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Ocio y cultura

Puro teatro (septiembre): La Velasco se entierra en un «funeral» fiasco

Despedida Concha Velasco

La gran dama llega al Arriaga de Bilbao en un fallido adiós. Mientras, la compañía barakaldesa de Arimaktore reconvierte una carnicería en un reivindicable cabaret

¿El último adiós? // Gerardo Sanz Fotógrafos
Este mes, la gran dama de la escena llega al Teatro Arriaga de Bilbao con un fallido montaje de despedida. Por su parte, la inquieta y emergente compañía barakaldesa de la sala Arimaktore reconvierte una carnicería en un disparatado y reivindicable cabaret

A principios de este 2018, Concha Velasco anunciaba el final de su larga carrera con una última obra de teatro, «El funeral«. A sus 78 años, este icono de las tablas desde hace más de seis décadas aseguraba que se retiraría de la actuación tras una gira de despedida. Las expectativas eran altas, altísimas. No solo por la maestría que ha alcanzado en su profesión, sino por la excelencia de los últimos montajes que ha liderado (no diremos «protagonizado», ya que varios han sido proyectos personales levantados por ella misma). La perturbadora historia del joven inmigrante que convive con una vieja exprostituta en “La vida por delante” (2009-2011), la tragedia griega de Eurípides «Hécuba» (2013-2014), la relación madre-hijo con síndrome de Down de la extrema «Olivia y Eugenio» (2014-2015) o su rico y descarnado monólogo como Juana «la Loca» en “Reina Juana” (2016-2017). Todas, verdaderas delicatessen de la producción teatral española contemporánea.

Así, todo parecía apuntar a una nueva victoria cuando «la Velasco» (con ese artículo que denota que hablamos de una gran dama de las tablas) desgranaba los detalles. «El funeral» sería eso, una representación teatral de las honras fúnebres de un trasunto de la Concha Velasco real (el personaje de Lucrecia Conti, «la actriz más célebre de España«), recién fallecida y cuyo fantasma se aparecería en pleno responso para decir un último adiós a su público y su familia. Ella había concebido la idea y encargado el guión como un atrevido guiño a la propia muerte del que solo los más grandes son capaces. El género, claro, sería la comedia disparatada, con referentes como Mel Brooks, «El crepúsculo de los dioses», «Mary Poppins», los hermanos Marx o «Aterriza como puedas» (sic.). Hasta ahí, todo bien: dientes largos y pena por tener que despedirnos de alguien que ha dado a las plateas tantas satisfacciones.

Despedida de Concha Velasco

Un elenco sobreactuado y perdido // Gerardo Sanz Fotógrafos

Sin embargo, como pudimos comprobar el pasado agosto en el Teatro Principal de Vitoria-Gasteiz, el ingenioso planteamiento de “El funeral” se desploma nada más arrancar la obra. Cuando se accede a la sala, la ilusión de genialidad aún permanece: el teatro en cuestión es el lugar elegido para una capilla ardiente ya dispuesta, cadáver incluido; las actrices que hacen de familiares ya están metidas en el papel e invitan al público que va llegando a acercarse a despedirse de la gran Lucrecia Conti; un inmenso retrato de Conti-Velasco preside la escena rodeado de coronas de flores… Pero la función empieza y el desastre es absoluto. No nos gusta en esta sección publicar críticas negativas; preferimos reseñar propuestas en las que creemos, obras que seguro te van a gustar. Porque de eso se trata, de animar a la gente a llenar los teatros. Pero aquí tenemos que ser claros, sin ambages: “El funeral” (que llega ahora al Teatro Arriaga de Bilbao; del 12 al 16 de septiembre) es un fiasco.

El guión (de Manuel M. Velasco, hijo de la susodicha y con modestos créditos artísticos hasta la fecha) se limita a una sucesión de pobres sketches inconexos sin ingenio que querría ser vodevil pero no llega siquiera a sainete. Digamos que está más al nivel de un programa televisivo de variedades de sábado noche (¿de verdad se puede estar cinco minutos dando vueltas al supuesto chiste “la contraseña del wifi del teatro es lacontraseñadelwifidelteatro»? ¿Qué sentido tiene el fallido cameo de Buenafuente? ¿Alguien encuentra la gracia a la ristra de nombres de programas de TV rebautizados que el representante propone al fantasma de Lucrecia?).

Despedida de Concha Velasco

El fantasma de Concha // Gerardo Sanz Fotógrafos

No hay aquí motivaciones en los personajes, arcos narrativos o subtramas de interés. El elenco, entre sobreactuado y perdido, se desplaza como pollo sin cabeza por el escenario y por el patio de butacas, abandonado a su suerte por un director (también Manuel M. Velasco) sin una visión. La propia Concha Velasco oficia excesiva y con poca gracia, lo mismo que el partenaire que interpreta a su representante (en el inicio de la gira fue Antonio Resines; en la función que nosotros vimos en Gasteiz, Jorge Sanz; y en las fechas inminentes del Arriaga de Bilbao, Jordi Rebellón -sí, el doctor Vilches-). Si hay que salvar algo de la quema, nos quedamos con el vestuario (del bilbaíno Ion Fiz) y la escenografía (se nota que hay dinero invertido con criterio y tino).

A pesar de todo, el público responde a «El funeral». Y va a seguir respondiendo. Aforos agotados, plateas entregadas aplaudiendo y jaleantes… Pero no nos engañemos. Se trata solo de nostalgia por el mito viviente que es Concha Velasco. Dentro de un tiempo, quizá ella misma lo reconozca sin pudor (nunca lo ha tenido para la autocrítica), como ahora hace al declarar que en el pasado se «malvendió» presentando ciertos programas de TV. Nos queda la esperanza de que, como ya ha dado a entender, recule en su decisión de retirarse y este funeral sea solo un hasta luego.

Puestos a despedirte celebrándote a ti misma, desde aquí te proponemos, Concha, que retomes la genial “Concha! (Yo lo que quiero es bailar)” (2011-2012), aquel one-woman show escrito a seis manos (por la propia Velasco, José María Pou y Juan Carlos Rubio) en el que creaste arte con el material que te ha dado tu propia vida. Otro mucho más acertado juego realidad-ficción en el que repasabas éxitos y fracasos, personajes y anécdotas, bailando, cantando y contándonos una carrera de 60 años de trabajos y vicisitudes. Aquello sí que estaba a tu altura, Concha.

REIVINDICABLE SHOW LOCAL

Para despedirnos por este mes con un mejor sabor de boca, te proponemos que no te pierdas «Gran cabaret Pachón«, la disparatada y canalla revista de variedades ideada por la gente de Arimaktore Barakaldo (en cartel en la propia sala los días 15, 16, 28 y 29 de septiembre). Estrenado antes del verano, este reivindicable show nos cuenta las locas andanzas de la familia Pachón, que, con la crisis, ha tenido que reconvertir su carnicería en una sala de variedades. El delirante huracán que es Chema Trujillo (como patriarca) comanda con maestría un trío de actores (Alfonso Díez, la versátil Sara Barroeta y un Josu Angulo metido hasta las trancas en su «espídico» personaje) en un espectáculo ideado por Braulio Cortés (autor, director y letras) y Naiel Ibarrola (músicas).

Obra de teatro “Gran cabaret Pachón”

“Gran cabaret Pachón” // Arimaktore

Con economía de medios y en un espacio limitante (pero con mucho encanto y con zona de barra y ambigú en la que arranca el show antes de pasar al escenario), «Gran cabaret Pachón» propone una sucesión de números cómico-musicales concebidos y ejecutados con un descaro que encandila al público. Porque, en esta cabaretera carnicería, la casquería y el zancarrón suplen con creces el glamour y las boas de plumas que creíamos esenciales en un género que, por suerte, goza de muy buena salud por estas latitudes (en Bilbao siguen en cartel «Chichinabo Cabaret«, en el Euskalduna, y «Yo soy Pichichi«, en Pabellón 6).

Las entradas para «Gran cabaret Pachón» se puede reservar en la web de Arimaktore y cuestan solo 10 euros (consumición incluida).

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