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Ocio y cultura

«Irati»: Cine de nivelón

Paul Urkijo ha conseguido coser varias leyendas del folklore vasco y, sin que se noten las costuras, crear un relato top de espada y brujería

Edurne Azkarate en "Irati" // Bainet Zinema
Se estrena la película de Paul Urkijo, quien, con poco más de 4 millones de euros, ha conseguido coser varias de las leyendas del folklore vasco que su familia le contaba cuando era crío y, sin que se noten las costuras, convertirlo en un relato de espada y brujería de primer nivel

Iba a empezar diciendo que «Irati» es cine fantástico de nivelón, pero sería injusto. «Irati» es cine de nivelón. Sin más. Lo que ha logrado Paul Urkijo con poco más de 4 millones de euros provoca estupor en forma y fondo: Coser varias de las leyendas del folklore vasco que su familia le contaba cuando era crío y, sin que se noten las costuras, convertirlo en un relato de espada y brujería de primer nivel.

Así, el espectador avisado soñará con «Excalibur» (la mujer en el agua), «Conan el bárbaro» (la presentación del rey de Pamplona Eneko Aritza interpretado con solvencia y corazón por Eneko Sagardoy) o «Jason y los argonautas (el cíclope en la cueva), sin que esta «Irati» desmerezca en la comparación.

Cinco años, se dice pronto, ha estado el director «moviendo una película mitológica, orgánica, medieval y encima en euskera» -en los créditos asoman desde Triodos al ICAA, pasando por RTVE– rodada finalmente en ocho semanas en parajes alucinantes, casi oníricos, de Euskadi y Huesca.

Solo el prólogo, la Batalla de Roncesvalles contra Carlomagno en la que las tropas son aplastadas por una lluvia de montañas, anticipa la ambición y el nervio de una película que es desde ya un clásico del cine vasco («Mi madre -dijo en rueda de prensa Sagardoy- la ha visto tres veces y está aún sin estrenar») y que ilustra como la fe cristiana se fue extendiendo en el siglo octavo y nos fue alejando de la tierra, las iratis, los bosques y en cierto modo, nuestro yo interior.

Espadas y espadazos // Bainet Zinema

Con 5 nominaciones a los Goya el año que se lo llevó todo «As bestas», premiada en Sitges y Donosti y con uno de los finales más poéticos de la temporada, solo por el antológico personaje de Itziar ituño, Mari, la película valdría la pena. Pero es que hay más. Mucho más. Por favor, no se la pierdan.

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