La irrupción del veterano artista en la campaña electoral estadounidense le ha acarreado unas críticas que no pueden ocultar un espíritu político independiente difícil de clasificar. Por Ibai Villapún
El próximo 6 de noviembre Estados Unidos elegirá a su 45º presidente. El demócrata Barack Obama opta a la reelección y Mitt Romney es el candidato republicano. Ambas candidaturas se oficializaban en las habituales convenciones que cada partido organizaba hace unas semanas.
Convenciones con puestas en escena más propias de la ceremonia de entrega de los Oscar, con figurantes con pancartas propagandísticas esperando a que el regidor de turno marque ‘Aplausos’, ‘En pie’ o ponga a gritar ‘U.S.A’ a las miles de personas ataviadas con viseras de baseball de cuyos laterales sobresalen dos manos que aplauden al estirar de una cuerdita que cuelga del mencionado complemento.
“This Is Hollywood”, diría más de uno. Pues si reparamos en la cantidad y calidad de los guionistas de cada uno de los candidatos, en los teleprompters desde los que leen sus discursos, en la calculada presencia de minorías étnicas entre el público presente y la escrupulosa atención que se le presta a cualquier detalle de la vestimenta de cada uno de los candidatos… deberíamos coincidir con esa afirmación.
Pero en cualquier superproducción de Hollywood necesitamos estrellas. Y de las de verdad. Quizás por eso Mitt Romney echó mano del actor y director Clint Eastwood y le cedió, para su comparecencia, la mejor franja horaria de la convención republicana, esa a la que todas las televisiones nacionales conectarían en directo con ella.
Eastwood sobrepasó en algo más de tres minutos el tiempo que le habían concedido y lo utilizó para, en gran medida, establecer una imaginaria conversación con una silla vacía que, supuestamente, ocupaba Obama. La comparecencia del veterano artista no dejó indiferente a nadie. En cuestión de minutos se convirtió en Trending Topic en Twitter a nivel mundial y al día siguiente, no hubo un solo diario que no dedicase un artículo para comentarla.
Rechazo de sus seguidores en Europa
Su apoyo a Romney en la convención republicana también generó reacciones en nuestro entorno más próximo. A través de las redes sociales se pudo ver que se recibió con rechazo y decepción por parte de un público joven o de mediana edad, en su gran mayoría seguidor de su filmografía, al que podríamos asociar a ideas progresistas o de marcado carácter social. En las redes sociales se podían leer frases como “Tú antes molabas”, “Qué decepción” o comparativas con Charlton Heston.
Llegados a este punto, y aunque no sea tarea sencilla, vamos a romper una lanza a favor del viejo Clint. Es evidente que ‘mola’ mucho la banda sonora que completa el listado de artistas que apoya a Obama, entre los que se encuentran Bruce Springsteen, Michael Stipe (REM), Stevie Wonder, Pearl Jam, Jeff Tweedy (Wilco), Scarlett Johansson, Arcade Fire, Morrissey, Moby, Jay-Z, Roger Waters (Pink Floyd) o Massive Attack. Hasta el mismísimo Bob Dylan ha dejado caer en alguna entrevista que prefiere a Obama antes que a Romney.
Sin embargo, en los escasos apoyos de Romney en el mundo del espectáculo encontramos ‘tan sólo’ a Johnny Van Zant (Lynyrd Skynyrd), Gene Simmons (Kiss), Ted Nugent, Jon Voight y al casposo de Chuck Norris. Además de al veterano Eastwood, claro está.
Así que está claro que en el mundo del espectáculo parece más ‘cómodo’ apoyar a Obama y, desde luego, da la sensación de que es bastante anti-popular pedir el voto para Romney. Luego podemos comenzar a deducir que al amigo Clint le importa más bien poco lo que piensen sus compañeros de profesión y que su decisión no se basa en caer mejor o peor al público ni en tener mayores perspectivas de trabajo de cara a los próximos cuatro años. Parece un apoyo sincero y desinteresado.
Por otra parte, choca sobremanera la “decepción” que ha generado el apoyo del director de ‘Sin perdón’ al candidato republicano cuando en 2008 ya pidió el voto para John McCain y años atrás había apoyado también, aunque de forma pasiva, las candidaturas de Richard Nixon y Ronald Reagan.
Eastwood se define como libertario: “No me veo como un conservador, pero tampoco como un ultra-izquierdista”, dijo en 2004 al USA Weekend. Su ideología política muestra una amplia escala de grises, frente al blanco y negro (nunca mejor dicho en esta ocasión) que siempre nos muestran las elecciones estadounidenses.
Ha reconocido haber votado y apoyado económicamente a candidatos demócratas (Sam Farr, California, 2002). Ha criticado las intervenciones militares de su país en Corea, Vietnam, Afganistán e Irak. No defiende la pena de muerte, está a favor de que las mujeres puedan decidir libremente si abortan o no, apoya el matrimonio gay y solicita que la posesión de armas de fuego esté controlada, en contra de la mayoritaria opinión dentro del partido republicano. También ha admitido no creer en Dios. En este punto se desmarca de los dos principales partidos estadounidenses.
Su ideología, presente en sus películas
Toda esta escala de grises se ve reflejada en las películas que ha dirigido. Eastwood ha mostrado siempre una querencia especial por los escenarios crepusculares (‘Gran Torino’), los anti-héroes (‘Sin perdón’) o la desmitificación de las guerras y el patriotismo mal entendido (‘Banderas de nuestros padres’ y ‘Cartas desde Iwo-Jima’).
En sus películas es difícil distinguir entre los buenos y los malos (‘Mystic River’, ‘J. Edgar’), todas ellas tienen una gran carga social (‘Bird’, ‘Ejecución inminente’, ‘Million Dollar Baby’), críticas al poder (‘Poder absoluto’), una inmensa capacidad de ver belleza en la oscuridad (‘Media noche en el jardín del bien y el mal’) y muchas dosis de romanticismo (‘Los puentes de Madison’, ‘Invictus’).
Cuando en 1987 dejó de ser alcalde de Carmel un año después de haber sido elegido, declaró con sorna que el mayor logro de su mandato había sido la regulación de la venta de helados en carrito. “Ustedes, nosotros, somos los dueños de este país. Los políticos son empleados nuestros, que vendrán cada cuatro años a pedirnos nuestro voto. Pero, sean ustedes del partido que sean, si ellos no hacen su trabajo, échenlos”, dijo en la convención republicana.
Eastwood es, ante todo, un espíritu crítico. Inmerso en la escala de grises. Una actitud que también deberíamos adoptar nosotros mismos a la hora de valorar o criticar su presencia en estas elecciones estadounidenses y su apoyo a Mitt Romney. Porque Clint Eastwood no es Norma Duval.