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Agus: el feliz viaje del bar Rekalde al Pandora de Gros

Tras tener que salir de la Parte Vieja donostiarra por la gentrificación, Agustín Rodríguez, ha vuelto al barrio que le vio crecer. Y es un hombre feliz.

Agustín Rodríguez // Marta Ennes
El bar Pandora de Gros cumple un año. No es un bar cualquiera: sustituye al Rekalde, que tuvo que cerrar sus puertas por la gentrificación en la Parte Vieja donostiarra. Su dueño, Agustín Rodríguez, ha vuelto al barrio que le vio crecer. Y es un hombre feliz.

El pasado 30 de enero me encontré a Agustín Rodríguez volviendo de la manifestación de la Huelga General en el barrio de Gros:

-El bar lo tienes cerrado, ¿no?
-Sí, sí. Por la tarde voy a poner un puesto informativo en la plaza Catalunya.

Cierre de la Taberna Rekalde

El antiguo Bar Rekalde // BI FM

Durante más de 15 años EL BAR por el que Agus era conocido y querido a partes iguales era el Rekalde de la calle Aldamar, en un lateral de la Parte Vieja. Su final en el último suspiro de 2018 fue la señal inequívoca de que algunas cosas estaban cambiando en la ciudad. Pero este hombre de 47 años, risueño, comprometido y agradable como pocos, emprendió una nueva aventura en el bar Pandora de la calle Txofre, en Gros, que ya ha cumplido un año. Allí el espíritu del Rekalde sigue vivo y rápidamente ha ido tejiendo lazos con el barrio.

¿Cómo era el Rekalde que tú te encontraste?

Rekalde existía antes de que entráramos nosotros. Se abrió en el año 1956 y ya entonces se fue forjando un aura, digamos, mítica. En su época se juntaban el pintor Zumeta, Mikel Laboa, algunos cocineros de la Nueva Cocina Vasca… Nosotros entramos en 2001 y yo siempre he dicho que intentamos mantener con dignidad su legado.

¿Cuándo te diste cuenta de que os habíais convertido en una especie de referente cultural independiente? Pese al background del bar, al principio no debió de ser así.

No, ni mucho menos. Yo sabía que no quería montar un bar más y tenía intención de organizar actividades culturales. Habíamos hecho algunas jam sessions, pero hace unos 8 años Itziar Figa terminó presentando un libro un poco por casualidad. En un principio se iba a celebrar en un espacio institucional de la Parte Vieja y a última hora le dijeron que no había sitio. Nos pidieron permiso y les cedimos el bar. Se llenó. Fue muy bonito.

¿Qué otros hitos recuerdas en tu etapa al frente del Rekalde?

Ufff (se lo piensa). En general, los más especiales eran los que surgían de manera imprevista. Los chicos de Oreka TX hicieron un espectáculo llamado Tosta en el Kursaal en el que se juntaban músicos de lenguas minoritarias de todo el mundo. Yo no puedo ir a ese tipo de eventos porque me pilla trabajando. Pero hay veces en las que si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. Cuando terminó la actuación vinieron al Rekalde y con las persianas cerradas se pusieron a cantar en 7 u 8 idiomas distintos. Fue mágico. Espontáneamente surgían ese tipo de cosas.

Bar Pandora (Donostia)

Las ramificaciones del Rekalde // Marta Ennes

Con el Guardetxe el bar ha mantenido una relación muy estrecha: en la fiesta de despedida acabasteis ahí.

Aquello fue una especie de devolución. A mí la gente del Guardetxe me ha dado mucho. Durante años en el Guardetxe se reunían los miembros de la batucada Taupadak y después venían al bar y hacíamos unas jam sessions muy chulas. En verano se acercaban algunos guiris y participaban cantando en italiano, en inglés… Era muy bonito.

¿El bar Rekalde se ha convertido en un caso paradigmático de lo que está pasando en la Parte Vieja?

Rekalde resume de alguna manera el proceso de gentrificación que en los últimos tiempos está padeciendo la ciudad. Cuando entramos en diciembre de 2001, en las plantas superiores vivían modelos de familias distintas, algunas más jóvenes, otros mayores, con hijos, abuelos… En los 17 años que he estado en el Rekalde he visto cómo, una vez terminados los contratos de arrendamiento, se han ido vacíando lo pisos. Es decir, poco a poco estas familias han sido expulsadas de sus casas. Al final solo quedó una señora, Anita, de 95 años, que falleció el pasado 23 de diciembre. El dueño ya tiene las manos libres para poder vender el edificio.

¿Y cuál crees que será su futuro?

La información que yo tengo es que los dueños tienen más de una oferta y que están negociando las condiciones con el Ayuntamiento. Aquí no hay barra libre. El PEPPUC (Plan Especial de Protección del Patrimonio Urbanístico y Construído) marca los límites y el Ayuntamiento les podrá decir qué es lo que pueden hacer. En todo caso, Rekalde es el ejemplo de un pelotazo claro. De 4 plantas y dos apartamentos de 120 m2 en cada una de ellas pueden sumarle dos más y hacer un total de 24 pisos.

Bar Pandora (Donostia)

Escanciando en Gros // Marta Ennes

¿No van a hacer un hotel?

Mi opinión es que no. Creo que acabarán haciendo apartamentos turísticos.

¿En el caso concreto del Rekalde qué pasó? ¿No pudiste hacer frente a las nuevas condiciones del alquiler o es que os terminaron echando?

No nos dieron la oportunidad de continuar. El primer contrato lo firmé en diciembre de 2001 y fue de cinco años. El edificio del Rekalde es muy viejo y tuve que hacer una serie de inversiones para adecentar el local, que en mi caso fueron de 24.000 euros. Desde entonces, me renovaban el contrato de año en año. No quería comprar el local, pero sí les pedía a los dueños que me ampliasen el contrato. Siempre recibía un no por respuesta y no podía arriesgarme a invertir más en el local. Además, empezaron a subirme el alquiler, a apretarme un poco, el bajo pasó de ser entero para mí a la mitad… Hasta que en diciembre de 2017 me dijeron, Agus, 2018 va a ser tu último año.

¿En ese momento cuántos quedabais en el edificio?

Solo quedaban dos vecinas: Mertxe, que se marchó en mayo de 2018, y Anita. Esto que voy a decir es un poco cruel. Anita me comentó que los dueños estaban esperando a que ella cerrase los ojos. Tenía un contrato de larga duración y si la echaban debían pagar la indemnización que compensase el perjuicio. Sus familiares no tenían derecho a seguir en el piso y los dueños debieron pensar que era mejor esperar a que una señora de 94 años falleciese.

Es el abecé del capitalismo.

Así es. Para el capitalismo todo vale.

Bar Pandora (Donostia)

Agus atendiendo a BI FM // Marta Ennes

El bar Pandora tiene, al menos, una cosa que el Rekalde no tenía: una terraza. Media docena de mesas están apiladas alrededor de la entrada en una calle peatonal. La decoración del interior mantiene algunas similitudes y destaca el mural del fondo con un árbol multicolor, donde Agus posa para la sesión de fotos. Su mujer, argentina, sirve cafés en la barra. Agus conoce a la mayoría de los clientes: los saluda, les sonríe y vuelve a la entrevista. Me cuenta que nació en la calle de al lado, en José María Soroa, lo que de alguna manera hace que todo esto tenga sentido y su círculo vital se cierre. Es feliz en este nuevo lugar. Se podría jubilar aquí mismo, aunque no se lo digo por precaución: Pandora acaba de nacer y Agus tiene cuerda para rato. No es plan de meterle prisa.

¿No temías que la gente comparase Pandora con Rekalde y saliese perdiendo? Ya sabes, como si fuese la segunda parte de una gran película…

Por un lado, sentía vértigo. Rekalde ha sido mi proyecto personal. Fue un sueño. Si me llegan a decir todo lo que iba a conseguir con el bar no me lo hubiera imaginado. Tenía un encanto especial. Pero, al mismo tiempo, sabía que no empezábamos de cero: la parroquia rekaldetarra la teníamos de nuestra parte. Además, tenía a mi favor la vuelta al barrio. Me apetecía mucho. Me estoy encontrando con profesores de la escuela, con gente con la que he compartido activismo social y político… Está siendo muy satisfactorio.

En el Clot de Barcelona hay una iniciativa que se llama Fem Barri que está llenando de vida la zona. ¿Sientes que desde Pandora también se está haciendo barrio?

Sin duda. En solo un año estamos colaborando con distintos movimientos vecinales. Hace poco el coro de Santa Ageda pasó por aquí, las nodrizas y pastores salieron del bar y con la asociación del barrio vamo a hacer alguna iniciativa conjunta para carnavales y que pasen por aquí los gigantes y cabezudos. El chip de la Parte Vieja me lo he quitado y me he puesto el de Gros. Desde el barrio se puede y se debe hacer ciudad. Me dicen los clientes que estamos trayendo aire fresco al barrio y yo estoy encantado de que sea así.

Desde fuera todo parece que se hizo muy rápido: dejar el Rekalde e instalarte aquí.

Me habían avisado con un año de antelación, por lo que tuve tiempo para dos cosas: buscar un nuevo emplazamiento que tuviera buena pinta y poder pasar poco a poco el luto. Para los clientes y amigos el luto empezó una vez bajamos las persianas; yo ya lo había digerido. En julio de 2018 empecé a explorar la posibilidad de trasladarme aquí y toda mi energía se centró en este proyecto. El final de 2018 fue muy loco: estábamos cerrando el bar y preparamos una serie de entrevistas a familiares y amigos que grabamos en vídeo y lo llamamos «Rekaldeko historioak». También hicimos una gran fiesta de despedida. Pero al mismo tiempo estaba metido en Pandora y en abrir lo antes posible.

Bar Pandora (Donostia)

Terraceo y activismo // Marta Ennes

¿Qué es lo que más te ha llamado la atención en este año?

Tener una terraza me ha pillado por sorpresa. En Rekalde teníamos una terraza virtual en la que la gente salía fuera y se sentaba hasta en el escaparate de la tienda de enfrente. Pero esto es otro mundo. Lo primero que sentí cuando salimos de allí era responsabilidad. Yo quería que los seis trabajadores de Rekalde vinieran aquí y no solo ha pasado eso, sino que hemos ampliado a nueve la plantilla.

¿Y a qué le achacas el éxito del Pandora? ¿Al efecto de la terraza? ¿A la propia inercia del barrio?

A una suma de factores. En Rekalde teníamos solo cinco mesas y muchas veces la gente entraba, veía que estaba lleno y se iba. Ahora hay 8 mesas dentro y 6 fuera y podemos dar servicio a casi 80 personas. Muchos clientes del Rekalde ahora vienen aquí. El barrio también nos ha dado mucho. Somos diez hermanos, yo soy el noveno, y a eso hay que añadir que la juventud la pasé aquí. Es muy raro que no me conozcan.

¿De dónde te viene tu vena activista?

Desde muy joven he tomado una serie de responsabilidades desde distintos ámbitos sociales, culturales y políticos. Quizás todo esto viene de mi madre. Ella era de Chipiona, Cádiz, y además de criar a sus diez hijos sacaba tiempo para ser la dinamizadora de la asociación de padres de la escuela. Yo tengo sangre andaluza.

Por último: ¿esta ciudad tiene remedio?

El remedio pasa por empoderar a la gente. Recuerdo que cuando empecé a moverme hace 30 años, las asociaciones vecinales teníamos muchísima fuerza. Las cosas más pequeñas, como poner una farola en una calle, las llevábamos al Ayuntamiento y usábamos nuestra influencia. Nuestro tesoro más preciado era el altruismo. Dedicábamos mucho tiempo a aquello en lo que creíamos. Tenemos que volver a superar el individualismo, creer en la colectividad y empoderar a la ciudadanía.

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