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El Disco del Mes: Weezer – OK Human

Pop preciosista, orquestado, melódico, que los acerca a los grandes clásicos, pero que también reconcilia a Cuomo con su propia esencia.

Weezer en Bilbao BBK Live 2019 // David Mars
Habían anunciado un álbum de «rock duro» para este año, aunque, de momento, lo que han editado es un trabajo de pop preciosista, orquestado, melódico, que los acerca a los grandes clásicos, pero que también reconcilia a Rivers Cuomo con su propia esencia. Su mejor trabajo en mucho tiempo.

De Weezer suelo decir que me gustan «hasta cuando lo hacen mal». Lo sé. Podéis tomar esta declaración como una muestra inequívoca de parcialidad, pero no es así. Que me gusten, que sea capaz de disfrutarlos, de encontrarle el lado bueno a (casi) todas sus composiciones, no significa que no sea muchas veces consciente de que Rivers Cuomo puede escribir mejor y que sus compañeros (productores al margen) pueden dotar de más alma al conjunto.

En este sentido, me vienen a la cabeza discos recientes como «Weezer (Black Album)» (2019) o «Pacific Daydream» (2017), y otros más antiguos como «Raditude» (2009) o «Maladroit» (2002), auténticas piedras en el camino de una banda que, activa casi 30 años después, siempre será recordada por sus primeras obras: «Weezer (Blue Album)» (1994), «Pinkerton» (1996) y «Weezer (Green Album)» (2001).

Weezer en su estudio (analógico)

Pero también hay que ser justos. Así que, por muy menores que fueran, en comparación, otros trabajos como «Make Believe» (2005), «Weezer (Red Album)» (2008), «Everything Will Be Alright In The End» (2014) o «Weezer (White Album)» (2016) son discos más que dignos, en los que siempre hay varios singles que destacan (menudo «Greatest Hits» les quedará a los californianos), y donde, en conjunto, la grabación no desmerece.

Y, en este sentido, «OK Human» (Crush / Atlantic Records, 2021) es un LP no solo marcado por los sencillos más pegadizos («Grapes Of Wrath», «All My Favourite Songs»), sino por un sonido global, un concepto, que los aleja de su modus operandi habitual, al tiempo que los acerca a la esencia real de sus canciones, esas que hablan de sentirse incomprendido, no correspondido, perdido y fuera de lugar. Porque, lejos de tratar de sonar como una banda de rock alternativo al uso (con todo lo previsible que ello puede resultar), aquí han optado por mirar a clásicos como The Beach Boys o Burt Bucharach (la propia banda nombra a Harry Nilsson y George Gershwin) para acompañar con pianos y cuerdas unas melodías y unos coros que hacía tiempo que no sacaban a relucir de manera tan acertada y sentida (¡qué maravilla es «Numbers»!).

Así que, en espera de su anunciado álbum de «rock duro», «Van Weezer», previsto para este mismo año y con indisimulado homenaje a Van Halen ya desde el título, Cuomo, Wilson, Bell y Shriner vuelven a emocionar a la parroquia «indie», con guiño a Radiohead en el nombre de la obra (que hace referencia, en este caso, al hecho de haber grabado en formato analógico y con una orquesta de 38 músicos) y con canciones tan pop y tan bonitas que harán las delicias de los fans de The High Llamas o Belle & Sebastian (atención a «Here Comes The Rain»…).

Cuando Weezer lo hacen mal, me gustan. Cuando lo hacen bien… me encantan. Este disco es el (realmente) destacable de los últimos tiempos, así que no lo dejes pasar. Veremos qué tal les sienta volver a empuñar las guitarras.

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