La «movida galega» revivía por una noche en la capital vizcaína gracias a la visita de la legendaria banda del «Bailaré sobre tu tumba», que tiraba de clásicos presentando su disco grabado en directo «La noche de la Iguana». Como teloneros, Distorsión. Nos resume la noche nuestro redactor Óscar Díez
Siniestro Total, encabezados como siempre por el gran Julián Hernández, llegaban a Bilbao a presentar el disco en directo «La noche de La Iguana» (El Cobrador Loco / Loquilandia , 2014), lanzado en formato digital a finales del pasado añó recogiendo un concierto en el que los gallegos celebraron sus 32 años de carrera en su ciudad natal (grabado el 27/12/2013 en La Iguana Club de Vigo). Llevan años fieles a esta cita anual con su público y, por fin, esta vez se decidían a dejar testigo de lo allí acontecido. Algo muy similar a lo vivido el pasado viernes, 5 de junio, en la bilbaína sala Stage Live. Un directo potente, eléctrico, brutal, redondo y plagado de clásicos. Los teloneros, Distorsión. Nuestro enviado especial, Óscar Díez. Aquí nos cuenta una noche en la que la «movida galega» revivía en la capital vizcaína.
Distorsión abriendo la noche // Dani Díez
Divulgadores del rock, el country y el punk, Siniestro Total se han convertido en unos clásicos a fuerza de sobrevivir. Punta de lanza de la «movida galega» hace solo 35 años –con Germán Coppini y sus Golpes Bajos, casi nada–, el fan de Siniestro sabe lo que va a ver, y muy pocas veces sale decepcionado. En este aspecto, el concierto en la Stage Live de Bilbao fue modélico. Setenta minutos –incluyendo un bis y cerca de una veintena de himnos–, que no dieron tregua al respetable. Fiesta, fiesta y fiesta.
Arranco el baile la gospeliana «Yo dije yeah!» («Bilbao, que Dios os bendiga«), tocada con garra inusual. De inmediato olimos que iba a ser un buen concierto. Los vigueses presentaban «La noche de La Iguana», porque a estas alturas del cuento, tienen claro que su público quiere oír los clásicos, somos así de facilones. «Miña terra galega» (ya saben, en el original «Sweet Home Alabama» –cultura popular–) con un estribillo marca de la casa que reza «Hay que sentir, en vez de consumir«, o «España bebe (España se droga)«, rompieron el hielo en una sala con puños en alto, camisetas de giras pasadas (qué grande la de «Los feos somos más«) y cervezas por doquier.
En «La paz mundial«, Julián nos faltó al respeto («Cantan tan mal que parecen de Donosti«) y nos sorprendió que la banda defendiese en directo «Matar jipis en las Cies» y «Ayatollah!«, de su época más punk. Aquí, mi acompañante preguntó: «¿Te imaginas la que se armaría hoy si sacas un tema que dice: ‘Solo vine a comprar pan y me enseñasteis el Corán’?«. Pues no, no lo imaginamos. Hoy vivimos en una sociedad en la que todo es aséptico, perfecto e insípido. En fin. Con «Todo por la napia» (ya saben, la de Tony Montana) y la mítica «Cuánta puta (y yo qué viejo)«, el bolo tocó a su fin, coronado por un bis absolutamente imbatible: «Bailaré sobre tu tumba«, «¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?» y, claro, el «Highway To Hell» versión gallega. Sonrisas, risas y alguna intoxicación etílica. En un mes tocan gratis en fiestas de Santurtzi. Allí nos veremos.
