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Primavera Sound

Primavera Sound 2013, día 2: Crónica del viernes 24 de mayo

Joseba Vegas y Luis Benavides nos cuentan cómo transcurrió la segunda de las jornadas del festival barcelonés, con Blur, Swans, The Jesus and Mary Chain, Django Django, The Knife, The Breeders, Shellac, Neurosis, Disclosure e incluso Solange. Aitor de Haro firma las fotografías

 


Joseba Vegas y Luis Benavides nos cuentan cómo transcurrió la segunda de las jornadas del festival barcelonés, con Blur, Swans, The Jesus and Mary Chain, Django Django, The Knife, The Breeders, Shellac, Neurosis, Disclosure e incluso Solange. Aitor de Haro firma las fotografías

 


 

Empezamos la segunda jornada de Primavera Sound 2013 en el Salón Smint Myspace, pequeño escenario a la entrada del recinto del Parc del Fòrum, con Tokyo Sex Destruction. Muchos abonados al festival ya se agolpaban poco después de las 19:00 horas para ver al quinteto de Vilanova, unos grandes de calidad contrastadísima. Bien podrían haber tocado horas más tarde en un escenario mayor con la excusa de su nuevo largo, «Sagittarius«, y el aval de sus más de 10 años poniendo salas de todo el mundo patas arriba, pero la cita, al menos, resultó íntima y diferente. Un lujo para arrancar el día.

 

Para compensar la limitación de decibelios de esa carpa, por donde antes habíamos visto a Santiago Motorizado y las chicas de Wild Balbina, los creadores de «Le Red Soul Communitté» jugaron sus dos mejores cartas: la instrumental y la actitud. No importaba si apenas eran las ocho de la tarde y faltaban birras en el organismo. Su rollo entre garajero, psicodélico y soulero al estilo MC5, con un RJ Sinclair dándolo todo, consiguió hacer mover unos cuantos culos.  «Los conciertos largos«, dijo el propio RJ, no molan. Y ellos fueron consecuentes. Media docena de temas y hasta luego.

 

Tokyo Sex Destruction // Aitor de Haro

 

El inigualable Daniel Johnston estaría acabando su repertorio en el Auditori Rockdelux (nos llegaron ecos de una actuación más que entrañable por parte del veterano artista) cuando empezaba el drum & bass de las catacumbas llamado OM. La versión más hipnótica del stoner doom, con miembros de Sleep y Grails, congregó unos cuantos fieles y curiosos como aperitivo para uno de los platos gordos de la noche: el tributo al «Last Splash» de The Breeders. Bueno, eso si no ibas al escenario ATP para ver (por enésima vez) al legendario Steve Albini y sus Shellac, abonados de por vida al festival más grande de la Ciudad Condal.

 

Las hermanas Deal, con la formación original y una violinista de refuerzo, han recuperado la obra que las lanzó a lo más alto del indie noventero por méritos propios. Porque The Breeders no eran solo «el grupo de la bajista de los Pixies«. La banda que completan Jim McPherson a la batería y Josephine Wiggs al bajo parieron un disco tan ingenuo como redondo con temazos como «New Year«, «IJWGA«, «Divine Hammer«, «Flipside»  y, el hitazo que no puede faltar en ninguna fiesta indie que se precie,  «Cannonball«. De hecho, el quinteto tocó el disco de cabo a rabo, tal cual, sin mucha pausa, únicamente con algún cambio de instrumento (como cuando Josephine se puso a la batería y cedió las cuatro cuerdas a Jim).

 

The Breeders // Aitor de Haro

 

Mejorando con mucho lo ofrecido el miércoles en el «secret show» que ofrecieron en la sala Apolo, la banda se mostró concentrada para clavar su disco más célebre ante sus más fieles seguidores. Su participación terminó con un puñado de temas del resto de su discografía, para alargar un poco su setlist y contentar a sus fans, si bien ese final menos inspirado confirmó por qué solo «Last Splash» ha pasado a la posteridad. Dejaron el listón demasiado alto.

 

Tras Breeders recorrimos los tropecientos kilómetros que separan los dos escenarios principales del festival, el Primavera y el Heineken. A este segundo nos dirigimos para ver a The Jesus And Mary Chain, si bien un par de horas antes habíamos estado allí disfrutando del directo de Django Django. Llamó la atención que hubiera tantísima gente en su bolo, hablando como hablamos de un grupo con tan solo un disco que actúa cuando el sol (el gran ausente, realmente -en una jornada marcada por un inusual frío-) aún está en lo alto. Aunque, para decir la verdad, su concierto habría sido aún más efectivo a horas más tardías dado lo bailable y animoso de su propuesta. Y es que, aunque quizá pequen de repetitivos en la fórmula, canciones como «Storm» o «Default» consiguieron los primeros grandes botes y sonrisas de la jornada. Buen rollo y mucho ritmo.

 

The Jesus And Mary Chain, por su parte, fueron de menos a más. A diferencia de otras viejas glorias reivindicadas, los escoceses hicieron gala de un dominio instrumental importante y tablas, muchas tablas. Como única pega, porque sonaron de lujo, diremos que les faltó algo de la garra guitarrera de antaño. Garra, ruido y tensión, tan solo presente en momentos puntuales. En suma, quizá resultaron demasiado cristalinos, como una (gran) banda de rock clásico. Vamos, que bien… pero que se pudo haber esperado otra cosa.

 

The Jesus and Mary Chain // Aitor de Haro

 

Todo lo contrario que Neurosis. Y es que la banda pionera de post metal atmosférico, sin necesidad de proyecciones como en otras ocasiones, dejó KO al respetable con su perfecta combinación de ambientaciones y arrebatos lentos y pesados. Scott Kelly y compañía subieron el volumen del festival hasta unos niveles atronadores, entre gritos de ultratumba, teclados y guitarrazos, con el bombo retumbando en el pecho del público en sus momentos más bestias. Te puede gustar más o menos su propuesta doom, pero su puesta en escena atrapa.

 

Neurosis // Aitor de Haro

 

Con Swans pasa algo similar. La delicadeza de su nombre («Cisnes«, en inglés) es inversamente proporcional a la brutalidad de su sonido. Y no pueden dejarte indiferente. Pero pueden dejarte sordo si no vas preparado con unos buenos tapones. No es broma. Sus discos (como el más reciente «The Seer«) no entran a la primera, pero en directo te rompen los esquemas -y los tímpanos si te descuidas-. Como un martillo pilón, con dos baterías a lo Melvins, Swans no juegan bajo la dictadura de las canciones ni de las melodías clásicas. Pero conmueven, sin ataduras, con una libertad contenida por su líder, el excéntrico Michael Gira, quien dirige literalmente su orquesta post punk con y sin guitarra colgando. Bajista y guitarrista principal, de hecho, no miran al público, atentos siempre a sus indicaciones. Su setlist fluyó con improvisaciones, ritmos machacones y pasajes enfermizos, de esos que solo un genio chiflado podría parir. De lo mejorcito que ha pasado por el escenario Ray-Ban, sin duda.

 

Swans // Aitor de Haro

 

Minutos antes, por cierto, The Ringo Jets hicieron vibrar al centenar de personas reunidas en el acogedor espacio Adidas Originals. Dos guitarras y una batería muy viva (¿quién echó de menos un bajo?). Van sobrados para facturar garaje con músculo rocanrolero y alma blues. Con su nuevo disco darán que hablar y nosotros podremos decir que estuvimos en ese Primavera Sound 2013 viendo a los de Estambul. ¡Ah! Y de regalo, una versión bastante personal del «Helter Skelter«.

 

Mientras Swans jugaba con nuestras vidas, Blur congregaban a miles y miles de personas frente al escenario Heineken, en esa gran explanada donde este año destaca, por encima del propio escenario, una gran noria Coachella style. Y en Coachella, justamente, pudieron muchos afortunados ver a Damon Albarn y compañía hace poco más de un mes. Los que habíamos visto su actuación alli (vía Youtube, por desgracia) no esperábamos semejante entrega por parte de banda y publico, mucho más fríos ambos en su cita californiana.

 

Blur // Aitor de Haro

 

Precedidos por el mini-concierto sorpresa de The Wedding Present (inesperados teloneros de lujo) desde una pequeña terraza anexa al escenario, Albarn, Coxon, Rowntree y James salieron a darlo todo desde el minuto 0. Con «Theme From Retro» sonando de fondo en el momento de irrumpir en escena, los cuatro miembros originales de una de las bandas capitales del brit pop tiraron de hits y apenas interpretaron canciones menores (¿se pueden tomar como tales las más experimentales «Trimm Trabb» y «Caramel» de la parte central del show?). Empezaron con «Girls & Boys«, su gran hit bailable (y una de las mejores líneas de bajo de los 90) y desataron el delirio de la audiencia. Siguieron con «Popscene«, su sencillo pre «Modern Life Is Rubbish» (disco que cumplió 20 años unos días atrás) de regusto punk adornado con sección de vientos. Resulta curioso que una banda longeva de etapas tan diferenciadas (la madchesteriana, la brit popera, la indie rock, la experimental) salte en directo con tanta soltura de un disco a otro a través de canciones como «There’s No Other Way» (1991), «Beetlebum» (1997) o «Out of Time» (2003), que sonaron seguidas.

 

Un entregado y en plena forma (como toda la banda) Graham Coxon tomó la voz cantante en «Coffee & TV«, mientras el ya habitual coro góspel apoyó vocalmente al grupo en temas como «Tender» (uno de los momentos álgidos, con gran parte del público coreando el estribillo aún con la canción ya acabada). «Country House«, «Parklife», «End of a Century» y «This Is a Low» fueron acometidas en la recta final, con Damon interactuando (y mezclándose) con el público, mientras hacía continuos guiños a sus compañeros de cuarteto, demostrando el dulce momento que viven estos amigos de la adolescencia, ya librados de enemistades, enfados, adicciones y dudas existenciales.

 

Blur // Aitor de Haro

 

El bis fue de menos a más, con la preciosa «Under The Westway» (single estrenado hace unos meses), la icónica «For Tomorrow» (con sus característicos «la la las«), la épica «The Universal» y, como no, el megahit «Song 2«, inevitable pepino sonoro con el que cerrar el show. Bienaventurados aquellos que los vean una semana después en el Optimus Primavera Sound de Oporto.

 

FIN DE FIESTA ELECTRONICO


Tras Blur, caminata hasta el escenario Primavera para ver (y bailar) con los suecos The Knife. Había ganas de degustar en directo «Shaking the Habitual«, el reciente cuarto LP de los hermanos Olof y Karin Dreijer Andersson, pero, sinceramente, aquello fue una mamarrachez. Con las bases soltadas desde… algún sitio (no acertamos a ver siquiera la figura de un DJ), el dúo se limitó a ir soltando frases sobre la música grabada. El sonido (electrónico, technoide, oscuro, repetitivo, bailable) pudo resultar acertado para la hora (3 y pico de la madrugada) y el lugar, pero no así la puesta en escena, con varios bailarines danzando cual mongoloides y ataviados con cutres trapillos brillantes.

 

Así, u optabas por la vía MDMA, o cogías sitio para ver a Disclosure, otro proyecto de dos hermanos. Optamos por lo segundo… y terminamos casi a las 6 de la mañana meneando el esqueleto con el house de ecos UK garage del dúo británico. Fue un DJ set, pero nos encantaría volver a ver al dúo, en directo, con vocalistas invitados y su primer LP, «Settle«, ya en el mercado (sale el 3 de junio).

 

¡Por cierto! Que nuestro fin de fiesta tuvo lugar en el escenario Pitchfork, mismo lugar donde unas 7 horas atrás habíamos visto en directo a Solange, sí, la hermanísima de Beyoncé. Fue fantástico, creánnos, con la artista demostrando que, lejos de los excesos escénicos familiares, también es posible convertirse en una gran cantante de R&B contemporáneo. «Apagad los móviles y dejáos llevar por este momento«, recomendó la cantante antes de interpretar «Losing You«. Así lo hicimos… y valió la pena.

 

 

 

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