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“Tiempo”, la película de agosto: Nicholson, Brando y El Rey León

Originalmente titulada «Old», la nueva cinta de Shyamalan se queda rebotando en las paredes del cerebro días después de haberse visionado.

Gael García Bernal // Universal Studios
Originalmente titulada «Old», la nueva cinta de Shyamalan es, quizá, la historia del verano. Uno de esos films que siguen rebotando en las paredes del cerebro días después de haberse visionado…

«¿Cómo se llamaba aquella película en la que salían Jack Nicholson y Marlon Brando?»

Un grupo de turistas llega a una playa y uno de ellos repite la pregunta una y otra vez, como si fuera un mantra.

El espectador no sabe lo que está pasando, pero M. Night Shyamalan ya lo ha agarrado de la mano y lo está llevando a un sitio que domina: el de un universo perfectamente normal (un resort rodeado de playas idílicas) empapado por el veneno de lo fantástico.

Y es éste el mayor mérito de «Tiempo» («Old», en su título original en inglés): que partiendo de un prólogo casi vulgarmente convencional, logra sumergirte -sin que lo notes- en un océano perturbador a la par que singularmente cercano y reconocible. La película es tan climática que casi es físicamente tangible. De hecho, el cinéfilo entrenado escuchará ecos del Buñuel de «El ángel exterminador» -entre otros-, ya que Shyamalan, como Tarantino, nunca ha ocultado que sus cintas toman los préstamos más ilustres.

Un grupo reducido de personajes (protagonizados por Gael García Bernal, Vicky Krieps, Thomasin McKenzie, Rufus Sewell y Abbey Lee, entre otros), un único escenario exprimido hasta el tuétano, una situación que te mantiene en el borde de la butaca y un diseño de sonido -esas cosas que parece que no se notan, pero están ahí- absolutamente hipnótico.

Cartel de la película // Universal Studios

Y poco más podemos contar -ni debemos, ni nos apetece- de, quizá, la película del verano, de la que recomendamos encarecidamente huir de anuncios, pistas y cuñados spoileadores para disfrutarla con la intensidad que merece.

Shyamalan ha vuelto con una metáfora sobre el ciclo de la vida bastante más cruda de la que ofrecía «El Rey León», elemental en su planteamiento, despoblada de hojarasca, casi una serie B en espíritu, pero con una fuerza existencial a la altura del autor de joyas como «El bosque» (2004) o «El incidente» (2008).

Uno de esos films que siguen rebotando en las paredes del cerebro días después de haberse visionado.

¡Por cierto! La película en la que salían Brando y Nicholson era «Missouri» (Arthur Penn,1976), un western que, curiosamente, ha aguantado fatal el paso del tiempo.

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