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Azkena Rock Festival

Azkena Rock Festival 2013: Crónica del viernes, 28 de junio

Más de 13.000 personas en la primera jornada del ARF, en la que participaron The Black Crowes, Smashing Pumpkins, Alberta Cross, M Clan, The Sword y Sex Museum, entre otros. Nicolás del Moral cuenta para bi fm cómo transcurrieron las actuaciones, con fotografías de Jone Novo

 


Más de 13.000 personas en la primera jornada del ARF, en la que participaron The Black Crowes, Smashing Pumpkins, Alberta Cross, M Clan, The Sword y Sex Museum, entre otros. Nicolás del Moral cuenta para bi fm cómo transcurrieron las actuaciones, con fotografías de Jone Novo

 


 

Más de 13.000 personas se dieron cita el viernes 28 de junio en Vitoria-Gasteiz para disfrutar de Azkena Rock Festival 2013 en una primera jornada que, presidida por The Black Crowes y Smashing Pumpkins, sirvió para entender por qué el festival se ha ganado un lugar destacado dentro del circuito rockero gracias a una programación cuidada a más no poder (si bien este año el cartel quedó recortado a dos días, en lugar de tres).

 

Quaoar fueron los primeros en saltar a la palestra para presentar ante una audiencia todavía escasa las virtudes de su último trabajo, el notable «The River and the Soul«. La potencia de su sonido y lo efectivo de su repertorio (donde destaca «My Anger Runs«), en el que se dio cabida a un par de temas nuevos aún no publicados, sirvieron para que los bilbaínos solventaran con nota la difícil tarea de inaugurar un festival. Y si notable fue el show de Quaoar, lo mismo cabe decir de The Socks. Los franceses recogieron el testigo de los mejores Black Sabbath y Led Zeppelin y se metieron al público -bastante numeroso ya– en el bolsillo gracias al buen a hacer de su frontman.

 

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El punto de inflexión de la jornada lo marcó Sex Museum, que usaron al público del Azkena como conejillos de indias para testear un setlist en el que todas sus canciones menos una fueron publicadas en la década de los 90. Así, los madrileños protagonizaron uno de los mejores conciertos de la jornada tirando de garage y de un mash-up que no por obvio dejó de ser espectacular y divertido a partes iguales: «Smoke On The Water Vs. (You Gotta) Fight For Your Right (To Party)«. Merecido homenaje a Adam Yauch. El grupo, autodefinido como «banda de garitos venida a más«, no quiso despedirse sin una arenga a favor de dichos locales: «Está muy bien que Bruce Springsteen mueva a 25.000 personas pero no hay que olvidar a las bandas que empiezan y que tocan en bares«. Amén.


Menos sorpresa supuso el concierto de The Sword. Los de Texas sabían que gran parte de la numerosa asistencia tenía ganas de doom metal y eso es lo que le dieron. Como si de una apisonadora se tratase, los autores del estupendo «Apocryphon» pasaron por encima del público del Azkena dejándolo con la boca abierta gracias a una potencia de sonido pocas veces vista. La palabra «efectividad» adquirió un nuevo significado.


Mentar a M Clan implica siempre apostillar que se obvia la etapa radio-fórmula del grupo. Ellos lo saben y el público que los sigue de siempre también. Por eso llevan bastantes años sin echar mano de «Carolina» o «Llamando a la tierra» y centrándose en lo que mejor saben hacer: rock sureño directamente hermanado con The Black Crowes. El grupo, que anda celebrando su vigésimo aniversario, agradeció a la organización el haberles permitido compartir cartel con la banda de los hermanos Robinson. Carlos Tarque y los suyos ofrecieron un concierto al que no se le puede poner ningún pero y que puede que sirviera para que algún despistado se de cuenta de que el combo murciano vale mucho más que las canciones que les dieron fama. Sirva como muestra la estupenda versión de The Who que tocaron al final de su show.


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Alberta Cross venía con un disco estupendo debajo del brazo, «Songs of Patience«, pero, lamentablemente, actuar justo antes de uno de los grandes protagonistas del día jugó en su contra. Con un público más pendiente de coger buen sitio para los Black Crowes o de avituallarse, la banda afincada en Nueva York hizo lo que pudo, que no fue poco, pero no consiguió conectar con la audiencia. Es una pena porque, salvo algunos pequeños fallos de sonido, los autores de «Crate of Gold» merecieron mejor suerte.


The Black Crowes salieron al escenario con el recinto a reventar y con un público completamente entregado. Cuesta imaginar que los autores del «By Your Side» den un mal concierto, pero también cuesta explicar y asimilar lo que hicieron en el ARF. ¿Qué paso entre el «Twice as Hard» con el que abrieron y el medley de versiones de «Hard to Handle» y «Hush» con el cerraron? Pues que los de Chris Robinson –cuyas cualidades vocales mejoran con los años– desplegaron toda la majestuosidad sureña de la que son capaces. El repertorio, el virtuosismo de la banda, la potencia arrolladora de su sonido y el ya mencionado talento vocal de Robinson hicieron que en varios momentos los allí presentes no pudieran reaccionar ante tanta maestría. Como remate final, ya en los bises, regalaron al público un mix de versiones de Otis Redding y Billy Joe Royal que reventó el Azkena Rock. Por si todo esto fuera poco, el detalle que supuso verles abandonar el escenario mientras las pantallas laterales recordaban al enorme, en todos los sentidos, James Galdolfini fue un broche final perfecto para una actuación que permanecerá en la memoria de los asistentes durante mucho tiempo.


Uno puede tener más o menos simpatía hacia Billy Corgan y sus tejemanejes con los Smashing Pumpkins pero resulta innegable que «Siamese Dream«, «Mellon Collie and the Infinite Sadness» y «Adore» son tres discos sin los que resultaría imposible entender la música en los años 90. Dicho esto, se agradece que la banda no haya caído en la autocomplaciencia y sigan cuidando sus directos. Con una pirámide de proyecciones detrás, los Pumpkins desgranaron gran parte de sus éxitos: «Bullet with Butterfly Wings«, que cayó en segundo lugar y con el que el público se dejó la garganta intentando imitar el berrido del final; «Disarm«; «Ava Adore» ya al final y «Tonight, Tonight» con unos arreglos menos grandilocuentes que en la versión estudio pero igual de efectivos. También echaron mano de canciones menos conocidas buscando un difícil equilibrio en el setlist que no siempre este tipo de grupos, encorsetados entre tanto hit, suele conseguir. La versión del «Space Oddity» de Bowie fue preciosa.


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El fin de fiesta llegó con The Sheepdogs, primero, y Horisont, después, para que, a partir de las 3 de la mañana, los más festeros pudieran bailotear con los DJs rockeros de la carpa. Nosotros nos retiramos a tiempo, que el sábado había que volver a la carga con The Gaslight Anthem, Gov’t Mule, Rocket From The Crypt, Los Enemigos



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