102.865 personas es el balance de la 11ª edición del certamen, siendo esta última jornada la única en superar los 35.000 asistentes. Y eso, sin cabezas de cartel claras. O precisamente por ello. Había tantos nombres de categoría media-alta, que era imposible escucharlos todos. Nuestro equipo (Joseba Vegas, Germán Castañeda, Alfredo Rodríguez y Javier Santamaría) lo intentó
CRÓNICA y FOTOS JUEVES 7 JULIO 2016: Arcade Fire, New Order, M83, Chvrches…
CRÓNICA y FOTOS VIERNES 8 JULIO 2016: Pixies, Grimes, Love Of Lesbian, Underworld…
102.865 personas en total en Bilbao BBK Live 2016. Exactamente. Ese es el balance que nos deja la 11ª edición del certamen, siendo esta última jornada la única en superar la barrera de los 35.000 asistentes. Y eso, sin cabezas de cartel claras. O precisamente por eso. Había tantos nombres de categoría media-alta ayer sábado 9 de julio en Kobetamendi, que era imposible atenderlos a todos. Desde Tame Impala hasta Foals, de Editors a Courtney Barnett, de Father John Misty a Wolf Alice. En serio, Bilbao BBK Live, ¡demasiado tema para un solo día! ¡Cómo os pasáis! ¡Y eso que solo hablamos de bandas internacionales! Luego hay alguno/a por ahí que se queja de que el festival tiene «poco nombre de tirón y mucho relleno«. Anda qué… Nuestro equipo (Joseba Vegas, Germán Castañeda, Alfredo Rodríguez y Javier Santamaría; apoyados por las dos cámaras de la organización -en manos de Óscar L. Tejeda y Liberto Peiró-) intentó no perder detalle de una intensísima jornada final con una cantidad y calidad de propuestas musicales inabarcables. ¡Ah! Y antes de proceder con lo musical, vaya aquí nuestro reconocimiento para todo el personal del recinto festivalero. Barras, seguridad, atención al público… ¡¡Eran todos/as encantadores!! En serio, jamás vimos semejante entrega y semejante buen trato (¡y buen rollo!) en un festival. «¡Que pases buena noche!«, era el grito de guerra que todos tenían en boca como despedida en todo momento. Chapeau!
Como no se pude estar a todo, durante un primer momento correteamos como pollos sin cabeza por el recinto. Soledad Vélez, Yellow Big Machine (que ponían de largo su EP de 6 temas «Always With You», un disco cuyo Diario de grabación te trajo en exclusiva bi fm en marzo por entregas), Correos, Dekot… ¿¡Pero qué es todo esto!? ¡Que no nos da la vida! Nos quedamos con Dekot por prometedores (que los demás ya van encontrando su sitio). Y porque ellos quisieron estrenar en exclusiva en bi fm su primer EP hace solo cuatro meses. Sabemos que, tras Belako y Rural Zombies, los próximos jovenzuelos de la cantera musical vasca en saltar al estrellato van a ser ellos. Lo sabemos. Al tiempo.
También pudimos, en ese interesante batiburrillo de primeras horas de la jornada, ver de nuevo a Soleá Morente (ya estuvimos el viernes a mediodía en los Jardines de Albia del centro de Bilbao, disfrutándola en la distancia corta). Esta vez queríamos ver cómo funciona su indudable carisma en un escenario grande. Con un set muy parecido al del día anterior, si no igual, vimos cómo las canciones con más sonido crecían y nos hacían palpitar aún más el pecho. Y es que Soleá va acompañada de un supergrupo formado por lo más selecto de Graná, así que fue todo a la perfección. Es difícil no caer en tópicos para hablar de ella, así que os vamos a decir que nos gustó mucho, las dos veces, y que «Todavía» brilla sobre manera en el repertorio, y que «Tonto», con su componente electrónico, nos recuerda a La Bien Querida (que para eso es un tema creado por David Rodríguez, 50% del dúo comandado por Ana Fernández-Villaverde). Así que, como broche final del concierto, nos pareció una elección perfecta.
Y de mujeres con carisma va la cosa. Porque poco después de las 19h salía al escenario principal una de las joyazas de este Bilbao BBK Live: Courtney Barnett. Porque poco se ha alabado al cartel que este año incluya a una de las grandes revelaciones de la música internacional en fecha única en España. Su segundo disco, «Sometimes I Sit and Think, and Sometimes I Just Sit» (Marathon Artists / PIAS, 2015), ha estado en todos, literalmente todos, los tops del pasado año (en el de bi fm también). Y ayer demostró por qué. Rock áspero en estado puro. Llegamos a leer en redes que «si fuera un hombre, sería Bob Dylan«. Ahí queda eso (que ni llega a 30 primaveras la chica aún). Ella, su voz y su guitarra (con el único apoyo de batería y bajo) llenó el escenario principal. A veces más tranquila, a veces a tope de decibelios, a veces ruidista con criterio (sin llegar a desbarrar). Y, siempre, con esa cadencia al cantar que hace que a la australiana parezca que las palabras se le cayeran sin querer de la boca. Compareció enmarcada en unas visuales de 10. Porque, ya lo hemos dicho más veces, si vas a llevar una pantalla, ¡sácale partido, coño! Y ella lo hizo, con imágenes que iban desde una suerte de «Keith Harrings» hasta fotos de gotas ¿de miel?, pasando por decorados estilo «musical de Broadway». Una hora justita pero redonda, y sin despeinarse ese flequillazo-cortina que, probablemente, no le haya permitido llegar siquiera a atisbar Kobetas. Y qué grande ese final con «Nobody Really Cares If You Don’t Go to the Party», ¿uno de los temas de 2015?
Y llegaba el turno (aún tempranero) de otro de esos nombres del cartel que han dado marchamo de altísima calidad al festival este año. El señor Father John Misty (Mejor Disco de 2015 para bi fm con «I Love You, Honeybear» -Sub Pop / Bella Union / PIAS-). Incluso si te acercabas por el Esenario Heineken sin mayor interés, como dándote una vuelta por ir calentando motores, era imposible no centrar toda la atención en él. ¡Qué tío! En todos los sentidos. Alto, grande, barbaza, pelazo, en traje, con gafas de sol -foto izquierda de Liberto Peiró- y con una voz imponente que se oía cristalina (que sí, coño, que sí, que el escenario 2 suena mejor que el 1 y punto, que el 1 no acaba de tirar bien nunca, que si ayer este hombre se baja la bragueta -que con el colocón que parecía llevar, hubiera podido- hubiéramos oído el traqueteo de la cremallera). Papitxu Jon (permítannos la confianza) resultó en escena mucho más carismático aún de lo que se le presupone oyéndolo en disco. Encima, la riqueza instrumental, la complejidad de arreglos y el eclecticismo estilístico de sus temas grabados no desmerecen nada en directo. «Hollywood Forever Cemetery Sings» (de su anterior álbum, su debut como Father John Misty aunque ya lo conocíamos como Joshua Tillman o como parte de Fleet Foxes), la genial «Bored In The USA» o el final del show con «I Love You, Honeybear». Todas, para el recuerdo. Como su ¿pedo? ¿puestazo? Primero se hostió (pero bien) cayendo todo lo largo que es al intentar subir del foso tras bajar al público (vídeo aquí), después dijo que en este festival hay «beautiful women and good drugs«, y ya en los últimos compases del concierto (con la canción que da título a ese disco del pasado 2015 que si no tienen ya, no sabemos a qué esperan) se revolcó por los suelos, se desató, se dejó el micro dentro del paquete (que ni Sabrina cuando usaba el canalillo para aguantarlo), bajó al público de nuevo… y acabó comiéndole la boca a una de la primera fila. Que lo vimos. Con estos ojitos. Verdad verdadera. Father John Misty se gusta. Father John Misty nos gusta.
Otro doblete para el cuerpo como el de la pequeña Morente, el de Juventud Juché. De mañana y de tarde los vimos ayer: en el centro de Bilbao y en Kobetas, bajo un sol que picaba cosa mala a mediodía y en una carpa a mediatarde, respectivamente. Las dos veces, geniales, hipnóticos con los ritmos gracias a las líneas de bajo de Luis y a la batería de Arturo. De verdad, ¿le habéis visto tocar la batería? Espectacular. Y desgarradores gracias a las guitarras afiladas y los gritos de Javier. De hecho, por la mañana pensamos que le podría dar un patatús del sofoco. «Lacras», «Salvador» (con sus coros), «Dispara» o el hit final del repertorio, «Defensa», fueron unos auténticos cañonazos. Un gran acierto del festival contar con las juventudes juchés.
Qué bonito es lo de Tame Impala. En serio. A todos los niveles. Y qué bonito es que, con una propuesta como la suya, el grupo australiano esté llegando a tanto público, encabezando festivales (con permiso de Foals, en la jornada de sábado) como Bilbao BBK Live. Tras la breve intro de «Nangs» no se anduvieron por las ramas y soltaron un «Let It Happen» que fue uno de los momentazos del fin de semana. El público cantaba con los ojos cerrados y con los brazos en alto, bailaba entre perezoso y desatado, se dejaba atrapar por las proyecciones caleidoscópicas… gozaba, en suma, con una banda que ha sabido, como pocas, acercar la tradición del rock psicodélico al pop de hoy en día, tan necesitado de grupos de guitarras que consigan conectar con el público más joven. Y quizá el éxito de Kevin Parker resida ahí, en esa capacidad de enganchar a distintas generaciones, a gente de sensibilidad dispar y de background musical diverso. «Mind Mischief», «The Less I Know the Better», «Feels Like We Only Go Backwards», «Daffodils» (firmado junto a Mark Ronson para el último álbum de este), «Elephant»… aquello parecía no tener fin, en un auténtico carrusel lisérgico, mágico, con momentos de gran disfrute sensorial. Y no, no habíamos tomado LSD.
Con Editors casi perdimos la fe cuando, hace tres años, publicaron «The Weight of Your Love», su cuarto trabajo. Por suerte, en 2015 remontaron el vuelo con «In Dream”, disco con el que recalaron (de nuevo) en Kobetamendi para demostrar que no han perdido el mojo. Tom Smith irrumpió en el escenario 2 cabizbajo, con la capucha de la sudadera puesta, arrastrando los pies más que caminando, de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, entonando «No Harm», ese single atípico que el año pasado sirvió de anticipo del nuevo álbum. En su día no pareció muy acertado tratar de promocionar un álbum con un corte tan oscuro y lento, pero la verdad es que, como preámbulo de disco y directo, la canción cumple con creces. Tras ese inicio un tanto hipnótico, Editors fueron saltando de grabación en grabación, desgranando la nueva («Forgiveness», «All the Kings», «Ocean of Night» y «Marching Orders», con la que cerraron), así como la anterior («Sugar», «Formaldehyde», «A Ton of Love»), sin olvidar las tres restantes: «The Back Room» (“Munich” fue uno de los momentos álgidos), «An End Has a Start» («Smokers Outside the Hospital Doors», «The Racing Rats») y el sintetizado «In This Light and On This Evening» («Eat Raw Meat = Blood Drool» y, claro, «Papillon», ese hit que para sí quisieran Depeche Mode). Con un Smith entregadísimo, sudoroso, que canta como canta (con esa voz grave y profunda), que le da a la guitarra o que se sienta al piano y que se apoya en tres grandes músicos, la banda volvió a convencer, al 100%. Nosotros ya ni nos acordábamos de que nos gustaban. Y sí, nos gustaron un huevo.
Nuestra propuesta para los Jagwar Ma es bien sencilla. Cambien de cantante. O háganse banda instrumental. En serio. No podemos, no podemos con la voz de Gabriel Winterfield y los sonidos que esa cueva del averno hecha garganta perpetra sin que nadie haga nada por remediarlo. ¿Qué andan los también australianos Tame Impala metiéndonos a sus compatriotas de teloneros en sus conciertos y de apéndices en los festivales? Ni Fangoria con las dichosas Nancys Rubias. Que no, que no. Que no sabemos qué les habéis visto, chicos (ahí estaban todos los Tame Impala, recién bajados del escenario principal, viéndolos desde la retaguardia -incluso alguno se animó a unirse a las guitarras y a las cervezas en algún momento-). Si, en realidad, quitándoles la voz están bastante bien… Las bases, potentes, la guitarra, buena tralla, el ritmo, imparable. Va a ser que al final nos encantó su propuesta de rock electrónico loquísimo (que acaba en auténtica rave) pero… Gabriel ataca «Come Save Me» y ya lo que sale de su boca quema. Come save me, eso decimos nosotros. Socorro. Gabriel, no me grites. ¡Que NO me grites! ¡No me vas a gritar más! Paso, me largo, no puedo soportarlo.
Los ingleses Foals ejercieron a la perfección su papel como cabezas de cartel de la jornada (al fin y al cabo, aunque pudieran compartir galones con Tame Impala o Editors, el hueco de honor en el horario era el suyo). Veinte minutos pasaban de la media noche cuando Yannis Philippakis y sus compañeros irrumpieron en el escenario principal del monte Kobeta, comenzando su electrizante show con «Snake Oil», corte incluido en su más reciente álbum, «What Went Down» (Transgressive Records, 2015). Sin dilación pusieron a los presentes patas arriba con «My Number», metiendo la quinta hasta que finalizó su actuación. Saltos, vítores y cánticos corroboraron que su posición en la programación estuvo totalmente justificada, arengando a la masa situada en la explanada principal del recinto. El supuesto estilo indie de los de Oxford nada tuvo que ver en su bolo, pues echaron mano de elementos rock, sonando potentes y directos de principio a fin. Su vocalista ejerció de líder a la perfección, siendo un auténtico rock star, bajando al público para cantar entre el respetable, primero en la parte delantera y después dándose un paseo hasta zonas más alejadas por el foso central. «Sahara», «Mountain At My Gates» y «What Went Down», esta última en el bis, fueron algunos de los cortes elegidos para hacer coordinar las opiniones de público y crítica, pues su directo fue uno de los mejores de la recién finiquitada edición del festival bilbaíno. Fuerza, ganas y energía se conjugaron en un show que se recordará en futuras citas.
Después de disfrutar como lo habíamos hecho en los dos escenarios grandes y en la carpa (bueno, y en Basoa, ese reducto de felicidad en medio del bosque por el que nos fuimos dejando caer de vez en cuando), nos percatamos de que en la tercera jornada apenas habíamos visto directos en el escenario pequeño, el Pepsi, que cerca de las dos de la mañana tenía programados a Triángulo de Amor Bizarro. A pesar de la competencia (Soulwax iba a empezar en nada, Red Axes también), los gallegos reclutaron a numeroso público, con animosas primeras filas, como no podía ser de otra manera ante la matraca cósmica de un cuarteto que ha ido ganando en matices («Baila Sumeria» no está tan lejos de New Order) sin dejar de sonar como un cañón. La recta final, con «Estrellas místicas» y «De la monarquía a la criptocracia», nos hizo bailar rock antes de adentrarnos en una madrugada cargada de música electrónica.
El primer plato en el electromenú de las primeras horas del domingo 10 de julio eran los Soulwax. Sí, mucha gente dice que aquello fue increíble, e incluso en las filas de bi fm hay división de oponiones. Pero el encargado de cubrir esta cita no quedó nada satisfecho… Porque lo primero que hicieron al saltar a escena fue contarnos de qué iba la cosa: fecha, sitio, canales y 2many sintetizadores. Pero luego, luego… Batucada. Para eso hacen falta menos cosas y aparatos, que no se va a lanzar un cohete desde Kobeta. En serio, BAJOS Y BOMBO. El resto, corría el riesgo de aburrir. Nos sabe un poco mal, porque teníamos ilusión en este concierto. La última vez que los vimos fue en un FIB; hace tantos años que alguno de vosotros érais escolares. Pero a día de hoy, tenemos que reconocer que nos aburrimos. Vale, «NY Excuse» moló, pero no tanto como para compensar todo el concierto.
De camino a Basoa (un aplauso, de nuevo, para quien haya diseñado ese espacio –a pesar de los difícil que se hacía pedir en barra, donde, por cierto, nos sirvieron cerveza en vasos de Primavera Sound-), nos asomamos al concierto de Wolf Alice en la carpa (foto izquierda de Óscar L. Tejeda). Y decimos lo de «asomarse», porque tampoco es que hubiese posibilidad de mucho más, con aquello a rebosar como estaba. Al menos, nos dio tiempo a disfrutar de «Blush» y «Giant Peach». A partir de ahí, el recinto quedó acotado de manera que solo podía accederse al corner carpa-bosque, por donde anduvimos danzando (literal) hasta que se hizo de día. Âme tomó el relevo de RedAxes en la zona arbolada y Bilbadino (por fin, profeta en su tierra) dejó muy arriba el pabellón, tanto que se lo puso realmente difícil a los mismísimos 2ManyDjs (a quienes habíamos visto unas horas antes como Soulwax). No fue su mejor sesión, no, ni tampoco el cierre más memorable de la historia del festival, pero bueno, tuvo sus momentos (como cuando homenajearon al propio BBK Live 2016, pinchando a Hot Chip y Tame Impala.
Eran casi las 7, era de día, y finalizaba una de las ediciones más coherentes y atractivas de un macroevento que, en 2017, llegará a las doce ediciones. Veremos si afianza esta línea artística, tan cuidada (y carente de meganombres de mayor tirón popular), que tan bien pintaba y que tanto hemos gozado, sobre el terreno. Además, para el año que viene la promotora Last Tour ha prometido un festi metalero (¿resucitará el extinto Kobetasonik?), por lo que nadie podrá echar en falta más “rock” en Bilbao BBK Live.