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Hundamos la gabarra en la ría de una puta vez

Todos estos años de frustraciones han transformado una sencilla barcaza en un objeto sobrecargado de simbolismo, en una idea que nos atenaza.

La gabarra // BI FM
Todos estos años de frustraciones, de miradas anhelantes sobre fotografías y vídeos de aquel día, han transformado una sencilla barcaza en un objeto sobrecargado de simbolismo, en una idea tan legendaria que ya roza la caricatura y que nos atenaza cuando estamos a punto de materializarla

Otra final perdida. Otra ocasión de ser felices regalada de mala manera sin ninguna explicación lógica. Se ha escuchado mucho durante estas últimas semanas (yo mismo lo he comentado) acerca de todas esas finales que ha jugado el Athletic los últimos once años, como un mérito indudable del club. Pero la realidad es que las hemos perdido todas, todas menos dos: las dos Supercopas que se ganaron por sorpresa, sin celebraciones previas, sin invocaciones identitarias, sin demostraciones de bilbainismo. Un poco como sin darnos cuenta. A lo tonto.

Es verdad que hemos perdido finales imposibles de ganar, como la primera de Caparrós contra el mejor Barsa de la historia, pero también hemos perdido finales ganables, algunas por incomparecencia, como la del sábado. Unas semanas antes de la final de Bucarest pasamos por encima del Atlético en San Mamés, y luego salimos allí y nos desinflamos en diez minutos. No competimos la final del Camp Nou, ni la del Manzanares, ni la de la Sevilla contra la Real. No reconocimos al Athletic en ninguno de esos partidos. Incluso Bielsa admitió que no podía entender la falta de competitividad de su equipo en sus dos finales perdidas.

Aquí pasa algo.

Bizi Ametsa: ¿Un sueño convertido en pesadilla? // BI FM

Son comunes las historias de desgracias asociadas a algunas famosas pinturas y a las grandes gemas. Diamantes como el Hope o el Koh-i-noor, por ejemplo, han ocasionado funestas y delirantes desventuras a sus poseedores. Se piensa que esas piedras, después de atraer durante años la codicia, los oscuros pensamientos y los deseos insatisfechos de tantas personas, reflejan después esas malas energías y provocan descalabros allí donde van. Yo creo que a nosotros nos pasa lo mismo con la gabarra.

La gabarra simboliza la época dorada del club. Tal vez hubo épocas de más títulos, pero aquella travesía por la ría es el mito popular absoluto del Athletic. Es el fetiche de cuando fuimos los mejores, cosa que ya, salvo reseteo mundial, nunca tendremos oportunidad de volver a ser. Todos estos años de frustraciones, de miradas anhelantes sobre fotografías y vídeos de aquel día, de posados en el dique seco del museo naval y de cansinos recordatorios periodísticos, han transformado una sencilla barcaza en un objeto sobrecargado de simbolismo, en una idea tan legendaria que ya roza la caricatura y que nos atenaza cuando estamos a punto de materializarla.

La gabarra es nuestra kriptonita.

Hincha del Athletic en una tribuna de San Mamés

Más de 30 años de espera // A. F. Aldasoro

Cada vez que la han sacado como escenario de un spot previo a una final, o se ha usado de set para entrevistas rojiblancas, o se han hecho los inevitables reportajes sobre su estado, o se ha anunciado su restauración, he pensado lo mismo: ya la estamos cagando con la puta barca.

Con todo eso lo único que conseguimos es que se desborde la presión, que se multiplique la responsabilidad de los jugadores hasta bloquearlos y que un partido de fútbol se convierta en una cuestión de trascendencia intergeneracional. El apego por la gabarra, y por todo lo que simboliza, nos genera a todos una ansiedad insoportable.

Vivo en San Sebastián y aquí también tenían mucha ilusión después de muchos años de espera y aquí también colocaron banderas hasta en los perros. No se trata de eso. Ellos jugaron ese partido más o menos como juegan siempre y lo ganaron. Así de sencillo. Nosotros, una vez más, no estuvimos. Pero es que tal vez ellos no tenían en mente la posibilidad de sacar a flote esa celebración fastuosa y de pagar por fin la deuda millonaria con un millón de hinchas que esperan en las dos márgenes de la ría desde hace 40 años. Ellos no tenían esa carga antes de la final de Sevilla, del mismo modo que no la tenían nuestros jugadores antes de las dos Supercopas, ya que esos títulos no conllevan el paseo triunfal.

San Mamés

Ya tiramos el estadio… // BI FM

Propongo librarnos de la gabarra. Hundirla en la ría. Desactivar su maleficio. Debemos entender que necesitamos quitarla de en medio como quitamos el viejo San Mamés para levantar el nuevo. Y ya inventaremos otra celebración. Que vengan los jugadores en globo o que bajen en goitiberas desde Begoña.

O gabarra o títulos, hay que elegir.

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