en este formato… algunos a alto precio? ¿Están las discográficas volviéndola a pifiar?
Hombre, por supuesto que el repunte de las ventas del vinilo nos está ayudando. Que haya cada vez más reediciones nos parece fantástico ya que hay muchos discos que hace muchos años que no podían conseguirse en este formato o directamente nunca habían sido editados en vinilo. Respecto a los precios, absolutamente de acuerdo en que está habiendo ediciones un tanto subidas de precio y sería deseable una bajada de los mismos. Efectivamente las discográficas que están llevando esta política creemos que se equivocan y una bajada de los precios conllevaría mayores ventas, seguro.
Por último: ¿Cómo veis el futuro de Power Records? ¿Imagináis la tienda dentro de otros 25 años?
El futuro más próximo lo vemos con optimismo e ilusión. Seguro que hemos pasado por peores momentos. Ahora bien, de aquí a 25 años lo que vemos es la jubilación por nuestra parte y si alguien quiere tomarnos el testigo pues adelante, por nosotros encantados.
